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Columna de Sebastián Izquierdo: La alarmante falta de confianza en la política

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Si un sector no logra resolverlo, me inclinaré por el otro. La política actual va mucho más allá del simple vaivén entre izquierda y derecha; representa una clara manifestación de desconfianza en los políticos para abordar los problemas. Nuestra democracia se encuentra en una situación peligrosa: las últimas encuestas revelan que menos de la mitad de la población prefiere la democracia a otras formas de gobierno (CEP, 2023), y en apenas cuatro años hemos sido testigos de una alarmante caída de 25 puntos en el valor de nuestro sistema democrático (Criterios, 2023). Estos datos deben despertar nuestra conciencia sobre la fragilidad de los pilares de nuestra democracia. La aprobación de una nueva Constitución puede representar una oportunidad de cambio, pero si la política legislativa no responde con prontitud a las demandas cotidianas, corremos el riesgo de la radicalización ciudadana.

Los resultados electorales muestran el triunfo de la derecha y la derrota del oficialismo, pero no necesariamente implican un giro ideológico a la derecha del país. Las campañas se enfocaron en emergencias cotidianas; nada propiamente constitucional. Así hubo afinidad con las propuestas de seguridad del sector ganador: delincuencia (60%), narcotráfico (25%) e inmigración (19%). Esto demuestra la prioridad que el 75% le da a este problema (CEP, 2023). La “mano dura” de los republicanos fue el principal motivo de la votación (Cadem, 2023), debido a la falta de una estrategia gubernamental creíble para atender esta demanda. La diferencia entre las coaliciones oficialistas es significativa y la falta de credibilidad del gobierno en este tema es un problema grave, ya que las volteretas pasan factura en la memoria colectiva.

Todos sabemos que atender las demandas es crucial para evitar una crisis más grave, y que debemos actuar pronto, pero las soluciones siguen demorándose. En esta línea, el centroderecha se enfrenta a una situación complicada tras la victoria de los republicanos. Aunque han perdido parte de su electorado, como partidos de centro y articuladores, ahora tienen una posición estratégica para incidir y negociar condiciones. El gobierno los ha invitado a discutir acuerdos legislativos, una oportunidad que no debe perderse. Tu actitud será decisiva.

Apegarse a los principios conservadores no valdrá la pena: los votantes preferirán la versión original. Negociar en términos de un programa de gobierno obsoleto tampoco será beneficioso: perderían adeptos y perjudicarían al país. La opción es tomar la iniciativa, proponiendo diseños que beneficien los intereses nacionales para recuperar un papel activo en la política. En otras palabras, habrá que ser flexible y negociar con la centroizquierda en aquellas áreas donde ya existen acuerdos mínimos pero sólidos.

El gobierno derrotado debe enfrentar la realidad y abandonar su programa de reformas si quiere recuperar la confianza. Hoy la inclusión del Socialismo Democrático y la DC en la coalición no es suficiente, por lo que para buscar un mayor apoyo popular debe distanciarse de su propio sector político.

De persistir la tesis de la intransigencia como factor de éxito, el gobierno se inclinará por soluciones de corto plazo con bonos, poniendo en peligro aún más la democracia. Es imperativo que la clase política busque soluciones concretas y recupere la confianza de la ciudadanía. Ha llegado el momento de que encuentren respuestas tangibles a los problemas de la población en lugar de centrarse en agendas de transformación. Además, el éxito del proceso constituyente depende de la capacidad de atender las demandas de seguridad y migración; de lo contrario, el plebiscito de salida podría convertirse en un nuevo plebiscito contra el gobierno.

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