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Cómo fue el show de Anitta en el Festival de Viña
Antes del inicio de la transmisión televisiva, quedó claro que sería la estrella de la noche. Cuando se mencionó por el sistema de sonido a los shows de la jornada de miércoles del Festival de Viña, la brasileña Anitta fue por lejos la más vitoreada por el juvenil “Monstruo”. Bastaba una mirada a los palcos y al flujo de gente que llegaba para ver a sus fans; en su mayoría mujeres que lucían carteles o lucían poleras y cintillos alusivos a su ídola.
Más aún, en el arranque de la jornada eran notorios los parches vacíos en la platea y los palcos. Pero con el correr de la jornada, más menos promediando la presentación del comediante Lucho Miranda hacia las 23.00 horas, ya se veía más gente en la Quinta Vergara. Muchos llegaron cerca del final del show del puertorriqueño Mora, es decir, quisieron ver a Miranda, pero claramente deseaban ver a la carioca.
Incluso durante el día fue posible apreciar ese fervor. Un grupo de fans esperó por ver a su ídola a las afueras del Sheraton Miramar. Fueron recompensados durante la tarde con una fugaz aparición de la brasileña para saludar y tomarse algunas fotos con su fanaticada veinteañera que deliró al verla en persona. Es una mujer menuda que apenas pasa el metro sesenta, pero su presencia se hace notar de manera clara.
Si hubiera que hacer un paralelo con Viña 2023, de alguna forma Anitta sería el equivalente a Karol G. Es decir, una estrella latina que tiene un buen presente que se ha lanzado a la conquista del mundo desde Brasil. Partió con una expansión por el cono sur de América hasta llegar a Estados Unidos, donde se ha presentado en el festival Coachella y hasta ha protagonizado virales en que le enseña la técnica del twerk a la supermodelo Emily Ratajkowsky. El guiño que le rindió la comediante Pamela Leiva en 2023, también muestra su tonelaje como figura.
“Anitta, Anitta”, gritaba el juvenil “Monstruo” impaciente por ver a la brasileña. A diferencia de las jornadas previas, en que el número de fondo salió cerca de las dos de la madrugada a pesar de adelantar el inicio de la transmisión, la carioca salió al escenario pasadas las 1.30.
Acompañada de una acotada banda de cuatro músicos (percusión, secuencias, guitarra eléctrica y bajo eléctrico) y un cuerpo de baile, la cantante entró lanzando canciones sin pausa. “Buenas noches Chile”, saludó en un español tras cantar La loto. Y de ahí, directo al hit Envolver que incluyó un movimiento de twerk acostada en el piso, y tomada de inmediato por las cámaras de la transmisión. Una jugada que exudó sensualidad y fue aplaudida con fervor por el “Monstruo”. Su movimiento de caderas se repitió una y otra vez, de pie, de costado, sola, acompañada de sus bailarinas, mirando a la cámara con expresión. Lanza un beso. Guiña un ojo. Está en total control.
El show tuvo pocas pausas. Hay canciones que se interpretaron en versiones más acotadas para darle más fluidez al espectáculo y desarrollar los segmentos de baile en que la dirección televisiva pinchaba los movimientos de cadera de la artista. Cantó en español, lanzó frases en inglés, como en Funk Rave, uno de sus temas en que mira de forma personal el funky carioca. Un toque callejero y sensual para una presentación con el pulso de discoteca y la puesta en escena de estrella internacional.
“¡Gracias Viña! ¿Sabes qué? Desde que empecé a cantar en español, conocí este Festival y desde entonces mi sueño era cantar aquí. Estoy súper feliz de estar acá. Les agradezco muchísimo por tanto amor, desde Brasil para Chile”, dijo promediando la media hora del show, en un español bastante articulado aunque con su evidente acento brasileño. Se acercó a interactuar con el público al cantar el hit Todo o nada, marcando un momento de relativa pausa. Es el momento en que se enfocó más en cantar, como el hit Bellaquita coreado por el “Monstruo”. Luego le siguió Downtown, la colaboración con J Balvin que le hizo conocida para buena parte del público con su letra de evidente connotación sexual. “A mí me gusta cuando baja downtown/Le pido que se quede ahí envenciao’”.
Pasadas las dos de la madrugada entraron los animadores. Llegó el habitual rito de la entrega de la Gaviota. La brasileña se prestó para el juego, lanzó tallas y bromeó con los animadores. “Si me emborracho me quedo aquí hasta las tres de la mañana”, dijo. Además anunció la donación del vestuario que usó en el show para la campaña de recaudación de fondos por los incendios.
Tras ello, siguió con un largo segmento de twerk en que fue secundada por sus bailarines. “Voy a enseñarles como movemos el culo en Brasil”, señaló. Tras casi una hora de intenso show, volvieron los animadores. El Monstruo pidió la Gaviota de Oro, como premio por un show que pasó a toda velocidad, como un movimiento de caderas en una noche de discoteca. Aunque para entonces, como informaron los animadores, ya se había ido de la Quinta Vergara. No hubo forma de entregarle el reconicimiento.
Anitta simplemente partió y la Gaviota de oro no quedó en sus manos.
Después, volvió y recibió a los animadores en el backstage y le explicaron la confusión. “¿La gente me va a odiar por eso?”, preguntó, argumentando que simplemente no sabía todo el ritual y se había confundido al partir.
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