Cuando el martes, el día del apagón, cayó la noche, había miedo y confusión. Quizás lo único bueno en ese momento de incertidumbre fue poder mirar al cielo y ver las estrellas. El espectáculo fue increíble: la muy terrible falta de luz permitió ver con estrellas de nitidez y constelaciones, incluso en las ciudades. También fue un buen recordatorio de que Chile tiene un lugar líder en los desafíos de exploración pendientes del universo, porque tiene los mejores cielos del mundo para la observación astronómica. Debido a la falta de contaminación lumínica, los observatorios globales de vanguardia y relevancia se instalan en el norte de Chile.
Pero paradójicamente, esta semana se supo que estos cielos están en riesgo, ya que sigue su camino hacia la aprobación de un proyecto que, para el juicio de los astrónomos chilenos y las organizaciones internacionales, afectaría seriamente la operación de dos telescopios de clase mundial. El complejo INNA de AES Andes, 10 mil millones de dólares, incluye un parque eólico, una planta fotovoltaica, una desalinización, un puerto y una instalación para la producción de hidrógeno verde y amoníaco. El problema es que se ubicaría a pocos kilómetros de los telescopios CTAO-sur y ELT.
Los cielos alterarían irremediablemente con ese proyecto, han advertido, sin ser escuchados hasta ahora, astrónomos y astrónomos nacionales, liderados por la prominente María Teresa Ruiz, José Maza, Barbara Rojas, Bernardita Ried y Tere Paneque, entre muchos otros. Sus argumentos han sido confirmados por ESO (Observatorio Europeo del Sur) y otras organizaciones internacionales: INNA generará contaminación lumínica, emisiones de polvo de suspensión, vibraciones y turbulencias atmosféricas, además de un posible efecto de escala, es decir, proyectos más similares cercanos. La Sociedad de Astronomía Chilena -Sochias- reunió casi 30 mil firmas para pedirle a lo contrario que le diera un término anticipado a Inna, por lo que hubo un término hasta el lunes pasado. Era lógico, porque además de lo que expresaba las mentes y voces más reputadas de la ciencia astronómica chilena, el informe del Ministerio del Medio Ambiente era muy desfavorable para este complejo, por las razones anteriores y otras.
Sin embargo, el mar no puso fin. Aunque eso no implica que haya aprobado, Inna continúa progresando, lo cual es un error grave, que debe modificarse.
Primero, debido a que la palabra y la reputación de Chile están en juego frente a otros inversores, antes de Inna, como los que construyeron estos grandes telescopios, invirtiendo durante 60 años, bajo la certeza de que Chile mantendría esos cielos prístinos. Se puede argumentar qué chile gana si los observatorios son internacionales. Pero esa es una mentalidad trumpista: a corto plazo, transaccional, que tampoco pesa el impacto positivo de la ciencia de la clase mundial de nuestra tierra y bajo nuestro cielo. Es una ventana al futuro.
En segundo lugar, debido a que estos telescopios han permitido el desarrollo científico de Chile, ya que hay cuotas de observación aseguradas para astrónomos y astrónomos chilenos. Gracias a la visión y al tesón de la gran astronomía nacional, los telescopios deben otorgar el 10% de las noches a los científicos de nuestro país.
Desde cierto punto de vista, puede ser comprensible que, en medio del cálido debate sobre la “permisología”, el gobierno no ha querido “comprar” el problema de detener un proyecto de inversión. Pero no puedes ir de un poste a otro. Una cosa es que un proyecto tarda más de 10 años en decirle que sí o no, así como tiene que enfrentarse a una maraña de permisos que se superponen y no dialogan entre sí. Pero otra cosa es que ahora todo sigue adelante sin ningún discernimiento. O que se les da luz verde, tal vez esperando que otro gobierno tenga que detenerlo.
En este caso, hay dos activos que precaucionan: que Chile sigue siendo un líder astronómico y que esos grandes telescopios pueden continuar haciendo su trabajo. Y también es importante tener más proyectos de inversión, especialmente la energía verde, para lograr el crecimiento, el empleo y el desarrollo. El sitio actual de Inna hace objetivos incompatibles; No hay posible mitigación en ese sitio. Como la compañía no ha cambiado su posición, lo que debe hacer la autoridad, como han planteado los astrónomos, es exigir un cambio en su ubicación, a una distancia que no interfiere con la observación astronómica.
Sería muy solo una vista no darse cuenta de que perder estos cielos y telescopios dañará no solo a la comunidad científica nacional y la reputación de Chile, sino también por generaciones de chilenos y chilenos. Estos cielos y estos talentos astronómicos son un patrimonio nacional que cada gobierno, cada presidente o presidente, tiene el deber de preservar y fortalecer.