Ha llegado el momento de los equilibrios tras la Mundial Sub 20. En Santiago, Marruecos se proclamó campeón de la prueba tras vencer a Argentina. Sin embargo, la capital no fue la única subsede del certamen planetario. En las regiones la fiesta se vivió de otra manera.
Valparaísola sede más costera, era también la más alejada. “No había ningún ambiente mundialista”, resume Gina Dazarola, hincha de Buenos Aires de toda la vida. “Esta ciudad se caracteriza por tener un ambiente de Santiago Wanderers, pero no de Mundial. Mi experiencia fue pésima. Los voluntarios no tenían idea de dónde estaban, no conocían los accesos, ni daban buenas explicaciones”, cuenta El deportista.
Su historia no es aislada. En la antesala, ambos fifa y el Comité Organizador Local reconoció que la capital de la Quinta Región fue la sede que más tardó en cumplir con las exigencias. A diferencia de Rancagua o Talca, donde las obras avanzaron sin contratiempos, el puerto tuvo dificultades logísticas que se notaron durante el torneo: accesos cerrados, mala señalización y una organización que, según varios asistentes, se sintió improvisada.
“Tuve que entrar por un lado y luego dar la vuelta, porque no abrieron la entrada del Pacífico Norte, a pesar de que el boleto decía eso”, dice Dazarola. “Cuando fui al segundo partido me lo explicaron mejor, pero faltó empatía con el público”, resume.
Más allá de la experiencia del espectador, en Valparaíso también existía un sentimiento de amargura respecto al legado. “Debería haber sido un buen estadio, pero no fue así. Los baños siguen igual que antes, no corre el agua, estaban sucios. Siento que se preocuparon más por mejorar la experiencia VIP que por todo el estadio. La carpa tenía buena pinta, pero los asientos estaban sucios. Uno se pregunta: ¿será por eso que cerraron el estadio todo el año?refleja el abanico.
Las cifras del puerto
Los números parecen acompañar esa percepción. El público promedio en Valparaíso fue de 5.836 espectadores, lejos de llenar las gradas del mítico recinto. Sólo en duelos de gran repercusión, como el de Argentina vs. Italia, con 11.671 asistentes, o Chile vs. México, con 18.118, se abarrotó. El resto de partidos tuvieron una asistencia irregular.
El contraste con la postal de Rancagua y Talca fue evidente. En el estadio Fiscal, por ejemplo, la media alcanzó los 6.793 espectadores, con partidos donde la cercanía del público dio otro aire. La ciudad se vistió de gala para el Mundial, con pancartas, banderines y un despliegue que, si bien no inundó las calles, sí marcó presencia en los alrededores del estadio y en la cotidianidad.
“Es un paso que no todo pasa en Santiago. Estamos en Talca, pero también está Rancagua y Valparaíso”dice Lucas VergaraTrabajador del estadio Talquino. “Al parecer hay ambiente mundialista en la sede, pero no en las calles, lo cual es normal. La gente es valiente, a veces arrogante, pero había respeto por parte del público”, afirma.
Tu compañero valeria mujicatambién parte del equipo de apoyo del recinto, destaca el sentido de pertenencia que dejó el evento: “Es importante que llegue a Talca, un hito deportivo y cultural, sobre todo para los niños. El ambiente aquí no se sentía tanto en los meses anteriores, pero sí durante los juegos. Los colombianos, por ejemplo, se hicieron notar. Vinieron disfrazados, trajeron música, bailes, gritos. “Le dieron vida al Mundial”.
Talca, su propio Mundial
En la capital del Maule, el Mundial fue más que una serie de partidos. Fue una postal de convivencia. Las delegaciones extranjeras se mezclaron con el público local, los bares transmitieron los partidos y la prensa regional cubrió cada jornada como si fuera una final. Las reflexiones fueron positivas en la Séptima Región.
Colombia vs España del 11 de octubre, con 10.326 espectadores, fue uno de los momentos más recordados. La victoria cafetera convirtió a la Fiscalía en una colmena amarilla, con niños en las gradas y familias enteras ondeando banderas improvisadas. “En Talca me gustaría que la pasión por el fútbol que había se quedara y se transmitiera a otras disciplinas”, resume el trabajador de la sede.
Rancagua, la sede equilibrada
A medio camino entre la prolijidad de Talca y la desorganización de Valparaíso, Rancagua ofreció un término medio. El estadio El Teniente, remodelado hace menos de una década, se convirtió en un escenario cómodo y funcional. El público acompañado con una media de 5.397 espectadorescon sus puntos más altos en Estados Unidos contra Marruecos (10.742) y Marruecos contra Corea del Sur (8.375).
Aunque no hubo aglomeración de aficionados en las calles, la ciudad vivió con ilusión los días de partido. Quedó la inolvidable postal de apoyo al humilde equipo de Nueva Caledonia. Los hoteles estaban llenos y los comercios locales agradecieron el movimiento. En el estadio se escuchaban distintos acentos: francés, árabe, noruego. Un Mundial silencioso, pero presente.
Los números globales del torneo muestran una participación desigual. Valparaíso, con su tradición futbolística, no logró conectar con el torneo. Talca, más modesta, sí lo abrazó. Y Rancagua, ordenada y eficiente, cumplió.