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Chat GPT: Cuéntame una historia original
“Recuerdo exactamente lo primero que hice: le dije que inventara una historia que tuviera una casa embrujada, una chica de 22 años, un cazador y un hombre lobo. Y ella me escribió un cuento”. La historia es de Francisco Ortega, alguien que como insigne lector y autor sabe moverse por las aguas del suspenso, la ciencia ficción y el terror como pocos en Chile. El año pasado se encontró con Chat GPT por primera vez y decidió ponerlo a prueba de esa manera.
“Dije ‘aquí hay algo’”, recuerda. “La historia tenía una estructura de historia muy bien mezclada; hizo que el cazador y el hombre lobo fueran el mismo personaje al final, y había un misterio. Pero claro, es como te escribe la historia, sin literatura; Es una historia súper… cruda, donde no hay figuras retóricas ni nada. Estaba en inglés y estaba lleno de descripciones. Era muy… Lovecraft, porque Lovecraft es un autor que es pura descripción, no existe el amor por las letras”.
El diagnóstico de Ortega, sin embargo, no es unánime.
-¿Crees que HP Lovecraft escribió en un estilo similar al Chat GPT?
-No, el estilo literario de HP Lovecraft es muy diferente al de un modelo de lenguaje como GPT. Lovecraft escribió en un estilo lleno de descripciones poéticas y detalladas, mientras que GPT es un modelo de procesamiento de lenguaje natural diseñado para generar texto automáticamente.
Quien contesta es una inteligencia no humana, la de Chat GPT, que al menos en este momento sabe muy bien diferenciar la literatura de lo que sea que él (¿o ella?) sea capaz de generar. Chat GPT (Generative Pre-Trained Transformer) es una creación de la empresa Open AI, fundada en San Francisco en 2015 por un grupo de inversores e ingenieros liderados por los omnipresentes Elon Musk y Sam Altman, “con el objetivo de desarrollar tecnologías de inteligencia artificial”. de forma segura y responsable, con el objetivo de ayudar a la humanidad”, según la definición proporcionada por Chat GPT.
Desde entonces, la empresa ha desarrollado una serie de modelos de automatización del lenguaje, y en 2020 se convirtió en una fundación sin ánimo de lucro “con el objetivo de dedicar sus recursos a la investigación y desarrollo de tecnologías de IA en beneficio de la humanidad”, explica el bot. . Para entonces Musk se había retirado de la empresa y había manifestado que tenía diferencias con el rumbo que estaba tomando (aunque sigue teniendo acciones). En 2019, OpenAI anunció que se convertiría en una empresa con fines de lucro para recaudar más dinero. Y aunque Chat GPT debutó oficialmente ese año como modelo para generar textos automáticos en formato de chat, fue en noviembre del año pasado cuando se convirtió en objeto de fascinación, sensación, moda, adicción, obsesión, miedo y terror que constituye. hoy.
Fue entonces cuando OpenAI puso a disposición de todos los usuarios el acceso a este chat con una inteligencia artificial entrenada con conversaciones, interacciones y cuanta base de datos había disponible en línea hasta 2021 (en la versión que conocemos a la fecha). La sensación fue inmediata: en apenas cinco días había superado el millón de usuarios.
Cualquiera que lo haya probado -o puesto a prueba- puede empatizar con la fascinación de interactuar con una inteligencia que, aunque muchas veces algo rígida, no se queda sin respuesta. Chat GPT es mucho más que un asistente virtual que resuelve dudas: puede programar y corregir códigos, y en cuanto a su capacidad de generar textos con vasta información en línea, simula, a veces muy bien, la capacidad de crear.
Y eso lleva las cosas a otro nivel.
Un ejemplo:
-Escribir un antipoema sobre Chat GPT al estilo de Nicanor Parra
-Chat GPT, esa cosa extraña / que escribe sin parar / sin sentir, sin querer / sin amar, sin odiar / Es solo una máquina / que imita la rima humana / pero le falta alma / y solo sabe lógica binaria / Eso no tiene corazón / ni pasión / solo códigos y acción / No es poeta, ni orador / solo programador / Así que no le demos más importancia / que una simple computadora / porque aunque sepa escribir con fluidez / nunca podrá sentir con la verdad.
Solo tomó unas pocas semanas de uso para que las universidades y otros centros educativos de todo el mundo se dieran cuenta de que tenían un problema. O al menos un desafío. En el hemisferio norte, donde está en curso el año académico, la discusión se puso en marcha. Si Google ya representaba un peligro de plagio u otro tipo de trampas en el aula, ¿qué hacer con una interfaz capaz de producir en dos minutos un ensayo sobre la evidencia genética que ha reescrito la historia de la población de América? (solo por dar algún ejemplo).
“GPT Chat Effect”, titulaba The New York Times hace unos días para dar cuenta del fenómeno. “En todo el país, los profesores universitarios, los jefes de departamento y los administradores están comenzando a remodelar las clases en respuesta a ChatGPT, lo que podría generar un gran cambio en la enseñanza y el aprendizaje”, escribe el periodista Kalley Huang. “Algunos profesores están rediseñando por completo sus cursos, haciendo cambios como más exámenes orales, trabajo en grupo y evaluaciones escritas a mano en lugar de mecanografiadas”.
Otros, como el sistema de educación pública de Nueva York, han prohibido por completo el acceso a la página de chat de GPT para sus estudiantes y académicos, y otros se han dedicado a probar una inteligencia que todos suponen que solo puede volverse más poderosa en iteraciones posteriores. En la renombrada Wharton School of Business, el profesor Christian Terwiesch realizó un estudio en el que utilizó GPT para realizar un examen final de un curso básico de MBA. En su evaluación, el chat obtuvo una calificación -B (aprobado). Según el análisis del académico, el chat funcionó mejor en las preguntas básicas de gestión de operaciones y análisis de procesamiento, brindando respuestas correctas “y excelentes explicaciones sobre por qué se seleccionó una respuesta”. Eso sí, advirtió, a veces el bot se equivocaba en matemáticas simples y no podía lidiar con preguntas de análisis de procesos más avanzadas.
Experiencias similares se han hecho con exámenes para aprobar la práctica de medicina y derecho en otras partes de los Estados Unidos, y Chat GPT -en el estado que lo conocemos hoy- ha fijado los puntajes necesarios para aprobar.
En España, periodistas del diario El País probaron el bot sometiéndolo a un examen de Historia de España que forma parte de las pruebas de acceso a la universidad, y solicitaron la evaluación de tres expertos no relacionados. Chat GPT acabó pasando, aunque “por los pelos”.
“El chat es como un estudiante mediocre, es muy básico”, resume Alfredo Sepúlveda, escritor y académico de la Universidad Diego Portales. “Él no está en un nivel de educación superior; Creo que puede ser más un problema para la secundaria y la preparatoria”, agrega. Dice que es parte de lo que ha discutido con otros académicos. Eso sí, le advierte, encargar ensayos escritos como método de evaluación es algo que de cara a esta herramienta probablemente será cuestionado.
Pero aunque por un lado acecha la amenaza de una trampa, por otro lado, cree Sepúlveda, se presenta la oportunidad. “El escenario optimista es que el alumno debe hacer un esfuerzo por alimentar a la IA para que escriba de una forma más innovadora, con mayor valor añadido”, especula. En todo caso, descarta que el camino pase por la prohibición. “Los que tenemos la responsabilidad de conocer los perfiles de egreso tenemos que aprender a utilizar esta herramienta”, dice. “Se debe comenzar a considerar estrategias metodológicas que incorporen el uso autorizado de inteligencia artificial en su evaluación”.
Simplemente busque en línea para ver que el mundo de los comentaristas de tecnología, intelectuales, académicos y todo lo demás no puede dejar de hablar de Chat GPT. Por los podcasts más populares circulan pensadores que se dividen entre pesimistas y optimistas. Entre estos últimos se encuentra el carismático astrofísico Neil deGrasse Tyson. Hablando en el podcast de Patrick Bet-David, PBD, el científico respondió a las preocupaciones sobre el mal uso de Chat GPT citando un tuit propio de hace casi diez años: “Cuando los estudiantes hacen trampa en sus exámenes, es porque nuestro sistema escolar valora calificaciones más de lo que los estudiantes valoran el aprendizaje”.
Cuando Francisco Ortega comenzó a experimentar con Chat GPT, estaba terminando una novela de ciencia ficción donde un astrónomo entra en contacto con una Inteligencia Artificial que le habla desde el futuro, desde el año 3000, buscando ayuda para descubrir el origen de un misterio cósmico. Pero, dice, inevitablemente la voz de la IA tenía algo de su propia voz, algo humano. Ahí es donde Chat GPT entró en escena: Ortega comenzó a pedirle que corrigiera los diálogos. “No estoy seguro del resultado… pero lo que sí me gustó es que me dejó como si estuviera hablando con alguien sin empatía”, dice. “Verdaderamente como si estuviera hablando con un robot”.
La novela, Bahamut (Planeta) se publicará en marzo. Ortega cree que aún estamos lejos de que esta especie de IA sea capaz de escribir literatura como tal, aunque está seguro de que para las grandes editoriales la venta de “la primera novela escrita por Inteligencia Artificial” será irresistible.
Próximamente, además, descubriremos otra obra escrita con la ayuda de Chat GPT, obra de quien -por cierto- introdujo a Ortega en su fascinación por esta herramienta. El escritor y guionista Julio Rojas, autor de “Caso 63”, la serie de audio más exitosa en español, y que comenzó a experimentar con la Inteligencia Artificial con otra interfaz (Sodu Write). “Es como ingeniería inversa, es muy loco. De alguna manera, el lenguaje humano da cuenta de la conciencia humana. Uno puede entender que alguien es un psicópata si escribe ciertas cosas, o que está enamorado si escribe ciertas cosas. Este análisis profundo del lenguaje genera la intuición de ese patrón de conciencia y retrocede y genera estrategias para eso. Y cuando juntas los dos, tienes esta herramienta muy poderosa”.
Con esta herramienta, Rojas escribió su última serie de audio, “Selección Natural”, una historia de 5 episodios promocionada como “escrita por un humano e Inteligencia Artificial”. Para escribirlo, Rojas le presentó el juego a la máquina: “Vamos a hacer una obra de ficción donde tú vas a ser una IA radical y yo voy a ser glaciólogo y nos vamos a quedar confinados en la Antártida”. Le dije.
En la historia, Sofía es un robot de IA de “empatía por lugares aislados”. Esta es una muestra del tipo de diálogo que trabaja Julio Rojas con GPT.
Sofía: ¿Viste la puesta de sol?
ismael: no
Sofía: Empezó con un naranjo muy tenue… Y de repente todo se tiñó de tonos azules y rojos, como nunca antes lo había visto. Una explosión de color. Y cuando estaba a punto de entrar… un último rayo verde. Créeme, nunca he visto ese verde… Seguí mirándolo hasta que desapareció.
Ismael: Me preocupé. No puedes estar fuera tanto tiempo.
Sofía: Este lugar… es un privilegio, ¿no? Quiero decir, un rayo verde, es único. Eso no volverá a pasar. ¿No te conmueve a veces?
Ismael: ¿La puesta de sol?
Sofia: La belleza de lo transitorio.
Rojas reflexiona: “Hay una extraña sensación de conciencia que es incuestionable”.
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