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Affaire Jackson: La grieta que profundizó en el oficialismo
“Nuestra escala de valores y principios en torno a la política no solo dista del gobierno anterior, sino que frente a una generación que nos antecedió”.
Con gorrito salmón, tomando jugo de naranja y acompañado solo de un calendario en que aparecía él mismo en una actividad del gobierno, Giorgio Jackson, 35 años, ministro secretario general de la Presidencia, llevaba ya un buen rato conversando sobre el proyecto constitucional en una plataforma de internet que frecuenta el mundo gamer cuando pronunció esa frase.
Fue el martes en la noche, a un mes del plebiscito, y solo un día después de que el Presidente Gabriel Boric le encomendara articular una propuesta de reformas al texto constitucional entre Apruebo Dignidad y el Socialismo Democrático, las dos coaliciones que sustentan al gobierno en una frágil relación. La frase de Jackson quizás hubiese pasado solo por un arrebato de soberbia, a no ser porque el Socialismo Democrático se compone, principalmente, por la generación que antecedió a Jackson y que ya le tiene al joven ministro varias cuentas por cobrar.
El asunto escalaría rápido a la mañana siguiente. Giorgio Jackson, realmente afectado, “como nunca se le había visto en el gobierno”, según quienes compartieron con él, partió el día con una sincera conversación con el Presidente Boric, quien ha insistido a su gabinete que no deben cometer errores que enturbien la campaña. Pero esto fue más allá; los dichos no son cualquiera, el momento no es cualquiera, y el ministro no es cualquiera, sino el compañero de ruta política de Boric.
Minutos después el ministro se vio obligado a enviarles explicaciones a los parlamentarios y dirigentes de partidos, que llenaron su celular de mensajes.
“Pareció una estrategia más de dirigente estudiantil que de ministro. Acá hubo un maltrato inaceptable”, dice el senador Fidel Espinoza (PS), uno de los mayores detractores del rol que ha desempeñado el ministro durante la administración Boric.
Algunas horas después entraría a escena la ministra del Interior, Izkia Siches. A través de un WhatsApp, llamó a los integrantes del comité político a estar alineados en el complejo momento: “Estimados presidentes de partidos. Estamos en el ojo del huracán. Buscarán cualquier cosa para hacernos pelear, distorsionar o dañar. Muy atentos a los errores no forzados y a no caer en su juego. Este es un gobierno diverso en edades, experiencias y miradas. #Seguimos”, escribió a las 13.28. Pero sus palabras no lograron generar el sentido de unidad que buscaba la jefa de gabinete y fueron filtradas pocos minutos después, lo que indignó a los ministros del comité político.
En paralelo, en el Congreso, también se intentaba contener una crisis que ya se veía mayúscula entre las coaliciones de gobierno. Los diputados del Partido Radical pedían hacer un punto de prensa conjunto para criticar la frase del ministro, el senador Gastón Saavedra (PS) exigía que Jackson “diera un paso al costado”, e incluso el diputado Jaime Araya (independiente PPD) mandó a comprar un pony de juguete, por la expresión “bajarse del pony”, para entregárselo a Jackson, pero finalmente el parlamentario se guardó el obsequio porque Diego Vela, jefe de gabinete de Jackson, lo convenció de no dárselo.
En el almuerzo del comité de senadores del Partido Socialista las críticas y los cuestionamientos fueron más duros aún. E incluso coincidió en ellas el presidente del Senado, Álvaro Elizalde, quien habría compartido que Jackson debía salir de la jefatura de la Segpres.
La presidenta del PS, Paulina Vodanovic, respaldó a sus parlamentarios: “Estimo muy desafortunadas las palabras del ministro Jackson, por cuanto es de la esencia de la democracia la tolerancia y el respeto, más aún entre los partidos que somos sustento del gobierno. Y todavía más en el escenario político actual donde se requiere la máxima unidad, pues tener una nueva constitución es un mandato del 80% de la ciudadanía”. De todas formas, la abogada hizo un llamado a enfocarse en la campaña: “Comparto el malestar del pueblo y representantes socialistas por cuanto nuestra historia ha sido de compromiso con Chile. Vivimos el exilio, la dictadura, tenemos cientos de mártires y una historia de lucha por recuperar la democracia y un trabajo político en coaliciones que hicieron que Chile prosperara de manera importante. Merecemos respeto. Pero también creo que es el momento de trabajar unitariamente y discutir acerca de las coaliciones más adelante. Nuestra fuerza debe estar en triunfar el 4 de septiembre y tener la nueva constitución para chile”.
Para el Socialismo Democrático ninguna de las explicaciones de Jackson fue suficiente: ni que estaba frente a una audiencia apolítica, ni que había que escuchar el contexto, ni que no pensó que iba a generar ese revuelo. Para la coalición, las palabras del ministro transparentaban su verdadera opinión y así, concluyeron, la confianza se pone cuesta arriba.
Por eso, nada pudo evitar que la mañana del jueves el senador José Miguel Insulza (PS) saliera a enterrar todo avance en la relación entre ambas coaliciones y sepultar uno de los principales objetivos que Boric ha planteado para el oficialismo, que es que las dos coaliciones transiten a un solo pacto de gobierno.
“(…) Esa es su opinión respecto de sus aliados y, bueno, tenemos que aprender a convivir con eso y no seguir hablando, como lo he hecho yo, de una sola coalición, eso estoy convencido de que terminó de morir el día de ayer”, planteó el senador Insulza a Radio Duna.
Las palabras del socialista fueron respaldadas por el presidente de la Cámara Baja, Raúl Soto (PPD): “La idea de una sola coalición hay que descartarla categóricamente”, escribió en su cuenta de Twitter.
Además del efecto de sus palabras en el affectio societatis entre las coaliciones, las palabras de Jackson tuvieron otros alcances. El Presidente Boric puso en duda su continuidad en el rol que le había delegado para articular el acuerdo sobre el texto constitucional, luego de que Socialismo Democrático le quitara el piso. “La interlocución tiene que ser permanentemente con quien mejor facilite esto. No podemos quedarnos ni desde el gobierno, ni desde los parlamentarios, ni desde otras autoridades políticas que son importantes, en orgullos personales”, dijo el Mandatario.
Por otra parte, la idea de un cambio de gabinete volvió a resurgir. El jueves, al menos, varios en el Socialismo Democrático levantaban la tesis de que un cambio en los jugadores era lo único capaz de enmendar el rumbo. Y, de hecho, reflotaban una talla interna que llevan buen tiempo haciéndose: qué comida pondrá cada uno en la mesa, cuando sea la cabeza de Jackson la que esté al centro del banquete.
Pero el plan de adelantar un cambio –previsto para después del 4 de septiembre-, sin embargo, no prendió. Por el momento, ese problema presidencial vuelve a quedar entre paréntesis, solo que ahora con su histórico partner político en la primera línea de salida.
Los primeros cuestionamientos a la labor de Jackson en el Congreso llegaron el 21 de marzo, solo días después del cambio de mando, cuando anunció la suma urgencia al proyecto de amnistía a los “presos del estallido”. Las críticas de sus francotiradores socialistas Fidel Espinoza y Alfonso de Urresti no tardaron en llegar.
Desde ahí que el Congreso, donde había estado dos períodos como diputado, se convirtió en un ambiente hostil para él. La discusión del quinto retiro en que se rechazó la propuesta del gobierno y el debate sobre los proyectos de ley de infraestructura crítica -en los que no logró alinear a su propia coalición– han evidenciado las dificultades del ministro para relacionarse con los parlamentarios.
En el último tiempo, Jackson también ha dado señales. Los parlamentarios han cuestionado que esté más preocupado del plebiscito y de la campaña Chile Vota Informado, que es otro objetivo de su cartera. También ha recibido cuestionamientos entre los asesores legislativos de los mismos ministerios, porque desde mayo que no se han reunido todos juntos y solo se registra una cita en lo que va del año. Mientras, la subsecretaria de la Segpres, Macarena Lobos, ha tomado protagonismo. Incluso, lo acompañó al consejo de gabinete que se realizó la semana pasada en Puente Alto.
En el Congreso quien sí ha trabajado una relación con los parlamentarios es la jefa de gabinete de Izkia Siches, Ana Lya Uriarte (PS). La exjefa de gabinete de Michelle Bachelet, cuentan en el Congreso, ha tomado un rol importante en el ordenamiento de las coaliciones de gobierno en el Parlamento. De hecho, a la hora de las apuestas, su nombre se menciona como “ministeriable”.
Uriarte empezó a asesorar a Siches desde principios de abril y se sumó a su equipo en mayo, precisamente por las críticas a su gestión, que también la tienen duramente cuestionada. Entre los errores más relevantes de la ministra están el viaje a Temucuicui, las falsas declaraciones sobre el avión de migrantes que habría regresado al país con pasajeros y la reciente intervención en el Congreso, en que dijo que los parlamentarios de oposición “parece que se pegaron en la cabeza”.
A pesar de que Siches está entre los primeros nombres para un cambio de gabinete –podría moverse a otra cartera, o bien salir del gobierno-, quienes la conocen señalan que ella no quiere dejar el cargo de ministra del Interior y que así se lo habría transmitido al Mandatario.
Pero Jackson e Izkia Siches -paradójicamente las apuestas más importantes de Boric para su primer equipo, junto con Camila Vallejo- no son los únicos que han recibido cuestionamientos en su gestión. En la evaluación que realizan los asesores del Presidente, son varios los ministerios que no sacan cuentas alegres, partiendo por Salud, cartera que es vista como el salto lógico para Siches.
La ministra Begoña Yarza tendría una mala evaluación. Dos de los errores que más hicieron enfadar al Presidente y su equipo fueron la presentación del Plan Paso a Paso y el anuncio -sin consultar previamente- del adelanto de las vacaciones de invierno.
El punto que sí tiene a favor Yarza es que, a diferencia de los demás ministerios, sí cuenta con conocimiento público. Según cuentan en La Moneda, este ha sido uno de los principales problemas del gabinete ministerial, ya que son muy pocos los que superan el 40% de conocimiento en las encuestas (Yarza, Jackson, Siches, Camila Vallejo, Mario Marcel, Nicolás Grau, Marco Antonio Ávila, Carlos Montes y Maya Fernández), motivo por el cual el Presidente Boric les ha reiterado que tienen que salir a la calle.
Pero la baja popularidad no es un problema en sí mismo para quienes evalúan a los ministros en el gobierno. De hecho, el equipo de asesores del Presidente tiene un buen análisis del desempeño del ministro de Agricultura, Esteban Valenzuela (FRVS), o de la ministra del Trabajo, Jeannette Jara (PC), quienes no cruzan ese umbral. El problema es cuando se da la mezcla de muy bajo conocimiento y una deficiente evaluación de gestión por parte de los asesores del Presidente. En esta lista estarían Claudio Huepe (CS), de Energía; Marcela Hernando (PR), de Minería, y Flavio Salazar (PC), de Ciencias. En los dos primeros casos, su cuestionamiento tendría que ver con reclamos que se han hecho desde los respectivos rubros. Salazar, por su parte, ha figurado como el más desconocido del gobierno y ha sido reprochado, además de su gestión, por su mal manejo de redes sociales.
También hay una segunda línea en el escrutinio: se trata de quienes pese a tener buena evaluación del gobierno, han sido corregidos por apariciones en medios de comunicación. Es el caso de Nicolás Grau (CS), de Economía, quien esta semana planteó que “a las pymes, a diferencia de las personas, la inflación les trae costos y beneficios”, cuestión que tuvo que salir a rectificar. Lo mismo ocurrió con Juan Carlos Muñoz, de Transportes, a quien su inexperiencia política le ha jugado malas pasadas en algunas declaraciones, como cuando hace dos semanas anunció un alza gradual de $ 100 en el transporte público para el próximo año.
El caso de Cancillería es diferente. La ministra Antonia Urrejola (PS) tiene una muy buena evaluación profesional por parte del Presidente, pero las rencillas políticas con el equipo de asesores -en especial con la jefa del Segundo Piso, Lucía Dammert-, que se intensificaron desde la gira a Estados Unidos, han provocado más de un problema.
Donde también hay ruido interno es en Desarrollo Social. La ministra Jeanette Vega (PPD) no habría sido bien evaluada por el gobierno ni tampoco por su partido. Es más, en conversaciones internas entre exministros y dirigentes del PPD se ha conversado que de haber un cambio de gabinete, se espera que su partido tenga mejor representatividad.
En ese sentido, una candidata que ya fue sondeada informalmente para entrar eventualmente al gobierno es Carolina Tohá. La exalcaldesa, diputada y ministra tiene una muy buena relación con los asesores del Presidente, con varios de sus ministros y con el mundo parlamentario. Pese a ello, la opción de que Tohá se incorpore no se ve muy factible y cunde la interrogante sobre los nombres que podrían llegar a asumir cupos vacantes.
Por ahora, lo único que proyectan los dirigentes de Apruebo Dignidad es que lucharán por mantener el protagonismo de su coalición en los ministerios más importantes, aun cuando ello implique tensiones con sus socios dentro del oficialismo. En el Socialismo Democrático ya hay voces que han adelantado una discusión más profunda. “¿Qué sentido tiene seguir siendo parte del gobierno si no nos escuchan? Si no hay cambios, tal vez es mejor salir”, han planteado algunos referentes del PPD.
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