El martes 6 de agosto pasado, en medio del intenso ajetreo por la visita oficial a Chile del Presidente brasileño, Lula Da Silva, el embajador Paulo Pacheco Soares debió atender una inesperada emergencia. A último momento, tuvo que preocuparse de comprar carne, conseguir una parrilla y a un parrillero para cumplir con los deseos del Mandatario chileno, Gabriel Boric, de hacer un asado para agasajar a su invitado especial.

La intención original era que el asado se hiciera en la casa del Mandatario chileno, en el céntrico barrio Yungay. Pero, por problemas de agenda y seguridad, a último momento, se optó por hacerlo en la residencia oficial del embajador de Brasil en Chile, Paulo Pacheco, quien ya tenía previamente organizado una recepción en honor de los dos jefes de Estados y las delegaciones en el marco de esta visita oficial.

A Chile, acompañando al Presidente Lula, viajó una comitiva de 14 ministros de Estado, varios asesores especiales y cerca de 250 empresarios, lo que constituye por lejos la delegación oficial más grande que se recuerde en los últimos 50 años, lo que deja de manifiesto el interés de Brasil en fortalecer y profundizar la agenda bilateral con Chile. El propio Lula, antes de emprender el viaje a Santiago, había dejando en claro a Itamaraty, sede de la diplomacia brasileña, su interés personal porque esta visita permitiera un relanzamiento de las relaciones entre Brasil y Chile. Lo anterior se vio reflejado en los 19 acuerdos suscritos entre ambos países durante esta visita en ámbitos tan diversos como energía, ciencia y tecnología, seguridad, transporte e intercambio académico y cultural.

Pero, tras el cambio de planes, Pacheco debió modificar el menú y reducir la lista de invitados, pues la idea ahora era hacer una íntima cena al lado de la parrilla que permitiera estrechar los lazos de amistad y fortalecer las confianzas entre los gobiernos de Boric y Lula.

Así, a las 19 horas del martes, apenas culminó la ceremonia de clausura del Foro Empresarial Chile-Brasil, en el hotel W, donde, entre otras cosas, se habló de apurar el tranco para concretar el anhelo de un corredor biocéanico que fomente el comercio, el intercambio de bienes y la interconexión terrestre entre la costa atlántica y la del Pacífico en sudamérica, Lula y Boric se dirigieron a la residencia de Pacheco Soares para disfrutar de un asado.

Boric llegó acompañado del canciller Alberto Van Klaveren y del embajador de Chile en Brasilia, Sebastián Depolo, lo que es usual en este tipo de encuentros protocolares entre jefes de Estado. Lo que sí llamó la atención, fue que Boric pidiera que se incluyera en la exclusiva lista de invitados a la expresidenta Michelle Bachelet, y a las ministras de Interior, Carolina Tohá, y a la vocera de gobierno, Camila Vallejo.

Entre las autoridades brasileñas la pequeña lista de invitados de Boric no pasó inadvertida y entre comidillos y bromas, algunos comentaron, que el jefe de Estado chileno había actuado salomónicamente al llevar a tres de las principales cartas presidenciales del oficialismo, evitando dar señales de favoritismo en favor de unas de ellas por sobre las otras, pese a que Bachelet y Vallejo han dicho que no está en sus planes competir por la presidencial del 2025.

Para Lula, la presencia de Bachelet en el asado fue un elemento clave para aceptar ir y no poner reparos a la lista de invitados sugerida por la presidencia chilena, dada la estrecha relación de cercanía y confianza que ambos construyeron durante los años de gobierno de la exmandataria.

Por su parte, Lula, llegó a la residencia de su embajador acompañado de su canciller, Mauro Luiz Leiker Vieira; y de su asesor especial en temas internacionales, Celso Amorim. E incluyó entre sus invitados a las ministras de Salud, Nisia Trindade Lima; a la ministra de Ciencias, Luciana Santos; y la ministra de Innovación y Gestión Pública, Eli Dweck.

En los patios de la residencia del diplomático carioca, los invitados pudieron compartir en un espacio de camaradería y amistad. Todo amenizado con los acordes de la Orquesta Latinoamericana de Chile, cuyos integrantes interpretaron una versión especial combinada de los himnos de Brasil y Chile, además de varias piezas musicales de los compositores brasileños Alberto Nepomuceno y Chinquiha Gonzaga.

Fuentes de La Moneda afirman que en el encuentro se habló poco de política y menos de la situación de Venezuela, pese a que tanto Celso Amorin como el canciller Leiker Vieira, debieron ausentarse en varios momentos de la jornada para mantener contactos telefónicos con sus pares de Colombia y México, como también con personeros de la oposición y del gobierno venezolano, en medio de los esfuerzos que está liderando Brasil para encontrar una solución pacífica a la crisis política en Venezuela tras los cuestionamientos al proceso electoral del 28 de julio pasado.

Ambos mandatarios habían acordado previamente el evitar venezonalizar la visita oficial de Lula a Chile y, si bien, hablaron en extenso del tema de Venezuela durante la reunión bilateral que ambos tuvieron en La Moneda, el objetivo que ambos trazaron fue resaltar la agenda entre los dos países y que la crisis de Venezuela no opacara la importancia de esta gira presidencial.

Brasil y Chile, señalan fuentes del gobierno de chileno, estuvieron a punto de incluir en la declaración oficial de los dos presidentes una mención a la situación en Venezuela. Pese a que Chile y Brasil han cuestionado la transparencia del proceso electoral que se desarrollo en Venezuela y coinciden en exigir al gobierno de Maduro que divulgue las actas electorales, no lograron ponerse de acuerdo en una frase.

Chile insistía que la declaración debía incluir la exigencia de que las actas electorales del Consejo Nacional Electoral Venezolano sean auditados o revisados por un organismo internacional que pueda ratificar al ganador. Brasil, en cambio, no concuerda en ese punto con la postura del gobierno de Boric y piden que no se coloquen condiciones especiales que puedan obstaculizar las negociaciones que Brasil está llevando adelante con Colombia y México en la búsqueda de un acuerdo entre la oposición venezolana y el régimen de Maduro. Para Lula, más que fijarles condiciones de que sea un ente internacional el que valide los resultados, lo importante es que sean los propios venezolanos los que lleguen a un acuerdo para una salida pacifica a esta crisis.

Cómo no se llego a acuerdo en ese punto, las dos delegaciones optaron por no hacer mención de Venezuela en al declaración final. Boric esperó a que Lula regresara a Brasilia para insistir en sus cuestionamientos al régimen de Maduro.