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Carmona se aferra a figura de Teillier para reunificar al PC

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El jueves, minutos antes de las 21 horas, la plana mayor del Partido Comunista, liderada por su presidente, Lautaro Carmona (72), abandonó en silencio la cineteca del Centro Cultural Palacio de La Moneda, con una música lenta de Manuel García de fondo. Lo hizo tras presenciar el documental Roja Estrella, que recuerda la gran estrella con la hoz y el martillo en el centro que en 1973 adornaba la fachada de la entonces sede del partido, en calle Teatinos con Compañía.

Con esta emotiva actividad, el PC partió la conmemoración del primer aniversario de la muerte de su expresidente Guillermo Teillier, que este fin de semana reunió a la militancia tras complejas semanas marcadas por la autoproclamación de Nicolás Maduro en Venezuela.

Este y otros temas han sacado a la luz distintas voces en un partido que se caracterizaba por su férrea disciplina. También han provocado una añoranza de la astucia y pragmatismo con que Teillier manejó los destinos de la colectividad por 18 años (2005-2023) y de su estrecha relación con el Presidente Gabriel Boric.

“Hace tiempo no se veían divisiones internas que se hicieran públicas”, comentó el viernes su hijo, Pablo Teillier (47), en una entrevista en La Tercera PM. “Muchas veces mi viejo dejaba a un lado su visión personal y bregaba por el colectivo. Hace falta su criterio unitario, su manera de ver las cosas y de cómo hablar con distintos sectores”, agregó el actor.

Su sucesor, Lautaro Carmona, en cambio, ha tenido una conducción zigzagueante en varios temas y mantiene una fría relación con Boric. Su comunicación con el Mandatario es a través de su jefe de gabinete, Carlos Durán (FA) y la última vez que ambos conversaron, fue el pasado 17 de junio, en un breve encuentro en su despacho en La Moneda. A ello, se suma que el histórico dirigente, con 57 años de militancia activa, no posee una relación de confianza mutua con sus tres ministros (as): Camila Vallejo, Jeannette Jara y Nicolás Cataldo.

Desde la disidencia -liderada por los secretarios de Estado, los senadores Daniel Núñez y Claudia Pascual, la diputada Karol Cariola, la presidenta de las Juventudes Comunistas, Daniela Serrano y el exconvencional Marcos Barraza, entre otros-, advierten que Carmona se encuentra entrampado, al no haber podido administrar las diferencias internas como lo hizo su antecesor.

“Cuando Teillier se enfrentaba a problemas, con talento, hacía que pasaran de largo y solo intervenía cuando fuese estrictamente necesario. Me llama la atención que Carmona no haya aprendido eso”, dice Ascanio Cavallo, conocedor como pocos de nuestra historia política reciente.

El columnista apunta a las reiteradas polémicas que Carmona ha tenido con el gobierno y el Socialismo Democrático desde que asumió la dirección del PC junto a la exembajadora Bárbara Figueroa en la secretaría general, hace poco menos de un año.

El acuerdo Codelco-SQM, la permanencia del general Yáñez en Carabineros, el apoyo de Boric a Ucrania, la formalización y prisión preventiva de Daniel Jadue, el despido de Juan Andrés Lagos de la Subsecretaría del Interior, el allanamiento policial en Villa Francia y la opción de que los partidos oficialistas apoyen a candidatos independientes fuera del pacto, son algunas.

“Hace falta Teillier”, dijo en julio el senador Núñez, uno de los nombres de la llamada generación intermedia de dirigentes, que empuja el asalto al poder en el PC junto a Barraza, entre otros “compañeros” de ruta.

El jueves pasado se cumplió un año de la muerte de Guillermo Teillier, quien falleció a los 79 años.

Pero, sin duda, la crisis política venezolana ha sido el tema más difícil que ha tenido que enfrentar el administrador público, titulado en 1977, en plena dictadura militar, mismo año en que se casó con la kinesióloga Erika Alert, con quien tiene tres hijos: Andrés (profesor), Fernando (economista, asesor del Segundo Piso) y Paz (administradora pública, jefa de gabinete del Servicio Nacional del Patrimonio Cultural).

Así quedó demostrado en una tensa y larga comisión política extraordinaria realizada el sábado 24 de agosto. Esa tarde, 12 de sus 16 miembros, más los tres ministros y un par de invitados, se volvieron a dividir en partes prácticamente iguales, como ha venido ocurriendo en los últimos encuentros.

Por un lado, la disidencia se apegó a la línea de Boric -quien el día anterior había calificado al régimen de Maduro como “una dictadura”- advirtiendo sobre los costos a los que se exponía la colectividad al validar un proceso electoral a todas luces irregular.

El otro grupo, encabezado por Carmona, Lagos y el encargado de las relaciones internacionales, Claudio de Negri, pidió reconocer el triunfo de Maduro, tal como lo hizo la mayoría de los partidos comunistas de América Latina -salvo el venezolano- y Europa.

Uno de los argumentos expuestos por Carmona en el encuentro realizado a puertas cerradas en la Casa Museo Michoacán de los Guindos, en La Reina, fue -según quienes estuvieron presentes- que los cuadros comunistas están molestos por la forma en que el Socialismo Democrático está tratando a la tienda.

Al no haber acuerdo, la discusión derivó en una ecléctica declaración que buscó dejar medianamente conforme a ambas partes. Muy al estilo comunista se redactó un comunicado donde no se reconocía el triunfo de Maduro y se reafirmaba que es el Presidente Boric quien conduce la política exterior del país. Sin embargo, se hacía un llamado a la comunidad internacional a “abstenerse de adoptar posturas” que deriven en un clima de confrontación.

Pero las largas exposiciones y el posterior debate no sirvieron de mucho, ya que al día siguiente (domingo 25), Carmona dijo en el programa Estado Nacional, de TVN, que Venezuela no era una “dictadura”, uno de los puntos que justamente se habían evitado poner en el texto.

“No quiero entrar en un debate con el Presidente, porque quiero ser consistente en que respeto, a pesar de mi diferencia, y si usted quiere yo me concentro en positivo en la exposición y la mirada distinta que tengo”, dijo usando su habitual lenguaje alambicado.

De esta forma, el timonel se salía del marco acordado y volvía a exponerse a una nueva ráfaga de críticas de parte del SD que no demoró en llegar.

El académico de la UC Alfredo Riquelme, estudioso de la historia del PC, dice que Carmona se transformó “en el valedor de la facción bolivariana” del partido, a diferencia de lo que hizo su predecesor, quien -asegura- supo ser un articulador entre las distintas generaciones y sensibilidades políticas.

“El silenciamiento de las voces comunistas renovadoras y más apreciadas por la ciudadanía puede comenzar a revertir drásticamente logros electorales históricos impulsados por Teillier, comenzando por las elecciones de octubre próximo”, advierte el autor de Rojo Atardecer.

Pese a pertenecer a generaciones distintas, Carmona siempre fue un estrecho colaborador de Gladys Marín, una de las figuras más emblemáticas del PC.

Sus adversarios internos ponen este reciente episodio como un fiel ejemplo del carácter poco carismático y a ratos confuso de Carmona que, en su anterior cargo de secretario general -asumido en 2005- no le había traído mayores consecuencias, pero que desde que llegó a la dirección le ha jugado malas pasadas.

Le cuestionan, además, un estilo de hacer política “ochentero” y que le ha costado adaptarse a los nuevos códigos comunicacionales de la política. Ello, según indican fuentes del partido, también le ha dificultado relacionarse con la generación de parlamentarios comunistas más jóvenes y con las dirigentas feministas.

Esta semana, por ejemplo, no pasó desapercibida la forma en que la presidenta de la Cámara Baja, Karol Cariola, se desmarcó de sus dichos sobre Venezuela, diciendo que “no es justo que se me juzgue por declaraciones que no me pertenecen”.

También han sido públicos sus encontrones con sus pares del PS, Paulina Vodanovic, y del PPD, Jaime Quintana. Este último, incluso, puso en duda la continuación de la actual alianza política con los comunistas.

Para el historiador y académico de la U. de Playa Ancha Cristián Pérez, la “fuerte” presión que ha habido en contra del PC y desde los sectores del SD, especialmente en el tema Venezuela, se debe más bien a fines político-electorales. “Para ellos, mientras más cerca se esté de Maduro, menos votos se obtienen, ad portas de las elecciones locales. El tema es que a la militancia le llega con mucha fuerza al venir de sus compañeros de ruta, especialmente de los socialistas”, señala el autor de Vidas Revolucionarias y de Cerca de la Revolución, quien agrega que el PC, en sus más de cien años de historia, ha vivido momentos mucho más complejos que el actual, de los cuales siembre ha sabido reponerse.

Carmona ya piensa en su reelección en los comicios internos previstos para fines de este año, al finalizar el 27° congreso de la tienda y que el ala disidente no está dispuesta a postergar, como han señalado en instancias internas.

El político nacido en Limache se encuentra recorriendo el país apoyando a sus candidatos a alcaldes, concejales y gobernadores y conversando con antiguos militantes (el viernes estuvo en la Región de los Ríos). Justamente una de sus fortalezas es su acabado conocimiento de la “máquina” partidaria, que él mismo se ha encargado de engrasar desde la recuperación de la democracia, en 1990, cuando asumió como jefe nacional de la reorganización del PC. Al igual que a Marín y Teillier, la vieja guardia le respeta mucho su rol en los años 80 en la clandestinidad bajo el nombre político de “Camilo Contreras”.

Otra de sus características que relevan sus cercanos es su resiliencia. Tras dos derrotas consecutivas en distritos de la Región Metropolitana (1997 y 2001), Carmona fue electo diputado en 2009 por Copiapó, siendo reelegido en 2013. En 2017 intentó saltar al Senado por la misma región, pero no lo logró, incluso sacando seis mil votos menos que en 2013.

Pero volvió a ponerse de pie y pavimentó una serie de alianzas internas que lo llevaron a suceder a Teillier en septiembre del año pasado, como indicaba la lógica. El pacto más clave fue con Jadue, de quien fue un ferviente impulsor, junto a Juan Andrés Lagos, de su candidatura presidencial en 2021, a diferencia de Teillier, quien mantuvo distancia.

Pero su reelección no será fácil. Muchos estiman que es el momento de un cambio generacional, tal como pasó en 1994 desde los liderazgos de Luis Corvalán y Volodia Teitelboim al de Gladys Marín. Y también la hora de un liderazgo que le dé nuevos aires a la centenaria colectividad, que para hoy en la mañana convocó a una romería en el Cementerio General para recodar a Teillier.

Se espera que Carmona haga hoy un llamado a la unidad del PC, en momentos que les llueven las críticas .

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