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Cayuqueo versus Cayuqueo – La Tercera

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Hay muchas cosas que unen a Pedro y Camilo Cayuqueo. Ambos provienen de Nueva Imperial y forman parte de un clan en el que, a pesar de no compartir lazos de sangre directos, se tratan como miembros de la misma familia.

“A diferencia de los winka, casi todos somos parientes de los que tienen el mismo apellido. Los chilenos nunca han entendido eso, por eso buscan un presidente mapuche, un líder, una autoridad única, que nunca va a existir en el caso mapuche, porque somos clanes como los escoceses”, explica Pedro (45), escritor y periodista de Valparaíso.

Camilo (32), publicista e ingeniero comercial, además de exdirector del Observatorio de Participación Ciudadana y No Discriminación en el segundo gobierno de Sebastián Piñera, lo conoció en 2014. Ese año se viralizó una publicación de Camilo en Facebook: era una carta dirigida a María Luisa Cordero, quien unos días antes había tratado a Alexis Sánchez como un “indio horrible” en televisión abierta. Desde entonces están escritos y soportados. Sin embargo, hoy van por caminos opuestos. El periodista es un abierto defensor del Aprobatorio de cara al plebiscito del 4 de septiembre. El ingeniero comercial, en cambio, es una de las caras que tiene el Rechazo en el pueblo mapuche. Ese debate es lo que impulsa esta conversación de Zoom.

“Creo que el proyecto de nueva Constitución finalmente coloca a Chile en los estándares internacionales, que sean democráticamente dignos en cuanto al reconocimiento de los pueblos indígenas. No hay conejo en el sombrero en este borrador. Lo que hay es una actualización de una serie de avances que existen en la comunidad internacional, que están presentes en democracias bastante consolidadas y que Chile ve con considerable envidia, como Canadá, Nueva Zelanda, Estados Unidos, donde existe un reconocimiento legal indígena. , autogobierno y justicia paralela o complementaria”, asegura Pedro Cayuqueo.

Desde Santiago, Camilo Cayuqueo lo refuta: “Voy más por la opción de Rechazo. Porque si bien la Convención nos puso en primera línea, por así decirlo, a los pueblos originarios, creo que la forma en que se implementó, lamentablemente, nos llevará a enfrentar a personas que hoy no son de los pueblos originarios”.

Camilo, tu crees que el poder y representatividad que tiene el PP.OO. fue excesivo?

camilo: claro Porque para mí tener derechos es diferente a tener privilegios. No quiero estar por encima del chileno promedio, quiero estar igual ya la par y tener las mismas oportunidades que el chileno. Por eso hoy la gente nos mira con recelo, con odio. Porque creen que nos dan todo gratis.

¿Qué elementos del proyecto privilegian al PP.OO. sobre los chilenos?

Camilo: Que los escaños reservados están en todas las estructuras del Estado. Yo, solo por ser mapuche, tengo un cupo garantizado dentro de la estructura del Estado. Creo que eso ya no aplica. Distinto es el caso de las elecciones para cargos de representación popular. Hoy los necesitamos.

¿Cómo lo ves, Pedro?

Pedro: Yo respondería con lo que dijo Malcolm X a todos sus detractores blancos, que lo acusaron de ser un racista negro: no estaba derribando a los blancos. Iba hacia los negros. Y creo que eso es lo que está pasando hoy: se está normalizando una situación anómala, en la que una sociedad blanca, una cultura blanca y una identidad blanca, habían subyugado al Estado 10 identidades preexistentes, y que no son piezas de museo. Son culturas e identidades vivas que merecen reconocimiento y aprecio. Y dentro de la comunidad estatal, y la comunidad política llamada Chile, también merecen tener un espacio de participación activa.

¿Cómo evalúa el papel de las convenciones indígenas?

Camilo: Recuerdo una intervención, no sé si fue de Elisa Loncon o de Adolfo (Millabur), que dijo ‘ahora van a sentir lo que sentimos nosotros’. Así que dije mierda. Para mí una Constitución es la columna vertebral del país. Por la misma razón que es tan importante que llames a la unidad. Yo siempre digo que si Elisa Loncón no hubiera ido tan lejos en una ideología, quizás hubiera sido la próxima presidenta que necesitábamos de los pueblos originarios.

Pedro, ¿compartes la impresión de que algunas acciones de los representantes de los pueblos indígenas en la Convención contribuyeron a generar cierta reticencia?

Pedro: Entre ellos, los pueblos originarios, creo que los líderes que formaban parte de los asientos reservados tuvieron un comportamiento bastante moderado. Porque las cosas que destacamos como negativas, muchas veces, tenían que ver con la ineptitud intercultural por parte del chileno común y salvaje, a quien le molestaba, por ejemplo, la vestimenta de lo convencional. Descubrió que estaban disfrazados. Eso habla de un desconocimiento brutal por parte de quienes hacen esos comentarios, porque los trajes indígenas no son disfraces. Lo otro que hasta generaba ruido era que hacían ceremonias. Bueno, las ceremonias son parte de nuestro ethos cultural y son muy relevantes y prestigiosas tanto a nivel urbano como rural. Entonces, creo que hubo algunas actitudes de los pueblos originarios que fueron mal entendidas por la sociedad chilena o por aquellos sectores que iban a torpedear el trabajo de la Convención, hubiera o no indígenas.

¿Y sus portavoces?

Pedro: Sí, creo que hubo discursos a veces un poco exagerados. Pero creo que esos discursos se deben a la catarsis que se genera en un espacio como la Convención. Que es un espacio donde muchos hicieron una especie de terapia de grupo, de dolor, de rabia, de añoranzas que fueron pospuestas hace tanto tiempo. Esta es la primera convención democrática que Chile vota por sí mismo en 200 años. En otras palabras, había muchas cosas que decir, que gritar. Había muchas cosas que reclamar y que algunas convencionales hacían y, bueno, se marcaban como conflictivas o farragosas.

Uno de los problemas de la Macrozona Sur es la violencia. ¿Cómo puede contribuir la nueva Constitución a resolver este conflicto?

Camilo: No sé si va a aportar. Creo que nos llevará a mayores enfrentamientos. Por ejemplo, cuando hablamos de expropiación. Si retrocedemos en la historia, el territorio mapuche comienza desde el Biobío hacia el sur. Y si esta interpretación fuera a ser adoptada por grupos extremos, como la CAM, qué pasará cuando empiecen a reclamar y decir no, este territorio es mapuche. Eso va a generar mucha más violencia, mucho más enfrentamiento entre gente de pueblos indígenas y gente que no pertenece a pueblos indígenas.

Pero, ¿contribuye a su disminución?

Pedro: A la larga contribuirá. En la medida en que, de aprobarse, las autoridades gubernamentales muestren sus cartas y den a conocer cuál será el plan que realmente tienen para un proceso de paz en la zona sur. Una que implica atender las demandas de los grupos mapuche radicales, porque tienen que atenderlas. El realismo político te dice que tienes que hablar con ellos, te guste o no. Los procesos de paz en el mundo se desarrollan con los enemigos, no con tus amigos. Y creo que el gobierno no ha podido manifestar esa disposición en este período que lleva en el cargo, porque está condicionado por la coyuntura electoral del plebiscito.

¿Para iniciar este proceso de paz, el gobierno tendría que retirar la denuncia en el caso de Héctor Llaitul?

Pedro: Los procesos de paz son gestos que son mutuos, que tienen que ver con la desmilitarización de esto, con la amnistía, con el desarme, con la liberación de los presos. Lo hemos visto en los procesos de España, de Colombia, lo hemos visto en Irlanda, en Sudáfrica. No vamos a inventar la pólvora en un proceso de paz con los grupos mapuches radicales de La Araucanía, que, además hay que decirlo, están lejos de ser una guerrilla o una insurgencia armada en beligerancia contra el Estado. Más allá de las declaraciones a la prensa de algunos dirigentes, como Llaitul, lo cierto es que la violencia política mapuche no ha dejado de limitarse al sabotaje de maquinaria forestal, ataques a fincas. Y en el caso de la CAM, en particular, este dato es bastante relevante, porque muchas veces se olvida: no ha habido ningún asesinato acreditado por parte de la organización en sus 23 años de existencia.

Pero de la WAM y de la Resistencia Mapuche Lafkenche, sí.

Pedro: Bueno, estoy hablando de la CAM, que es la más histórica y diría que la más representativa del mundo mapuche.

Camilo: Soy más drástico que Pedro. Todos los días vemos camiones destruidos de empresarios que incluso son de pueblos indígenas, a quienes les han quemado sus pequeñas cabañas o sus negocios. Estoy en Rechazo a esta propuesta de nueva Constitución, porque, finalmente, en materia de consulta indígena, por ejemplo, podría frenar cualquier tipo de iniciativa de desarrollo económico. Incluso los pertenecientes a personas de pueblos indígenas, que pueden verse enfrentados a estos grupos violentos.

¿Hay algo en el texto que ayude a estos grupos a sentarse a la mesa y deponer las armas?

Pedro: Bueno, la nueva Constitución establece mecanismos, por ejemplo, para agilizar la restitución de tierras. También en cuanto a posibilidades futuras de autonomía territorial limitada. Eso está en la nueva Constitución y se irá implementando en la medida en que se legisle al respecto. Y ese es un horizonte que sería una salida muy interesante a explorar en el caso de algunos territorios emblemáticos. ¿Por qué Temucuicui no podría ser un territorio autónomo en un futuro Estado plurinacional de autonomías territoriales?

¿Cómo evalúa el ordenamiento jurídico indígena propuesto por la nueva Constitución?

Camilo: Para mí no es positivo, porque finalmente hay dos sistemas de justicia. Eso, obviamente, vulnera los derechos de la víctima y vulnera la igualdad ante la ley. Y creo que eso nos lleva aún más lejos a la división que tenemos hoy como país. La propuesta de pluralismo jurídico es una instancia incierta, sin ninguna definición, sin una propuesta concreta, donde se dice: “Yo y Pedro vivimos en una comunidad, me roba una gallina y finalmente será una autoridad ancestral la que definirá la castigo”. ¿Pero esa persona está preparada, capacitada, capacitada para decidir? Eso genera incertidumbre y no podemos consagrar la incertidumbre en detrimento de la justicia. Hoy estamos en un país bastante fragmentado, herido, radicalizado y polarizado. años para que tengamos ese sueño canadiense o neozelandés de dos sistemas de justicia.

Pedro: Pero no hablemos de Canadá, Nueva Zelanda o los países nórdicos. Hablemos de Colombia, que es el Estado más avanzado hoy en día en materia de derecho indígena a nivel sudamericano. Lo primero que hay que hacer para que no exista la incertidumbre que tenéis es que haya una ley que establezca la jurisdicción de la justicia indígena. La Constitución establece un principio, Camilo. Luego viene el trabajo legislativo, que en el caso de la justicia indígena tiene que establecer la jurisdicción de la justicia indígena, la cual no puede entrar en conflicto con la justicia ordinaria penal o civil. Ahora bien, la experiencia colombiana de pluralismo jurídico se limita a la resolución de controversias que son de carácter civil o vecinal, y no precisamente en materia penal, donde opera la justicia ordinaria. Y, además, la disputa de competencias también se dirimirá en el Tribunal Supremo. Eso también pasará aquí en Chile, en un momento determinado. Es muy necesario que la justicia indígena también comience a jugar un papel relevante en la resolución de conflictos que a veces se dan a nivel comunitario.

¿Por qué?

Pedro: Porque eso también implica el ejercicio de la autodeterminación, de hacerse cargo de los propios asuntos.

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