Chile busca consolidarse como líder en la producción de hidrógeno verde, aprovechando su geografía privilegiada y acuerdos internacionales. Sin embargo, la extracción y el proceso para lograr esto no están exentos de los desafíos ambientales.
Uno de ellos es el que actualmente enfrenta el megaproyect inna, desarrollado por la compañía AES Andes, una iniciativa para el Producción de 100 mil toneladas de hidrógeno verde y 650 mil toneladas de amoníaco verde, Pero eso enfrenta una fuerte oposición de la comunidad astronómica, debido al posible impacto en la observación del universo de diferentes observatorios.
La instalación de la empresa significa la construcción de parques solares y eólicos, una planta de desalinización, instalaciones para la producción de energías y una terminal marítima; En total, cubre más de tres mil hectáreas en la comuna de la región de Taltal, Antofagasta. A la dimensión, significaría el 18% de la isla de Rapa Nui, o 40 veces el Parque O’Higgins.
Las alarmas comenzaron con Las declaraciones del Observatorio Europeo Austral (ESO). La preocupación surgió en agosto de 2024, cuando los miembros de la organización descubrieron el proyecto en un evento en la ciudad de Taltal. A partir de ese momento, se realizaron reuniones con el desarrollador y los estudios para evaluar el Posibles impactos ligeros y ambientales en observatorios paranales, armazonas de cerro y el sitio futuro del Observatorio del Telescopio Tserenkov Sur (CTAO).
Explica Laura Ventura, Coordinadora de Comunicaciones de ESO Chile, Quien recuerda que en diciembre presentaron los primeros resultados de sus estudios a la compañía responsable del megaproyecto, pero no recibieron una respuesta. Finalmente, el 21 de diciembre, la Compañía presentó el proyecto al Servicio de Evaluación de Impacto Ambiental (SEIA), que permitió que la información fuera acceso público.
Dado esto, que publicó una declaración el 9 de enero, alertando a la comunidad científica y astronómica sobre las posibles consecuencias del proyecto.
En esta publicación apareció Un mapa detallado que muestra la ubicación planificada del complejo industrial en relación con sus instalaciones en el Observatorio Paranal, destacando la proximidad del proyecto a los telescopios de importancia mundial.
ESO ha asegurado que podría ser “devastador e irreversible” en la observación astronómica. Según su análisis, la contaminación lumínica en el telescopio grande VRY (VLT) aumentaría en al menos un 35%, afectando negativamente la capacidad de llevar a cabo investigaciones de vanguardia.
Sobre el Estudio de Impacto Ambiental (EIA) del proyecto INNA En el servicio de evaluación ambiental, esto “Se ha declarado admisible al confirmar que contiene toda la información relevante y los antecedentes necesarios para continuar su evaluación ambiental”, dice Luis Sarrás, Director comercial de hidrógeno verde en AES Andes.
Sarrás complementa que en caso de progreso de acuerdo con los proyectados y aprobar las etapas posteriores de cualquier proyecto de inversión, La compañía tomaría decisiones de inversión a fines de 2027.
Las diferentes reacciones
La preocupación no se limita solo a ESO. Astrónomos y astrónomos de instituciones chilenas, a quienes se les garantiza el 10% del tiempo de observación en los telescopios de la organización, Han expresado su preocupación. Del mismo modo, 39 Premios Nacionales de Ciencias en Chile han expresado su apoyo a la causa, lo que se suma a los científicos internacionales y la sociedad civil.
La astronomía en Chile se ha establecido como parte de la identidad cultural del país. Ricardo DeMarco, astrónomo y académico del Departamento de Física y Astronomía de la sede de U. Andrés Bello Concepción, Considere que este proyecto industrial es una “amenaza que compromete la calidad de los cielos nocturnos en el lugar más oscuro del mundo”.

DeMarco, quien también es investigador asociado en el Centro CATA, recuerda queEl desierto de Atacama tiene una combinación única de factores, entre la contaminación de la luz mínima, Dado que está lejos de las grandes ciudades, junto con regulaciones estrictas para evitar la dispersión de la luz. A esto se agrega su altitud seca y su atmósfera, con paranal a 2,635 metros y marcos a 3,064 metros, reduce la interferencia atmosférica, mientras que la baja humedad minimiza la absorción de la luz, permitiendo observaciones más ligeras.
Además, El cielo claro casi todo el año y la estabilidad del aire garantizan imágenes nítidas, fundamentales para la astronomía de precisión. Los estudios han confirmado que esta área tiene la más mínima luminosidad artificial medida en la Tierra, lo que lo hace ideal para detectar objetos celestiales extremadamente débiles.
Para El astrónomo y el académico Usach, Álvaro Rojas, el problema no solo es científico, sino también cultural: “El cielo nocturno es parte de la naturaleza tanto como un bosque, y su pérdida implica un daño irreparable a nuestra conexión con el universo”.
Permitir dicha instalación, en su opinión, en un área crítica es “cómo disparar en los pies Sabiendo que la bala va a salir “, pensando que Chile ha sido históricamente una referencia en la protección de los cielos oscuros.
¿Qué dicen las regulaciones de luz?
Frente a las preocupaciones de eso y otros actores sobre el impacto en la observación astronómica, Aes Andes dice que Inna cumple con las regulaciones recientes a la luz. A esto, comentan que Su diseño de luz aumenta el brillo del cielo en solo un 0.27% en Cerro Paranal y 0.09% en Cerro Armazones, valores muy por debajo de los límites legales.
Laura Ventura, de eso, comparte otra historia de las regulaciones, lo que indica que su enfoque se centra en regular la emisión de la luz, definiendo los límites en la cantidad, el tipo y el sistema de proyección de la luminaria, pero sin establecer parámetros de calidad que garanticen la conservación de los cielos oscuros.
“No es una regla que establezca una parada y digamos: para mantener este nivel de cielo, no debemos exceder este límite”, explica el representante del Observatorio. La regulación actual, según la institución, se refiere a Una indicación de la Unión Astronómica Internacional de finales de los años 70, que establece como un criterio general un aumento del 10% en el brillo del cielo debido a la luz artificial considerar un sitio apto para la astronomía profesional.
Sin embargo, Este criterio se ha vuelto obsoleto, Especialmente para el estado -de los telescopios de arte, como los que operan en paranal, que requieren un nivel de protección mucho más estricto.

Frente a estas deficiencias, El Senado chileno está promoviendo una iniciativa para establecer zonas de exclusión en torno a los observatorios, lo que implicaría restricciones más rigurosas en la instalación de megaproyectos cercanos.
¿Es posible mover el proyecto?
Luis Sarrás, de Aes Andes, explica que el proyecto estará a 40 kilómetros de Paposo, un área priorizada por el estado para las energía renovable debido a su alta radiación solar y vientos.
“Durante la preolibilidad, se evaluaron alternativas y se eligió la configuración más adecuada” Comenta y agrega eso A este proceso asistieron comunidades locales, pueblos nativos, pescadores y que; aunque este último expresó su rechazo solo en diciembre de 2024.

DeMarco enfatiza que los astrónomos no se oponen al desarrollo de la energía limpia en Chile. “Este tipo de proyecto es esencial para el desarrollo del país, pero debe ubicarse en un área donde la investigación científica no afecta”, dice.
Sin embargo, la compañía detrás del proyecto Descartar cancelando o reubicando INNA, ya que encontrar otra área con condiciones similares sería complejo y retrasar la entrada de Chile en el mercado de hidrógeno verde, afectando la descarbonización y la certeza legal para las inversiones.
A su favor, Sarrás comparte que el plan está alineado con la estrategia nacional de hidrógeno verde, y que su concreción reduciría las emisiones anuales de CO2 en más de 1,500,000 toneladas.
Cambio en las regulaciones
La comunidad astronómica y ESO han hecho simulaciones detalladas sobre los efectos de la contaminación lumínica de este proyecto, y las conclusiones son claras: Su instalación tan cerca de los observatorios tendrá un impacto negativo irreparable. Además, pone en juego la imagen internacional de Chile como un país serio y confiable para la inversión en ciencia y tecnología.
Eso ha sido enfático que las energías renovables no se oponen, sino la falta de regulación en la ubicación de estos proyectos. “Apoyamos el desarrollo de energías renovables, pero no pueden coexistir a una distancia tan corta de los observatorios”, dice su portavoz.
Los estudios llevados a cabo por eso, para minimizar los efectos negativos, estos proyectos deben estar al menos a 50 kilómetros de distancia, idealmente 100 kilómetros. En respuesta a estas preocupaciones, a fines de febrero El Ministerio de Medio Ambiente de Chile ha solicitado reevaluar la ubicación del proyecto INNA, indicando deficiencias en la justificación del proyecto y posibles violaciones de los estándares de contaminación de la luz.
La autoridad ambiental ha instado a considerar una nueva ubicación que no afecta a los cielos vírgenes necesarios para la astronomía. Aes Andes, por otro lado, ha expresado su compromiso de colaborar con todas las partes interesadas y ha propuesto medidas de mitigación Para reducir el impacto de la luz.
“Confiamos en la solidez de la institucionalidad ambiental y en la que, durante el proceso de evaluación, las agencias competentes revisen que toda la información relevante se entregó para analizarse en profundidad”, dice Luis Sarrás.
El 3 de abril, la fecha límite para la participación ciudadana en el proceso de evaluación ambiental culminó. Eso presentará un informe detallado con sus observaciones y análisis. Posteriormente, la compañía responsable del proyecto debe responder a las observaciones dentro de los plazos legales establecidos.

Mientras tanto, La discusión sobre la protección de los cielos oscuros y el futuro de la astronomía en Chile todavía está abierta. El debate sobre el megaproyecto de INNA propone recordar otros eventos similares, como Endesa y Ralco Hydroelectric Plant en los años 90, donde se construyó un dilema: ¿Hasta dónde debe ceder la naturaleza al desarrollo energético? La decisión final no solo marcará el futuro del hidrógeno verde en Chile, sino también el destino de uno de los cielos más privilegiados del planeta para la observación del cosmos.