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Columna de Gonzalo Restini: “Milei antes de Milei”

Martina E. Galindez

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“Si Argentina hubiera mantenido un crecimiento económico dinámico durante la década de 1950, la historia de América Latina habría sido diferente”. Paul Johnson, Tiempos modernos.

Milei cumplió un año en el poder. Tengo una historia curiosa con él. Fui, casi con toda seguridad, el primer chileno en hablar públicamente con Milei. Era marzo de 2017 y un amigo argentino, con quien trabajaba en una casa de inversiones, me dijo: “Gonza, tienes que traer a tu programa de radio a un economista argentino que está totalmente loco, pero dice cosas interesantes. Ten cuidado, es un empresariopero es genial: Javier Milei”. Les pedí que lo localizaran. Había aparecido por primera vez en el programa de TV de Fantino en Argentina en junio de 2016, unos meses antes.

Así, el 26 de abril de 2017 llegó a nuestro programa “Información Privilegiada”. Estuve revisando los audios de esa conversación y otra que tuvimos en junio del mismo año. Después de más de 7 años, sólo queda admirar la lúcida lectura de Milei. Todo lo que en aquel momento nos daba la impresión de ser exagerado, falso o “show”, hoy parece ser una descripción certera de un país enfermo. Era imposible imaginar que poco tiempo después el tipo sería presidente y portada de The Economist. Menos aún, que él mismo liderara el proceso para implementar su visión, ya trazada en ese momento con sorprendente claridad. Todo estaba ahí, anunciado, como una profecía.

En abril de 2017 no teníamos idea del personaje al que nos estábamos exponiendo. Esperábamos una conversación “normal”, como las que tenemos habitualmente con economistas extranjeros. Milei inmediatamente nos confundió en forma y fondo. Macri parecía conducir a Argentina hacia la recuperación. Pero Milei fue lapidaria. Con un manejo rápido y preciso de los números y una retórica agresiva y un tanto desagradable, hizo un diagnóstico crudo: “Macri tiene un discurso liberal, pero en la instrumentación es socialista”, “Argentina es un país inviable. La presión fiscal imposibilita que cualquier proyecto sea rentable”, “El gradualismo está condenado al fracaso”, “La única solución para la Argentina es una reforma tributaria homérica”.

Apenas tres meses después, Milei daba por muerto a Macri. Mirando hacia atrás, su proyecto ya estaba completamente perfilado en su cabeza. Con detalles: “Argentina necesita un cambio de 180 grados. Hay que hacer un ajuste de ocho puntos del PBI y generar un superávit primario del 2%”, “No hay ningún proyecto que funcione con esta presión tributaria. “Es una picadora de carne, no sale nada por el otro extremo”. Conectó fluidamente los microproblemas con las consecuencias macro: “Si no hay capital, no se puede crecer. ¿Quién gana más, un trabajador que cava un pozo con una pala de playa, o uno que trabaja con una retroexcavadora de un millón de dólares, que es infinitamente más productivo? Si le quitas capital a quien no lo tiene para progresar, te hundirás. ¡Se multiplica el número de pobres! Cuando tuvimos dudas sobre la viabilidad política de estas medidas, respondió con furia: “La estúpida y parasitaria corporación política maneja el 50% del PIB. La viabilidad política es ser condescendiente con este grupo de criminales que se ha apoderado del país. Del otro lado somos los esclavos tributarios. ¡Y la única compensación que recibimos son los políticos millonarios! Incluso el Papa lo reseñó: “¡Es una cosa impresentable, que alienta ese verso de justicia social, que es quitarle a quien trabaja para dar a quien quieran los políticos!”. “Argentina se jodió con Perón. Pasó de ser el 5° país del mundo en PIB per cápita, al 53°. Todo con este verso de justicia social, que donde hay una necesidad, hay un derecho”. “¡Esta farsa encubre un robo y engendra una sociedad de saqueadores, envidiosos y resentidos, que castigan a los exitosos, que no pueden progresar!” Escuchamos sorprendidos a este loco. Le preguntamos quién podría liderar tal cambio. Sin decirlo directamente, dio a entender que nadie. Decidió hacerlo él mismo. Han pasado 7 años y medio y vaya que nos equivocamos. Nos está tapando la boca. Ha hecho exactamente lo que dijo. Bajó la inflación del 25% al ​​2,4% mensual, logró un superávit primario del 2%, cerró la brecha cambiaria y pulverizó el riesgo país. Los inversores le creen. Los bonos a largo plazo han obtenido una rentabilidad superior al 90%. El ajuste ha sido brutal, pero su popularidad es mayor que la del primer día. Ahora anunció que la primera etapa de su plan, la que nos describió, está completada. Va por la 2da parte: menos Estado, menos regulación, menos impuestos, más dinero en manos del pueblo. Todo lo contrario de lo que hablamos en Chile. Evidentemente sigue generando anticuerpos y su éxito no está garantizado, pero sus logros son impresionantes. Si logra consolidarlos, será el antídoto final al desastre de décadas de peronismo. Y tal vez, como predijo Paul Johnson, Argentina marque el rumbo del futuro de América Latina. Incluso si han pasado 75 años.