Columna de Pablo Montesinos: Los desafíos de la agroindustria al 2025

El papel de la agroindustria como agente de crecimiento del país es uno de los pilares estratégicos de nuestro desarrollo. La FAO (2017) estima que para 2050 se requerirá un 50% más de alimentos (año base 2013). Sumado a que es un importante contribuyente al PIB, con una contribución sostenida del 3% en los últimos 10 años, la agroindustria es una actividad estratégica y genera una imagen de calidad y seriedad en los principales mercados internacionales. Aun así, aún quedan desafíos y tareas por superar para fortalecer y mejorar el desempeño sectorial.

Uno de los principales es la escasez de agua provocada por el cambio climático. Para ello, es necesario entender la importancia de incrementar el riego tecnificado, y optimizar el cuidado del agua en toda la cadena productiva, así como la incorporación de variedades más productivas a través de una buena cooperación con los centros de Investigación y Desarrollo.

La innovación juega un papel fundamental, destacando la incorporación de nuevas tecnologías con un enfoque sostenible. El estudio sobre el uso de tecnologías auspiciado por el BID y realizado por Vitón et al. (2017) indica que existe una gran oportunidad en América Latina y el Caribe (ALC), y que existe un potencial no solo para crear innovaciones, sino también para generar disrupción tecnológica que traiga cambios transformadores en la forma de producir alimentos, y permite cerrar la brecha digital.

Según un estudio de Odepa (2019), la economía circular permite contribuir de manera sistémica al sector a abordar los desafíos de aumentar su productividad, hacer un uso eficiente de los recursos naturales y contribuir positivamente con el medio ambiente y la sociedad. En Empresas Iansa hemos avanzado en el desarrollo sustentable incrementando el riego tecnificado, el uso de fertilizantes que protegen el suelo y reduciendo la labranza. Al mismo tiempo, medimos las emisiones de gases de efecto invernadero, promovemos la revalorización de residuos y la economía circular con objetivos específicos para 2025.

Finalmente, la colaboración público-privada seguirá siendo un punto muy relevante a la hora de seguir avanzando en innovación, soberanía y seguridad alimentaria en nuestro país, con una visión de largo plazo por la naturaleza de los agronegocios, con avances constantes y oportunos. .

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