Luego de que la Comisión Especial Mixta de Presupuesto -integrada por senadores y diputados- rechazara el pasado miércoles casi la totalidad de las partidas del Proyecto de Ley de Presupuesto 2026, este fin de semana el ministro de Hacienda, Nicolás Grau -en entrevista- indica que “pSabía que eso no iba a pasar, pensé que era un engaño.”, revelando que su actuación en la negociación del presupuesto de la nación es la de un jugador de póquer, que busca ganar una apuesta, y no la de un Ministro de Finanzas, cuya función es explicar cómo se calculaban las partidas a quienes tenían dudas sobre ellas.
El ministro insiste y declara: “Sinceramente, todavía no tengo claro qué busca la oposición”. Olvidando que el Congreso no es un buzón donde los parlamentarios deben aceptar automáticamente el presupuesto presentadopero es trabajo de los legisladores evaluar el presupuesto presentado por el gobierno, analizar sus supuestos y aprobarlo sólo cuando haya certeza sobre el mismo y credibilidad en las cifras presentadas.
Pero la certeza y la credibilidad en las cifras Está muy lejos de lo que ha generado el presupuesto presentado por el gobiernoy las razones son muchas.
Según indicó el Consejo Fiscal Autónomo, organismo transversal e independiente, en su informe presentado al Congreso, El Gobierno se encamina hacia un tercer fracaso consecutivo en el cumplimiento del objetivo de equilibrio estructuralademás de proponer un presupuesto cuyos ingresos dependen –entre otros factores– de un supuesto de recaudación adicional de la Ley de Cumplimiento Tributario, que el gobierno estima en 1,47% del Producto Interno Bruto (PIB) en régimen, mientras que el Fondo Monetario Internacional (FMI) estima en 0,5% del PIB.
Lo anterior, sumado a la historia de los presupuestos presentados por este gobierno al Congreso.
En efecto, desde 2006 y antes de 2023 (el presupuesto de 2022 fue tramitado en el gobierno del presidente Piñera) Sólo en tres ocasiones los ingresos tributarios presentados en la ley de presupuesto fueron inferiores a los realmente recaudados: por la crisis mundial de 2009; para 2020, el año de la pandemia; y para 2019, el año de la crisis social. En promedio, en el período 2006-2022, la subestimación promedio de los ingresos tributarios por su ejecución fue del 1,4%.
A partir de 2023 (primer año en que este gobierno presentó una ley de presupuesto), Cada año los ingresos tributarios estimados han sido superiores a los realmente ejecutadospromediando una sobreestimación de ingresos del 5,4%.
Si a esto le sumamos las noticias de subestimación de gastos, como la de incluir en el presupuesto un ajuste cero de salarios en el sector público, cuando es de todos conocido que la probabilidad de que el reajuste del sector público sea cero es igual a cero.
La pregunta que surge es:Por qué el ministro Grau se niega a sincerarse con las cifras de ingresos y gastos del presupuesto?
¿Es porque el gobierno debería reconocer que su reforma fiscal no podrá recaudar lo prometido?
¿Es porque el gobierno deberíamos reconocer que el gasto fiscal está fuera de control Y, de continuar la tendencia actual, ¿la deuda pública superaría el máximo del 45%?
¿Es porque el gobierno debería reconocer que después de cuatro años abandonará un Estado en quiebra y fondos soberanos vacíos?
La realidad es todas las alternativas anteriores.
Honrar el presupuesto implicaría para el Ministro Grau reconocer la incapacidad que demostró el actual gobierno en su función de administrar el Estado, dejando como único legado un Estado quebrado y una institucionalidad debilitada.
*El autor de la columna es académico de la Facultad de Economía y Gobierno de la Universidad San Sebastián







