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Columna de Pierina Ferretti: Revisión crítica en ambos lados de la cancha

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“No veo ningún drama en revisar nuestro programa. Eso, sin abandonar los principios por los que llegamos aquí, que son la creación de un estado de bienestar en Chile, mejor distribución de la riqueza, mejoramiento de la salud pública, educación…”, declaró la semana pasada el presidente Boric, consultado por un planteamiento realizado por el timonel del PS No han faltado quienes vieron aquí una nueva posibilidad de insistir en “las dos almas”: el socialismo democrático moderado y responsable versus el radical e intransigente Apruebo la Dignidad.

La tesis es espuria y no se sostiene. Cuando vemos cómo se han ordenado las dos coaliciones detrás de las reformas que constituyen el corazón del programa y cuando observamos cómo se aprobó el aumento del salario mínimo, las medidas de apoyo económico y cómo avanzan las 40 horas, uno no ve dos almas y tampoco hay resignaciones.

Ahora bien, al margen de la falsa polémica, y dado que el asunto está zanjado, conviene recordar lo evidente: un programa es una hoja de ruta que no es ajena a los acontecimientos globales y locales. En diciembre de 2021, cuando triunfó Gabriel Boric, no había estallado la guerra en Ucrania, no atravesábamos la peor crisis inflacionaria desde la década de los 90 y la inseguridad asociada al crimen organizado no había alcanzado los niveles y la visibilidad del último año. Las circunstancias cambiaron.

Sin embargo, analizando estos primeros doce meses de gobierno, es difícil afirmar que el oficialismo ha sido insensible a las emergencias sociales y que no ha estado disponible para enfrentar el nuevo escenario social, económico y político. Convengamos que esta administración ha sido la que intervino con éxito en el barrio Meiggs, la que ha logrado reducir significativamente los hechos de violencia en el sur y la que ha destinado ingentes recursos presupuestarios a temas de seguridad. Por otro lado, sería injusto no reconocer el esfuerzo fiscal realizado para brindar seguridad económica a las familias en Chile con medidas concretas. La seguridad y la economía, principales preocupaciones de la ciudadanía, han sido asumidas como prioridades de un Ejecutivo que, al mismo tiempo y sin contradicción, no ha dejado de impulsar reformas estructurales.

La discusión en torno a la revisión del programa nos da la posibilidad de cuestionar a los comprometidos con que el gobierno abandone su orientación transformadora; a los que utilizan el triunfo del Rechazo para frenar los cambios; a los que buscan instalar una dicotomía entre gradualismo y maximalismo para ocultar que, en el fondo, quieren que todo siga igual; a los que se opusieron a la reforma fiscal y anuncian el bloqueo de la pensión; a los que se niegan a construir un estado de bienestar e insisten en mantener el principio de subsidiariedad; y a los que creen que se puede hacer como si el 2019 no hubiera existido.

El programa de gobierno es una respuesta política a la crisis que atravesamos. La necesaria autocrítica que la izquierda y el centroizquierda deben hacer de la derrota sufrida en el plebiscito de salida no anula la vigencia de las demandas. La sociedad chilena sigue exigiendo cambios, derechos sociales, protección y también, y hay un gran desafío, libertad. El programa es una apuesta por responder a esos anhelos y obtuvo, no se puede negar, un amplio respaldo ciudadano.

Estos meses hemos visto una derecha parapetada, que insiste en impedir cambios. Difícilmente podremos resolver esta crisis así. Por la misma razón, la necesidad de revisiones críticas también parece estar de su lado.

Por Pierina FerretiDirector Ejecutivo Fundación Nodo XXI

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