La derecha de José Antonio Kast tuvo un gran éxito en las elecciones presidenciales. Evitó que Johannes Kaiser “se metiera en problemas” y logró un porcentaje de votos cercano al de Jeannette Jara. Todo indica que en tres semanas Kast será elegido presidente de Chile por un margen importante.
Sin embargo, el buen resultado en las elecciones presidenciales tiene como contrapartida un fracaso autoinfligido en las elecciones parlamentarias. La derecha -los agrego, aunque entre ellos hay un “mal carácter” profundo y manifiesto- rozó la mayoría en la Cámara y el Senado. Pero, por errores estratégicos y de coordinación, no lograron el ansiado e inédito control.
Ahora nada será como lo habían soñado.
En lugar de “sacar adelante” desde el primer día con proyectos de seguridad, migración, educación, salud y económicos, tendrán que negociar una serie de cuestiones administrativas, incluidas las presidencias de la Cámara, el Senado y las diferentes comisiones parlamentarias. Todo esto será una distracción y retrasará el avance legislativo. En la Cámara la contraparte de estas negociaciones será el PDG y en el Senado será Karim Bianchi, el hombre de Magallanes.
Las personas (de la derecha) con las que he hablado me aseguran que hay pocas posibilidades de que esas negociaciones se lleven a cabo con éxito. La derecha, me dicen, nunca estará de acuerdo con los populistas, con los arribistas, con los cortoplacistas sin una visión de país o una estrategia a largo plazo. Antes de la muerte.
Como mucho, me dicen, habrá acuerdos parciales sobre proyectos concretos con clamor popular generalizado. Temas urgentes en la frontera norte, temas puntuales en la macrozona sur. Eso, me repiten, sería todo.
Un amigo muy informado añadió que JAK tiene un historial de no negociar y rechazar desviaciones de la línea central del partido. Me informa que por pequeñas desavenencias se peleó con el mismísimo Kaiser, con Rojo Edwards, con Gonzalo de la Carrera. Los expulsó a todos, me asegura, del Partido Republicano. Mi amigo me recuerda que el segundo proceso constituyente fue un claro ejemplo de la aversión de JAK a desviarse, vía negociaciones, de la línea doctrinal trazada.
Después de escucharla concluí que la derecha no ha analizado todas las consecuencias de una estrategia de estricta rigidez.
Existe un escenario en el que la falta de acuerdos puede traducirse en inmovilismo y estancamiento. Esto, a su vez, tendría un efecto negativo en la economía. Y si la política no funciona y se estanca, los inversores se retiran y esperan hasta que se disipen las incertidumbres. Esto es lo que ha sucedido durante este gobierno. Cuando los inversores se quedan quietos, hay menos inversión, menos crecimiento y menos empleo. Todo esto conduce a una mayor frustración.
Y si surge la frustración, será difícil que la derecha esté en el poder durante 12 años como ha dicho y quiere Pablo Longueira.
Creo que hoy no se puede descartar el siguiente escenario: debido a esta posible frustración, la segunda vuelta de 2029 será una pelea encarnada y sin cuartel entre Franco Parisi y Gabriel Boric.
Por supuesto, esto requiere que ambos jueguen bien sus cartas. Para Boric eso significa adoptar la actitud de un estadista sabio; dar opiniones pequeñas y mesuradas. Para el presidente saliente esto será difícil. Como dicen: “el pez muere por la boca”.
Para que Parisi llegue a la segunda vuelta en 2029, tiene que mantener intacta su fuerza parlamentaria, cuidar de su grupo de 14 mosqueteros y negociar inteligentemente. Evitar, como ocurrió hace unos años, que sus diputados sean enviados al cambio en busca de pastos más suculentos. Mantener a los 14 alineados no será fácil, pero creo que Pamela Jiles podría hacerlo. Si Jiles no sobrevive, ¿quién?
Cuando hablé de este posible escenario con un grupo de amigos hace unos días, inmediatamente me preguntaron en qué me basaba esa narrativa. Sin dudarlo les expliqué que no era una predicción ni mucho menos un deseo. Era simplemente un escenario al que le asigné una probabilidad de, más o menos, el 50%.
Uno de mis amigos –el más astuto– me preguntó en qué metodología basé este sombrío escenario. Estuve tentado de responder eso con una metodología similar a la de las encuestas de Alberto Mayol para la primera vuelta, pero me abstuve. Mis amigos ya no estaban allí para hacer bromas.
Otro asistente dijo que, efectivamente, a su juicio el escenario era de terror, pero que había que recordar que la bancada del Senado del Partido Republicano iba a tener a Rodolfo Carter, conocido por su pragmatismo, capacidad de diálogo y sentido común. Quizás Carter podría ser un puente entre el nuevo gobierno de Kast y el PDG.







