Tras los incendios ocurridos en Viña del Mar, es fundamental analizar las causas y revisar las lecciones que dejan estos hechos.
Los hechos tienen su origen en asentamientos donde se instalaron viviendas -de material liviano y combustible- ubicadas en zonas de riesgo (barrancas y laderas). Tampoco hay servicios de electricidad, agua, gas o grifos.
Tras la tragedia, la figura de un “Delegado Presidencial para la Reconstrucción” ayuda a coordinar instituciones como la Gobernación, los ministerios y el municipio de Viña del Mar. A esta labor hay que sumar los privados reunidos en gremios como el chileno Cámara de la Construcción.
La coordinación es útil para enfrentar la emergencia y reconstrucción, pero también para tomar definiciones en áreas de riesgo y construcción de obras viales, elementos de contención y cortafuegos. Este Delegado debe contribuir a generar un plan maestro de desarrollo futuro. Y en estas acciones se debe incorporar al sector privado, ya que a la emergencia se suma el histórico déficit habitacional.
Álvaro Peña
Académico Ingeniería de la Construcción PUCV, Consejero del CPI
JUAN IGNACIO BRITO, Profesor de la Facultad de Comunicación e investigador del Centro de Señales de la Universidad de los Andes
juan ignacio brito
La idea de la integración latinoamericana volvió a ser mencionada en la cumbre de la Celac realizada en Buenos Aires la semana pasada. Parece que el “sueño de Bolívar” es de lo que hablan los líderes de nuestra región cuando no tienen nada más que decir. Pero lo cierto es que hasta el Libertador terminó sus días desilusionado con su ideal de unidad.
Tras la victoria en Ayacucho (1824) había llamado a América “la esperanza del universo”, pero el Congreso de Panamá (1826) que convocó para sellar la integración fue un rotundo fracaso. Ya en 1829 el héroe desencantado admitía que “hemos probado todos los principios y todos los sistemas y ninguno ha llegado a buen puerto”. Lo que prevaleció fue el desorden y la ruina, no la unidad.
El mismo Bolívar dijo de sí mismo que era “un genio de la tormenta”. Lo suyo era la guerra y la revolución, no la construcción institucional. “Muchos generales saben ganar las batallas, pero no qué hacer con sus victorias”, lamentaría, en una declaración muy autocrítica, unos meses antes de exiliarse en 1830.
Lo que sucedió con el sueño unitario de este héroe imperfecto es una sinopsis de lo que vendría después. Nuestra región es un lugar donde prevalecen la violencia, la desigualdad, las personalidades y la fragilidad institucional. No es raro que en un entorno así la integración no vaya más allá de los discursos y resulte ser una quimera. América Latina vive, como escribió el patriota Luis Briceño Méndez a Bolívar en una carta, “en la era de los errores. Para remediar uno cometemos cincuenta”.
La última nota retórica en la historia de la fallida integración regional la protagonizaron hace unos días Lula da Silva y Alberto Fernández, cuando anunciaron con más entusiasmo que realismo la creación de una moneda común, el “Sur”. Rápidamente, desde Caracas saltó el dictador Nicolás Maduro para proclamar que se sumaba a la propuesta.
Como siempre, el voluntarismo no tardó en chocar con la realidad. Es imposible que un país con un Banco Central autónomo y una inflación relativamente controlada quiera unir su política monetaria con Argentina, cuyo desorden fiscal parece irreparable. Pronto salió Brasilia a aclarar que la idea es crear una “moneda financiera”, no una que circule. De ahí vino el “sur”. ¿Volveremos a saber de él?
Las palabras más sensatas pronunciadas en la Celac vinieron de Luis Lacalle Pou, el presidente de Uruguay, esa pequeña isla de la excepcionalidad. Alzando valientemente la voz, Lacalle Pou reveló a sus compañeros el elefante en medio de la mesa de reuniones, llamando a la Celac “un club de amigos ideológicos” y afirmando que “para que este tipo de foros subsista hay que generar esperanza. Y las esperanzas se generan en el camino recorrido, en la práctica en la acción.” En otras palabras, las acciones, y no las palabras, definen la integración.
El problema evidente es que para que haya una verdadera unidad se necesitan varios requisitos: comunidad de intereses, tiempo, creación de un régimen con reglas comunes percibidas como legítimas y respetadas por todos, sistemas políticos compatibles y, finalmente, líderes comprometidos y coherentes. Todos bienes escasos en estas latitudes.
Con dolor, Bolívar llegó a reconocerlo. Por eso terminó sus días sumido en la amargura, arrepintiéndose incluso de haber hecho la guerra a la metrópolis colonial. Su diagnóstico es lapidario: “No hay buena fe en América ni entre las naciones. Los tratados son papeles; las constituciones, libros; las elecciones, los combates; libertad, anarquía; y la vida, un tormento”.
#sueño #imposible #Bolívar
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Esta semana dedicamos los editoriales de lunes y martes a la crisis de inseguridad que, lamentablemente, se ha apoderado de la agenda nacional, y que encabeza la lista de preocupaciones ciudadanas. La naturaleza y gravedad del problema no tienen precedentes, pues el tipo de delitos, la frecuencia con que ocurren y el grado de violencia que involucran son nuevos en nuestro país.
Este tercer editorial sobre delincuencia busca reforzar el mensaje de los dos primeros, porque ante las declaraciones del Subsecretario de Gobernación sobre el violento asalto a un centro comercial de la capital el pasado domingo, el Gobierno parece no escuchar: garantizar la seguridad es la primera responsabilidad del Estado, y el Estado está fallando.
En lugar de anuncios que comuniquen a la ciudadanía la firme voluntad del Gobierno de redoblar esfuerzos para enfrentar a los delincuentes, la autoridad ha preferido enfatizar la responsabilidad de los centros comerciales de implementar medidas y protocolos para estar mejor protegidos ante acciones delictivas.
Esa responsabilidad existe, por supuesto, y es necesario discutir qué pueden hacer los actores privados -empresas y negocios- para dar mayor protección a sus trabajadores y clientes. Pero frente a bandas bien organizadas y fuertemente armadas como las que han actuado en numerosos incidentes en los últimos tiempos, sólo el Estado puede desplegar la respuesta contundente necesaria, ya sea para disuadir o confrontar estas acciones.
Es precisamente por eso que existe el monopolio estatal del uso legítimo de la fuerza, porque dado el grado de violencia que puede desencadenar el crimen organizado -y de eso estamos hablando aquí- los actores privados siempre estarán indefensos. Hasta ahora los ciudadanos no parecen reclamar el derecho a armarse para su propia defensa y eso es tranquilizador, ya que se iniciaría un proceso casi irreversible de deterioro de nuestra convivencia. Todo indica que espera ser protegido por las instituciones a las que la ley asigna esa tarea, y esa es una expectativa que la autoridad no puede cuestionar con declaraciones imprudentes.
#Inseguridad #ciudadana #III #Estado #debe
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La Subsecretaria de Turismo entregó el balance anual de 2022, período en el que el sector generó ingresos por US$ 9.247 millones de dólares, un incremento de 52,9% respecto a 2021 y 87,8% respecto a 2020.
Sin embargo, si se compara con 2019, cuando se ingresaron US$ 10.769,4 millones producto de la actividad turística, se observa una recuperación del 86% del sector.
“El Ingreso Turístico Total está compuesto por la suma de los Ingresos Turísticos Receptivos (US$ 1.320 millones), Ingresos Turísticos Internos (US$ 7.793 millones) e Ingresos Turísticos Emisores (resto en Chile, US$ 133 millones). ”, detalló desde el Subsecretario.
La subsecretaria de Turismo, Verónica Kunze, resaltó la importancia del sector en la economía, al generar trabajo y beneficios para las localidades visitadas. “Estas cifras confirman que el turismo es una actividad económica relevante, que además de generar empleo, beneficia directamente a diversas localidades del país”afirmó.
En cuanto al número de turistas, yl 2022 registró la llegada de 2.036.103 visitantes extranjeros, superando en 971% a 2021, cuando arribaron al país 190.022 extranjeros. Además, esta cifra supone una recuperación del 45% respecto a 2019, cuando se produjeron 4.517.962 llegadas.
Se estima un aumento para 2023
Entre las estimaciones para este año, la subsecretaría espera que 3.483.121 turistas extranjeros, es decir, un incremento del 71% respecto al año pasado, lo que supondría alcanzar los niveles de un año normalsegún el subsecretario.
“Nuestro trabajo en 2023 estará enfocado en consolidar la recuperación del sector, aumentar la competitividad de nuestra industria y construir una agenda turística nacional descentralizada que brinde una hoja de ruta para el sector para 2035”, agregó el Subsecretario Kunze. .