Hubo mucho ruido antes de la presentación de Christina Aguilera. Que sería sin animadores, nada que interrumpiera el show de una de las mayores estrellas del pop de los últimos 20 años, como sucedió con Morrissey. Tan grande y soberbia que compañeros como Justin Timberlake, Britney Spears y Ryan Goslin la llamaron “la diva” cuando compartieron escena en los albores de su participación en la factoría Disney, muy seguros de sus deslumbrantes habilidades artísticas.
En la Quinta Vergara, la cantante estadounidense a quien insistentemente y erróneamente presentan como latina por su origen paterno ecuatoriano -aunque en rigor es neoyorquina hasta la médula, y no habla nada de español-, presentó un espectáculo propio de una tradición que la memoria colectiva del festival, sobre todo en las redes sociales, parece olvidar.
Cuando los anglosajones actúan en quinta, suelen mostrar un nivel propio del ámbito en el que se mueven.
Obvio. Puro comercio. Es lo que saben hacer.
Por lo mismo, es muy curiosa la reacción de la masa en redes, como si no hubiera memoria. Como si fuera la primera vez que la Quinta Vergara vive un verdadero espectáculo de categoría.
El argumento central es que este año el listón está bajo, y eso es cierto. Lo que exhibió Christina Aguilera está muy por encima del nivel de este festival 2023, pero al mismo tiempo demuestra que las expectativas y la planificación de esta edición han sido discretas y condescendientes para congraciarse con el público centenario, apostando erróneamente por un futuro del evento donde sólo importan los jóvenes, olvidando a los mayores.
Christina Aguilera se despidió con elástico antes de pasar una hora sobre el escenario sin pronunciar una sílaba en españolcomo repetían con insistencia los reporteros de la televisión, acostumbrados a las frases hechas ya la exageración por razones comerciales.
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Christina Aguilera no necesita ser latina para conquistar a cualquier público. No importa de dónde venga. Canta espectacular, se ve magnifica, tiene hits que todo el planeta corea de memoria como Genio en una botella, lo que una chica quiere y pero te recuerdoprobablemente la canción más esperada de toda la noche.

Se presenta con el apoyo de una banda de músicos que son un espectáculo en sí mismos, donde el baterista es un espectáculo aparte, entre diferentes integrantes de su mini orquesta.
A estas alturas, Christina Aguilera no necesita muchos pases coreográficos, sino imponer su voz que ha marcado la pauta en el mejor pop de las últimas décadas. Sin ella no hay, por ejemplo, Lady Gaga o Ariana Grande.
Lo que hizo en Viña fue exhibir su biografía musical que incluye películas y numerosos éxitos como señorita mermeladay una sensibilidad previa a la contingencia sensible hacia las minorías, como ocurre con canciones con tintes de himno como Hermoso.
Esta versión del festival, desequilibrada como ninguna otra tras la pandemia, tuvo una demostración del valor de apostar por estrellas reales en el show de Christina Aguilera. Un escenario como la Quinta Vergara es, en cierta medida, un campo de pruebas. La efervescencia del público, que incluso destacó la presentación de un comediante probado y talentoso como Fabrizio Copano, antecedida por un público que quería más de la diva estadounidense, es una muestra más de que Viña del Mar, como festival, depende de los más grandes. posibles estrellas.
Christina Aguilera se cataloga como uno de los pivotes de una versión floja que ha intentado sostenerse en apuestas sin el grosor necesario. Por eso, cuando llegaba una estrella de esta profundidad, la reacción era enorme. Pero no deberías sorprenderte demasiado. Christina Aguilera es una gigante del pop inapelable y canta como una diosa.
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