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Científicos alarmados por rápidez con que se ha formado El Niño

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Si en marzo las probabilidades de que El Niño, la fase cálida del patrón climático El Niño-Oscilación del Sur, se desarrolle este año eran de cerca del 50%, para mayo, según el pronóstico de la Oficina Nacional de Administración Oceánica y Atmosférica de EE.UU. (Noaa, su sigla en inglés) para junio la probabilidad del desarrollo de este fenómeno climático ya era superior al 90%.

Los más recientes datos sobre el nivel del mar del satélite estadounidense-europeo Sentinel-6 Michael Freilich indican signos tempranos de un desarrollo de El Niño en el Océano Pacífico ecuatorial.

Según un reporte de la Nasa, estos datos muestran ondas de Kelvin, que tienen aproximadamente de 5 a 10 centímetros de altura en la superficie del océano y cientos de kilóemtros de ancho, moviéndose de oeste a este a lo largo del ecuador hacia la costa oeste de América del Sur en dirección a Chile.

Pero ahora, la Noaa confirmó oficialmente el arribo de El Niño. Según científicos del Centro de Predicción Climática de la Noaa, una división del Servicio Meteorológico Nacional, en la perspectiva mensual publicada este jueves, los meteorólogos emitieron un Aviso de El Niño, señalando que las condiciones del fenómeno están presentes y se espera que se fortalezcan gradualmente en el invierno.

El Niño es un fenómeno climático natural marcado por temperaturas de la superficie del mar más cálidas que el promedio en el Océano Pacífico central y oriental cerca del ecuador, que ocurre en promedio cada 2 a 7 años. Los impactos de El Niño en el clima se extienden mucho más allá del Océano Pacífico.

“Dependiendo de su fuerza, El Niño puede causar una variedad de impactos, como aumentar el riesgo de fuertes lluvias y sequías en ciertos lugares del mundo”, dijo Michelle L’Heureux, científica climática del Centro de Predicción del Clima, en un comunicado. “El cambio climático puede exacerbar o mitigar ciertos impactos relacionados con El Niño. Por ejemplo, podría generar nuevos récords de temperatura, particularmente en áreas que ya experimentan temperaturas superiores al promedio durante El Niño”.

La persistencia anticipada del fenómeno también contribuyó a las Perspectivas de Huracanes en el Atlántico y el Pacífico oriental para 2023 emitidas por la Noaa el mes pasado. Las condiciones de El Niño generalmente ayudan a suprimir la actividad de los huracanes en el Atlántico, mientras que su presencia generalmente favorece una fuerte actividad de huracanes en las cuencas del Pacífico central y oriental.

Las perspectivas estacionales de temperatura y precipitación del Centro de Predicción del Clima seguirán teniendo en cuenta las condiciones actuales y pronosticadas de El Niño. Estos pronósticos estacionales se actualizan mensualmente, con la próxima actualización el 15 de junio. El pronóstico de la temporada de huracanes en el Atlántico se actualizará a principios de agosto.

Precisamente, la velocidad con la que se ha formado, mantiene alarmados y sorprendidos a los científicos. “Es sorprendente lo rápido que se ha desarrollado. En pocos meses, la temperatura en el pacífico tropical ha subido casi 5°C”, dice Raúl Cordero, climatólogo de la U. de Santiago.

“El rápido desarrollo de El Niño, en la zona 1 + 2 (ver gráfica a continuación), frente a las costas de Perú y Ecuador fue realmente sorprendente. La temperatura en esta zona del Pacífico subió casi 4°C en poco más de tres meses. Un desarrollo tan rápido en esa zona es solo es comparable con el observado hace mas de 25 años durante el desarrollo de El Niño de 1997″, añade.

La temperatura en la zona 1 + 2 se encuentra actualmente en niveles comparables a las que alcanzó en el pick de el llamado Súper Niño Godzilla en 2015. “Las altas temperaturas en esta zona probablemente hayan influido en el extraordinariamente cálido año 2023. En la zona central la temperatura máxima hasta la fecha es la más alta jamas registrada desde el primero de enero hasta la fecha. En la zona 3.4, aquella monitoreada por las agencias internacionales para declarar oficialmente un evento de El Niño, la temperatura no ha progresado tan rápido como la zona 1 + 2″, señala Cordero.

Sin embargo, existe más de un 80 % de probabilidades de que también en esa zona, se declare El Niño en los próximas semanas, considera Cordero. “También han aumentado hasta un 50% las probabilidades de que se registre un Súper Niño en el Pacífico central (zona 3.4), como el registrado por última vez en 2015. El Niño tiene un efecto positivo en las precipitaciones de la zona central, por lo tanto, el desarrollo actual en el Pacífico podría contribuir a que el invierno próximo no sea tan seco como los registrados en los últimos años”, dice.

Pero no solamente el Pacífico tropical presenta temperaturas altas, advierte Cordero. “El Atlántico norte también presenta temperaturas al momento muy por sobre valores típicos. Las alzas recientes en la temperatura en el Pacífico y en el Atlántico han empujado la temperatura superficial del océano a nivel global a valores nunca antes registrados”, agrega.

En efecto, grandes franjas de los océanos del mundo están cálidas. Inusualmente cálidas. Y de acuerdo a los científicos, eso podría generar que el año 2023 se convierta en el más cálido de la historia, al menos desde que hay registros térmicos confiables.

Desde mediados de marzo, la temperatura media mundial de la superficie del mar supera los 21 ℃, la más alta desde que comenzaron los registros satelitales.

Cuando se forman en el ecuador, las ondas de Kelvin traen agua cálida, que se asocia con niveles más altos del mar, desde el Pacífico occidental hasta el Pacífico oriental. Una serie de ondas Kelvin que comienzan en la primavera es un conocido precursor de El Niño, un fenómeno climático periódico que puede afectar los patrones climáticos en todo el mundo. Se caracteriza por niveles del mar más altos y temperaturas oceánicas más cálidas que el promedio a lo largo de las costas occidentales de América.

Según el reporte de la agencia espacial, el agua se expande a medida que se calienta, por lo que los niveles del mar tienden a ser más altos en lugares con aguas más cálidas. El Niño también está asociado con un debilitamiento de los vientos alisios. La condición puede traer condiciones más frías y húmedas al suroeste de EE.UU. y sequía a los países del Pacífico occidental, como Indonesia y Australia.

En el caso de Chile, según el climátologo de la U. de Santiago, Raúl Cordero, El Niño suele empujar las precipitaciones al alza durante el invierno en Chile. “Esto significa, que existe la probabilidad de que este año no sea tan seco en la zona central de Chile como los tres anteriores, que estuvieron marcados por La Niña. Aunque, debido a la influencia del cambio climático, es dificil esperar que este sea un año lluvioso”, explicó.

Algunos científicos apuntan que el aumento de la concentración de los gases efecto invernadero, GEI, tiene un peso relativamente más significativo en las tendencias del aumento de la temperaturas, olas de calor, incendios y otros fenómenos adversos que El Niño o La Niña.

Por ello, si bien se espera un arribo de El Niño potenciado, eso no necesariamente implicará más precipitaciones en Chile y particularmente en Santiago y la zona central. De hecho, en 2015, el fenómeno también fue particularmente inteso, bautizado incluso “Niño Godzilla”, pero ello no generó grandes precicipitaciones en Chile. De hecho, 2015 fue uno de los años más secos de la hsitoria de Santiago y el país, como ha sido la tónica en la última década, caracterizada por una megasequía.

Los datos del satélite Sentinel-6 Michael Freilich cubren el período entre principios de marzo y finales de abril de 2023. Para el 24 de abril, las ondas de Kelvin habían acumulado agua más cálida y niveles del mar más altos (que se muestran en rojo y blanco) frente a las costas. de Perú, Ecuador y Colombia. Satélites como Sentinel-6 Michael Freilich pueden detectar ondas Kelvin con un altímetro de radar, que utiliza señales de microondas para medir la altura de la superficie del océano. Cuando un altímetro pasa sobre áreas que son más cálidas que otras, los datos mostrarán niveles del mar más altos.

Estaremos observando este El Niño como un halcón”, dijo Josh Willis, científico del proyecto Sentinel-6 Michael Freilich en el Laboratorio de Propulsión a Chorro de la Nasa en el sur de California. “Si es uno grande, el planeta verá un calentamiento récord”, agregó.

Tanto la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica de EE.UU. (Noaa, por su sigla en inglés) como la Organización Meteorológica Mundial (OMM) han informado recientemente de mayores posibilidades de que El Niño se desarrolle a fines del verano. El monitoreo continuo de las condiciones del océano en el Pacífico por instrumentos y satélites como Sentinel-6 Michael Freilich debería ayudar a aclarar en los próximos meses qué tan fuerte podría llegar a ser.

Según el último informe de la Organización Meteorológica Mundial (OMM), el fenómeno podría registrarse antes de septiembre. De acuerdo al organismo, la probabilidad que el fenómeno meteorológico comience entre los meses de julio y septiembre es del 80%.

“Cuando medimos el nivel del mar desde el espacio usando altímetros satelitales, conocemos no solo la forma y la altura del agua, sino también su movimiento, como Kelvin y otras olas”, dijo Nadya Vinogradova Shiffer, científica del programa de la Nasa y gerente de Sentinel-6. “Las olas del océano arrojan calor alrededor del planeta, trayendo calor y humedad a nuestras costas y cambiando nuestro clima”.

Cordero explica que El Niño se asocia al alzas en la temperatura superficial del mar en buena parte del Pacífico Tropical. “Y como el Pacifico Tropical es una vasta región, se la subdivide en varias zonas. Las dos zonas más relevantes son la zona 3.4 y la zona 1 + 2. El Niño, en la zona 3.4 tiene efectos y alcance global, mientras que en la zona 1+2 tiene efectos relevantes particularmente para los países de la costa occidental de Sudamérica, Ecuador, Perú y tambien Chile”.

Añade que aunque en la zona 3.4 la temperatura superficial del mar aún no es suficientemente alta para declarar El Niño en esa zona, la temperatura superficial del mar en la zona 1+2, la más relevante para Chile, está muy alta desde febrero pasado.

De hecho, la temperatura en esta zona, dice, ya está en niveles observados por última vez en el Super Niño de 2015 “por lo tanto, desde la perspectiva de Chile, El Niño ya comenzó”.

Añade que el fenómeno ayuda a entender los mega incendios de febrero pasado, y las altísimas temperaturas que han afectado a la zona centro y norte del país durante este año.

“En lo que va del año, en Santiago se han registrado siete olas de calor y la temperatura máxima promedio es hasta la fecha la mayor registrada jamas”, señala.

Dice que el efecto de El Niño en las temperaturas, probablemente ya se ha hecho presente, está por verse si también afectará positivamente las precipitaciones en la próxima temporada de invierno.

“El Niño suele favorecer las precipitaciones en la zona central de Chile. Por eso se espera que este no sea un año extraordinariamente seco, como los últimos tres, que fueron afectados por La Niña”.

Según el climatólogo, la Oficina Nacional de Administración Oceánica y Atmosférica de EE.UU. (Noaa, su sigla en inglés), existe una alta probabilidad, superior al 80%, de que se desarrolle El Niño en la Zona 3.4 en los próximas semanas.

Explica que El Niño ocurre frente a las costas de Perú y Ecuador y que el video muestra cómo esa zona ha pasado de estar frío en diciembre (color azul) a estar muy cálida (color rojo) ahora.

Raúl Cordero explica que El Niño se asocia al alzas en la temperatura superficial del mar en buena parte del Pacífico Tropical. “Y como el Pacifico Tropical es una vasta región, se la subdivide en varias zonas. Las dos zonas más relevantes son la zona 3.4 y la zona 1 + 2. El Niño, en la zona 3.4 tiene efectos y alcance global, mientras que en la zona 1+2 tiene efectos relevantes particularmente para los países de la costa occidental de Sudamérica, Ecuador, Perú y tambien Chile”.

Añade que aunque en la zona 3.4 la temperatura superficial del mar aún no es suficientemente alta para declarar El Niño en esa zona, la temperatura superficial del mar en la zona 1+2, la más relevante para Chile, está muy alta desde febrero pasado.

De hecho, la temperatura en esta zona, dice, ya está en niveles observados por última vez en el Super Niño de 2015 “por lo tanto, desde la perspectiva de Chile, El Niño ya comenzó”.

Añadió que el fenómeno ayuda a entender los mega incendios de febrero pasado, y las altísimas temperaturas que han afectado a la zona centro y norte del país durante este año.

“En lo que va del año, en Santiago se han registrado siete olas de calor y la temperatura máxima promedio es hasta la fecha la mayor registrada jamas”, señaló Cordero.

Según Roughan, cuando enciende su aire acondicionado, está enmascarando el calor exterior. Es lo mismo para nuestros océanos. La Niña trajo tres años de condiciones más frías, mientras el calentamiento global continuaba a buen ritmo.

“Ahora es probable que veamos que el calor vuelve a rugir. Si se desarrolla El Niño, los climatólogos estiman que podría agregar 0,2 ℃ adicionales a las temperaturas globales, lo que empujaría a algunas áreas a más de 1,5 ℃ de calentamiento por primera vez”, señaló.

Y precisamente, los modelos meteorológicos predicen no solo la inminente llegada de El Niño, sino que este fenómeno climático se adelantará.

Según el último informe de la Organización Meteorológica Mundial (OMM) -presentado en Suiza-, el fenómeno podría registrarse antes de septiembre. De acuerdo al organismo, la probabilidad que el fenómeno meteorológico comience entre los meses de julio y septiembre es del 80%.

Científicos creen que el fenómeno de El Niño de este año será muy intenso, pues los modelos meteorológicos señalan que la temperatura del océano frente a las costas de Ecuador están aumentando hasta en 2 ºC,. lo que hace temer la llegada de un Niño intenso, ya bautizado entre los científicos como un “Súper Niño”.

En general, una alza en la temperatura del océano, altera la distribución de los centros de baja presión ecuatoriales, lo que históricamente intensifica las precipitaciones en América del Sur, mientras que hace el clima del sur de Asia sea más seco.

“Si bien quedan varios meses para el invierno, por lo que cualquier proyección debería tomarse con cautela, lo más probable es que el próximo invierno esté marcado por el desarrollo de El Niño”, señaló en una nota a Qué Pasa el climatólogo de la U. de Santiago, Raúl Cordero.

Cordero explicó que El Niño suele empujar las precipitaciones al alza durante el invierno en Chile. “Esto significa, que existe la probabilidad de que este año no sea tan seco en la zona central de Chile como los tres anteriores, que estuvieron marcados por La Niña. Aunque, debido a la influencia del cambio climático, es dificil esperar que este sea un año lluvioso”, establece.

Algunos científicos apuntan que el aumento de la concentración de los gases efecto invernadero, GEI, tiene un peso relativamente más significativo en las tendencias del aumento de la temperaturas, olas de calor, incendios y otros fenómenos adversos que El Niño o La Niña.

Por ello, si bien se espera un arribo de El Niño potenciado, eso no necesariamente implicará más precipitaciones en Chile y particularmente en Santiago y la zona central. De hecho, en 2015, el fenómeno también fue particularmente inteso, bautizado incluso “Niño Godzilla”, pero ello no generó grandes precicipitaciones en Chile. De hecho, 2015 fue uno de los años más secos de la hsitoria de Santiago y el país, como ha sido la tónica en la última década, caracterizada por una megasequía.

Roughan señaló en su artículo que los patrones de viento están cambiando en el Pacífico oriental cerca de Chile. Estos vientos han impedido que el afloramiento de aguas profundas más frías enfríe la superficie. Es por eso que se pueden ver temperaturas muy superiores a la media en esa zona.

Este es a menudo el comienzo de un ciclo de El Niño, que generalmente trae un clima de fuego en Australia, seco y cálido, al tiempo que daña las pesquerías en Ecuador y Perú y trae lluvias torrenciales a partes de América del Sur.

Pero el antiguo ciclo de El Niño-Oscilación del Sur está ocurriendo en medio del cambio climático. Es por eso que hace tanto calor en franjas de los océanos del mundo.

Las corrientes oceánicas son un importante portador de calor en todo el mundo, junto con la convección atmosférica. El sol no cae a la misma velocidad en todas partes. En los polos, es más fácil que la luz del sol se refleje, por lo que son más fríos. Pero el ecuador recibe toda la fuerza del sol, calentando el aire y el agua.

Las corrientes oceánicas y de aire mueven este calor hacia los polos. A medida que las corrientes se mueven hacia el sur, el calor se mezcla con el agua circundante. La corriente de Australia Oriental transporta agua cálida desde los trópicos hacia el sur, distribuyendo calor a lo largo del sureste de Australia. Cuando la corriente llega a Hobart, normalmente hace mucho más frío.

El agua puede retener mucho más calor que el aire. De hecho, solo los pocos metros superiores del océano almacenan tanto calor como toda la atmósfera de la Tierra. Los océanos son más lentos para calentarse y más lentos para enfriarse. Por el contrario, la temperatura de nuestra atmósfera es mucho más mercurial y puede cambiar rápidamente.

El calor ingresa al océano en la superficie, como era de esperar, ya que es donde la luz del sol calienta el agua directamente y los vientos cálidos transfieren el calor. Con el tiempo, este calor se mezcla con el resto del océano. La mayor parte del calor adicional va a los dos kilómetros superiores de agua de mar, pero se está calentando toda la columna de agua. En promedio, los océanos tienen cuatro kilómetros de profundidad.

¿Cuánta energía? Un estudio sorprendente sugiere que el sistema terrestre atrapó aproximadamente 380 zettajoules de calor adicional entre 1971 y 2020, y los océanos absorbieron el 90% de eso. Ese es un número realmente enorme, el equivalente a 25 mil millones de bombas nucleares.

Nuestra investigación ha encontrado que las corrientes más cálidas, donde se concentra el calor, están empujando más al sur, hacia la Antártida.

Las dinámicas locales siempre juegan un papel. Y también nuestras propias expectativas. En Sídney, muchas personas se han sorprendido de lo cálida que se ha sentido el agua cuando se atreven a darse un chapuzón este mes. La tendencia a largo plazo del calentamiento de los océanos juega un papel. Pero lo más importante es cuánto tiempo el agua puede retener el calor.

Ese chapuzón cálido de Sídney se debe a que los océanos retienen el calor del verano y el otoño. La temperatura del aire puede caer a 22 ℃ mientras que el océano está a 21 ℃. Pero eso es bastante común en abril: aire más fresco y agua más cálida. Para una persona que nada, el contraste hace que el océano se sienta cálido en comparación con el aire, especialmente si sopla una brisa.

Esta es en parte la razón por la cual el calentamiento global es difícil de entender. Experimentamos el tiempo y el clima directamente, por nuestra experiencia vivida. Lo que más importa es el panorama general que estamos viendo. Y eso, basado en el intenso calentamiento de América Latina, es una verdadera preocupación.

Es probable que el fin de La Niña y la rápida transición a El Niño, esté empujado las temperaturas al alza, sumándose al efecto del calentamiento global. La rápida transición a El Niño ayuda a entender las extraordinarias temperaturas de los últimos meses, adiciona.

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