Sr. Director:
En la trama de la transferencia millonaria del Corfo al Tesoro, lo que la mayoría atrae la atención no es la magnitud de los recursos, sino la insistencia en presentarlo como un procedimiento de rutina y “perfectamente planificado”.
Si algo ha revelado este proceso, es la contradicción entre la narrativa oficial del “orden técnico y el rigor y la realidad de los cálculos que parecen volverse esquivos cada vez que alguien pide cuentas claras. No era que la regla del equilibrio estructural y la regla ¿La recomendación del Consejo Fiscal Autónomo señaló la transparencia y la eficiencia?
Pero el verdadero problema trasciende la mera contabilidad. Incluso si los números encajan perfectamente, la forma en que el gobierno ha administrado estas transferencias millonarias lanza señales confusas a los ciudadanos. Se habla de las proyecciones fiscales a largo plazo, la responsabilidad de los posibles desequilibrios económicos y, sin embargo, los ajustes se realizan en momentos y circunstancias que generan más sospechas que las certezas.
Si esta es la forma oficial de “ordenar la casa”, debe preguntarse si nos enfrentamos a una estrategia coherente o antes de un acto improvisado para cubrir los “agujeros” presupuestarios. Al final, si hay algo seguro, es que la gestión fiscal merece mucha más consistencia y mucha menos luz al justificar sus decisiones.
Roberto Darrigrandi U.
Economista