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El emocionante Himno al amor de Céline Dion en París 2024
Camino a la medianoche de París, un globo aerostático eleva la llama olímpica e ilumina el bello jardín de las Tullerías. La imagen aérea de la televisión internacional cruza lentamente el río Sena a vuelo de dron. La lluvia cae copiosa cuando la escena se instala sobre el Campo de Marte oscurecido para la ocasión. Quien va a cantar es Céline Dion, que podríamos definir como la mayor estrella de esa Canadá que todavía habla francés, aunque, en realidad, seríamos injustos. Dion, que alguna vez grabó el tema principal de Titanic y lo convirtió en un desgarrador himno de multitudes, puede que cante ahora algo de esa época en que un productor le recomendó grabar en inglés. Su nombre, a estas alturas, es demasiadas cosas para demasiada gente. Basta darse una pequeña vuelta por sus números en una plataforma como Spotify —o el famoso ensayo de Carl Wilson— para darle algo de forma a un símbolo indescifrable de la canción moderna, donde pueden encontrarse, casi sin contradecirse, la angustia romántica de la balada con piano de cola (imposible no recordar su versión para All by myself), la levedad del pop perfecto de Max Martin (That’s the way it is), el coqueteo con el rhythm and blues y las canciones de los Beatles y Janis Joplin que entonaba en familia como la menor de catorce hermanos.
Ahora la imagen de la señal internacional se estaciona sobre el primer nivel de la torre Eiffel y lo que vemos es a una mujer de 56 años, el vestido largo y una capa de caída elegante con flecos en las mangas. Es Céline Dion. Acaso el momento más emotivo de la inauguración de París 2024 por algunas razones.
Pero antes, por favor, rebobinar.
A comienzos de 2024, la cantante se dejó ver después de varios meses de inédito silencio sobre un escenario. Lo hizo nada menos que en la ceremonia de los Grammy, donde entregó el premio a mejor álbum del año para Taylor Swift.
Un par de años antes, la voz de Because you loved me y el clásico My heart will go on aplazó los shows de su gira Courage tantas veces que su nombre fue sinónimo de la incertidumbre. Hasta que en diciembre de 2022 la cantante le contó a sus seguidores que había sido diagnosticada con el síndrome de la persona rígida (SPR), una condición que no le permite “cantar como estoy acostumbrada”, según explicó en el escenario del codiciado gramófono dorado.
El trastorno neurológico puede causar espasmos musculares incontrolados que dificultan los movimientos, y sobre todo dejarla sin el control de su instrumento, la voz.
En una entrevista con NBC, Dion contó que al momento de cantar siente como si alguien estuviera presionando su cuello con fuerza: “Es como si alguien me estuviera estrangulando (…) no puedes bajar ni subir (el tono), se produce un espasmo”.
También confesó que, aunque compartió públicamente su diagnóstico el año 2022, en realidad ha estado luchando en secreto con el SPR por más de 17 años. El motivo fue ocultárselo a su esposo y padre de sus hijos, René Angélil, quien estaba batallando contra un cáncer de garganta (finalmente, falleció en 2016).
“Tuve que criar a mis hijos, tuve que esconderme. Tenía que intentar ser una heroína, mientras sentía que mi cuerpo me abandonaba. (Estaba) aferrándome a mis propios sueños”, dijo la cantante.
El documental I am Céline Dion —disponible en el streaming de Amazon Prime Video— muestra un pasaje de vulnerabilidad en la vida de la canadiense. En una entrevista en el New York Times, su directora Irene Taylor contó cómo logró alcanzar una intimidad total con la artista.
“Estás en mi casa”, le dijo de entrada Dion. “El hecho de que estés aquí significa que te he dejado entrar. No me pidas permiso para filmar nada”. Precisamente una de esas escenas íntimas ocurre hacia el final de I am Céline Dion. La escena es cruda y muestra a la artista convulsionando durante la fisioterapia.
“Pude ver una rigidez que nada tenía que ver con la bailarina suelta y ágil que había estado filmando durante varios meses en su fisioterapia”, contó la directora al Times. “En un par de minutos, estaba gimiendo de dolor”.
Taylor relata que no sabía si la cantante estaba respirando, porque primero gemía pero luego se detuvo.
“Puse el micrófono, que estaba en el extremo de una vara que se puede acercar de manera discreta a la persona, debajo de la mesa. No oía su respiración. Sentí mucho pánico. Miré alrededor y vi que su terapeuta llamaba a su jefe de seguridad. Su guardaespaldas entró inmediatamente en la habitación. De inmediato, me di cuenta de que esos dos hombres estaban allí para cuidarla, estaban entrenados para hacerlo”.
El documental también incluye un polémico plano del rostro de Céline Dion que, durante casi dos minutos, nos obliga a verla desgarrada por el dolor.
La directora lo explica a través de una enseñanza budista. Según Taylor, “hay una parábola budista tibetana sobre una diosa llamada Tara Verde, de quien se dice que está disfrazada y vive en el mundo como un humano que sufre. Esta parábola te enseña que cuando ves a un ser que sufre a un lado del camino, cuando ves el cuerpo de alguien devastado por la pobreza o por la violencia, no debes apartar la mirada porque si tu amor puede tocar la experiencia de alguien, cultivas la compasión”.
“Amo mi profesión porque intento acceder a una experiencia humana con la que quizá no tenga contacto directo. Pero si no aparto la mirada, si miro esto y no me inmuto, se cultiva algo en mí que me hace intentar comprender mejor a esa persona”, contó la directora al Times.
Así que no cortó la escena.
Su idea fue llegar lo suficientemente lejos como para que la gente sintiera su propia experiencia, sin huir.
Como se explica en el documental de Taylor, los espasmos musculares que Céline Dion sufre han sido tan reiterados y fuertes que, en ocasiones, han llegado a provocar fracturas en sus costillas.
A medida que pasa el tiempo, además, es posible que sus brazos y piernas tengan tanta rigidez que le será muy complejo volver a moverse.
“(Esta enfermedad) no me quitó nada”, dice la cantante en el registro. “Voy a volver a los escenarios, aunque tenga que gatear. Aunque tenga que hablar con las manos, lo haré”.
Tal vez por eso Céline Dion emocionó al mundo con su interpretación en la obertura de los Juegos Olímpicos de París 2024.
Montada en el primer descanso de la torre Eiffel y acompañada de un piano de cola mojado por la lluvia, Céline Dion interpretó una lacrimógena versión del Himno al amor de Édith Piaf.
Su letra reza:
Si un día la vida te arranca de mí
si mueres, si estás lejos de mí
poco me importa, si me amas
porque yo moriré también…
tendremos para nosotros la eternidad
en el azul de toda la inmensidad
en el cielo, no más problemas
mi amor, ¿crees que nos amamos?
¡Dios reúne a aquellos que se aman!
“Indescriptible lo que acabamos de ver”, dice el conductor de la señal latinoamericana de Claro Sports. Es una “atleta vocal” aplaude la artista de pop Kelly Clarkson en la transmisión en vivo de la cadena estadounidense NBC. “Un regreso valiente y beatífico”, reseña el Guardian inglés, donde agregaron que se la vio “con el entusiasmo de alguien que, como lo ha dicho ella misma, anhela volver a las giras más que sus fanáticos”.
En poco menos de cuatro minutos, la cantante hizo propios los sentimientos de la canción de 1949, escrita por Piaf para un amante que murió en un accidente aéreo.
Cuando terminó pareció casi estallar en lágrimas en el momento más sentido del arranque de París 2024. Lo cierto es que, pese a las secuelas que ha dejado el SPR en su vida, por el momento Céline Dion no planea dejar los grandes escenarios.
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