Economia
Democracia digital: un paso hacia la legitimidad institucional
La democracia en Chile no goza de buena salud. Diferentes mediciones revelan una distancia creciente entre los ciudadanos y el sistema democrático. Según la Encuesta del Centro de Estudios Públicos (CEP) de junio y julio de 2024, el Gobierno, el Congreso y los partidos políticos apenas alcanzan niveles de confianza del 17%, 6% y 3% respectivamente. Por otro lado, sólo el 52% de las personas cree que la democracia es preferible a cualquier otra forma de Gobierno (lo que supone una caída de 9 puntos porcentuales respecto a 2021). El último Informe sobre Desarrollo Humano del PNUD ya no es esperanzador. Los ciudadanos ven a los líderes políticos como obstáculos para avanzar en soluciones a sus problemas. Respecto a la afirmación “No creo que a los líderes políticos les importe mucho lo que piense la gente como yo”, el 59% está muy de acuerdo o de acuerdo. Finalmente, 6 de cada 10 personas consideran que poco o nada pueden hacer para cambiar la situación del país. Esta percepción ha aumentado casi 20 puntos porcentuales en las últimas dos décadas.
Este desencanto democrático no es un fenómeno local. El número de ciudadanos insatisfechos con la democracia en los países desarrollados ha aumentado de un tercio a la mitad en el último cuarto de siglo. Aunque este declive puede explicarse por muchos factores, el auge de tecnologías como las redes sociales y sus algoritmos han contribuido a ello, al convertirse en cámaras de eco que aumentan los niveles de polarización política y que proporcionan un caldo de cultivo para la difusión sistemática de desinformación, deteriorándose el diálogo transparente que caracteriza a las democracias plurales y abiertas.
Sin embargo, hay lugares en el mundo donde se han implementado soluciones novedosas a este problema. Uno de los países que ha realizado esfuerzos ambiciosos e innovadores para acercar a los ciudadanos a sus instituciones democráticas es Taiwán. Esta próspera nación tiene el privilegio de estar entre las democracias más libres y efectivas del planeta, con un 91% de sus ciudadanos considerando que su democracia funciona bien o correctamente. Hace una década, luego de atravesar una aguda crisis de desconfianza institucional con el “Movimiento Girasol”, decidieron implementar lo que llaman una “democracia digital”. Esta combinación de programas aprovecha diversas herramientas digitales para facilitar espacios de participación colaborativa en los que los ciudadanos sean los artífices de las soluciones a los problemas sociales. Ante la crisis aquí señalada, la fórmula adoptada por el Gobierno taiwanés es sencilla: dar confianza a sus ciudadanos para recibirla de ellos.
Uno de los primeros casos en los que se materializó este empoderamiento cívico es “g0v”. Originalmente era un sitio web fundado por piratas informáticos taiwaneses en respuesta al descontento de los ciudadanos con la calidad de los servicios digitales del gobierno y la transparencia de la información. Albergaba versiones alternativas de sitios web gubernamentales que permitían una mejor visualización e interacción con sus datos. Actualmente se establece como una plataforma web autogestionada por una comunidad ciudadana enfocada en articular soluciones a problemas de interés público. En él participan de forma coordinada desarrolladores de software, diseñadores, activistas, educadores, escritores y, en general, cualquier ciudadano que quiera tomar iniciativa. El lema que adoptó la comunidad es “no preguntes por qué nadie lo hace, tú no eres nadie”.
Un ejemplo de proyecto desarrollado en g0v es “vTaiwan”, una plataforma que facilita la deliberación ciudadana sobre políticas públicas. Los ciudadanos, representantes de industrias, organizaciones y autoridades gubernamentales pueden solicitar la apertura de un proceso de deliberación sobre un tema específico. A partir de ahí se inicia una fase de consulta pública donde los ciudadanos expresan sus opiniones e inquietudes a través de foros y encuestas. La plataforma Pol.is se utiliza para analizar opiniones, agrupar las similares y resaltar puntos de consenso y disenso. Es similar a X (antes Twitter), con la diferencia de que los usuarios sólo pueden expresar su apoyo o rechazo a afirmaciones específicas, sin permitir comentarios que polaricen el debate. El objetivo es identificar sentimientos comunes y opuestos para evaluar puntos de consenso. A partir de estos resultados, se organizan reuniones y talleres con participantes seleccionados al azar para garantizar una representación equilibrada, evitando la captura por grupos de interés. Finalmente, las conclusiones se utilizan para que los tomadores de decisiones desarrollen políticas públicas. A la fecha se han deliberado 28 temas, con un 80% de efectividad en la acción gubernamental, lo que demuestra el poder que esta herramienta otorga a la ciudadanía para definir la agenda.
Fortalecer puentes entre ciudadanía y democracia se ha convertido hoy en un desafío en distintas latitudes. Cada vez más ciudadanos se sienten distanciados de las instituciones democráticas en todo el mundo, y Chile no es una excepción. En este contexto, la experiencia taiwanesa puede resultar enriquecedora, ya que Taiwán es un ejemplo de un país que logró salir de una crisis de desconfianza institucional, y que hasta la fecha mantiene altos niveles de conformidad entre sus ciudadanos con su sistema democrático. En este sentido, observando la diferencia cultural y las realidades de ambas naciones, Chile puede extraer importantes lecciones e idear propuestas basadas en el espíritu de la democracia digital taiwanesa, utilizando la tecnología para empoderar a los ciudadanos e involucrarlos en la toma de decisiones. Es un camino que puede dar mayor legitimidad a las futuras políticas públicas y al sistema institucional en su conjunto.