Economia
Alta dirección, vinculación con el entorno y transparencia: las claves para impulsar una sostenibilidad integrada
Hace dos años, el Centro de Futuros Empresariales de la Universidad Adolfo Ibáñez se asoció con Amcham Chile para realizar el estudio “Integración de la sostenibilidad en la estrategia empresarial”, en el que se analizaron casi 70 empresas. El informe mostró que aquellos con mayor grado de integración sustentable reportan mayor reconocimiento social por su desempeño socioambiental, lo que se traduce en una legitimidad más fortalecida para operar.
Este miércoles, ambas instituciones presentaron los resultados del estudio “Hacia estrategias integradas de sostenibilidad empresarial”, seguimiento al informe inicial. A partir de los resultados del primer informe, los investigadores Magdalena Aninat y Esteban Koberg entrevistaron a algunas de las 66 empresas participantes.
Así nació un estudio que busca “identificar y poner a disposición los pilares clave para avanzar hacia la integración de la sostenibilidad en la estrategia empresarial, a partir del conocimiento sistematizado de la literatura académica y las mejores prácticas empresariales”.
¿Quién impulsa la estrategia?
Una de las primeras preguntas que aclara el informe es qué o quién impulsa (o frena) una estrategia integrada de sostenibilidad.
Desde el punto de vista de la dinámica interna, la visión de largo plazo es clave. Mientras que la visión de corto plazo se centra en el desempeño económico, en la estrategia de largo plazo (cinco a 10 años) la generación de valor depende de la capacidad de anticipar riesgos y oportunidades ambientales y sociales.
Otro agente relevante es la alta dirección, especialmente el propietario de la empresa. “Su convicción, valores personales y lineamientos pueden orientar a la alta dirección y al directorio, impulsando una estrategia con visión de largo plazo”, señala el texto.
Los empleados, por su parte, desempeñan un doble papel: por un lado, la integración de la sostenibilidad influye en la capacidad de una empresa para atraer y retener talento, especialmente aquellos que se sienten movilizados por un propósito, pero al mismo tiempo la cultura organizacional influye en la capacidad de una organización para integrar la sostenibilidad de forma transversal.
A estos factores se suma la dinámica de la cadena de valor, es decir, comunidades, clientes y proveedores.
Y por el lado de la dinámica externa están los inversores, la regulación y los nuevos productos.
Enfoque empresarial
La cuestión que aborda el segundo capítulo del informe es cómo las empresas abordan estas dinámicas de movilización. Para medirlo se identificaron dos dimensiones: orientación a largo plazo y apertura al medio ambiente. Según cómo se combinan, se identificaron cuatro tipos de enfoques.
El enfoque regulatorio -en el que se ubicó el 20% de la muestra- tiene como prioridad el cumplimiento legal. La sostenibilidad puede percibirse como un costo que debe minimizarse, limitado a la apertura a la innovación. Por ello no se promueven transformaciones en el modelo de negocio.
El enfoque prudente -al que pertenece el 29% de la muestra- prioriza la gestión de riesgos asociados a la sostenibilidad y la eficiencia en la asignación de recursos. Su menor apertura al entorno limita su capacidad para aprovechar oportunidades tempranamente. Así, la integración de la sostenibilidad avanza cuando se despejan las incertidumbres.
El enfoque táctico -10% de la muestra- tiene como prioridad mejorar la reputación y obtener victorias rápidas. Existe el compromiso de mantener una comunicación clara y responsable con los stakeholders, pero como resultado de la orientación cortoplacista, las iniciativas de sostenibilidad no van acompañadas de inversiones ni de cambios culturales profundos.
Finalmente, el enfoque estratégico -41% de la muestra- prioriza mitigar riesgos y capturar oportunidades de sostenibilidad. Por ello, se asignan recursos con una visión de largo plazo y se promueve la innovación en este ámbito. Asimismo, se fortalece la capacidad de adaptación y aumenta la legitimidad social.
El estudio concluye que existen tres dimensiones para avanzar hacia una estrategia integrada de sostenibilidad organizacional: alta dirección, vinculación y transparencia.
En este sentido, “la alta dirección debe definir una estrategia integrada de sostenibilidad basada en una visión de largo plazo con objetivos de corto y medio plazo, y una gobernanza adecuada para asegurar su implementación”, señala el texto.
En la relación con los stakeholders, “es necesario impulsar estrategias para que la relación con clientes, colaboradores, proveedores y la comunidad movilice la integración de la sostenibilidad en la empresa”.
Finalmente, “la transparencia es clave en la implementación de una estrategia integrada, con sistemas de medición y reportabilidad que permitan el seguimiento interno y el reporte al mercado”.
Ampliación del estudio
En la presentación del estudio, el decano de la Escuela de Negocios de la Universidad Adolfo Ibáñez, Juan Carlos Jobet, destacó la importancia del accionar de las empresas en la transición energética, pues si bien las autoridades establecen los parámetros a través de la regulación, son las empresas que ejecutar.
Por su parte, la gerente general de Amcham Chile, Paula Estévez, anunció que el estudio se aplicará a otras cámaras de América Latina, para comparar la experiencia de las empresas que operan en Chile con el resto de la región.
En tanto, el vicepresidente ejecutivo de Corfo, José Miguel Benavente, valoró el estudio, porque “hay muchas empresas que no tienen la sustentabilidad en su radar, entonces este tipo de taxonomía les ayuda a sistematizar”.