En Chile, pocas siglas suscitan debates tan intensos como FUT (Fondo de Utilidades Tributables). Creado en 1984, permitía diferir el impuesto personal mientras se reinvertían las ganancias, utilizando como crédito el impuesto de primera categoría ya pagado. En una economía con financiamiento imperfecto, el aplazamiento incentivaba la inversión y, con impuestos personales progresivos, suavizaba la carga entre años. Ésa era su lógica pro ahorro e inversión. Con el tiempo, el cepo creció y surgieron asimetrías y una planificación agresiva, por lo que la reforma 2014-2017 lo cerró y lo reemplazó por el Impuesto a la Renta Afectada (RAI), el Registro de Ingresos Exentos (REX) y el Registro de Saldos Acumulados de Crédito (SAC).
¿Por qué vuelve a estar en la agenda? Por razones fiscales y de simplicidad: en 2024 se abrió una ventana de impuesto sustitutivo (12% sobre los saldos del RAI) para retirar los beneficios acumulados. Aunque temporal, confirma que el aplazamiento todavía está en el menú. No es nuevo: hubo ventanas similares en 2015 y 2021. En la práctica, son mini-FUT limitados en tiempo y tasa: efectivo hoy a cambio de impuestos futuros..
Quienes proponen revivir un esquema tipo FUT argumentan que Chile necesita capitalización interna y reglas que no castiguen la reinversión. Un instrumento simple basado en la jubilación, bien protegido contra abusos, podría alinear la inversión con el empleo y la productividad. especialmente si el próximo ciclo político impulsa una agenda pro crecimiento y pro inversión. Además, en un sistema donde el IVA aporta alrededor del 47% de los ingresos, aliviar la carga sobre las ganancias retenidas puede corregir los sesgos contrarios al ahorro. Desde la sociedad civil, algunos vinculan esta discusión con el rediseño del IVA (impuesto al valor agregado) a través de tarifas o compensaciones diferenciadas, buscando un mix más progresivo.
Sin embargo, Cabe recordar que el FUT no fue eliminado por capricho: Su masificación generó desigualdad entre los contribuyentes, complejidad administrativa y vacíos de fiscalización. Reinstalarlo sin cerraduras robustas reabriría espacios para la elusión y el aplazamiento indefinido. La experiencia internacional muestra que medidas bien intencionadas (como IVA diferenciados para corregir la regresividad) suelen provocar fugas y menores ingresos si no se centran en el gasto. Con FUT pasaría algo parecido: la clave no es el nombre, sino el diseño y la trazabilidad de las utilidades.
Más de un FUT 2.0 En términos puros, es plausible ver ventanas periódicas de impuestos sustitutos -como la de 2024-2025- y ajustes que amplíen la base de retiro para ciertos contribuyentes (por ejemplo, pymes) bajo condiciones: límites, tasas crecientes si no se invierte y mayores controles de crédito vía SAC. En un escenario político fragmentado, los acuerdos tienden hacia soluciones temporales que aumentan los ingresos sin rehacer todo el sistema. Técnicamente, la continuidad radica en seguir utilizando RAI, REX y SAC como el “nuevo lenguaje” del viejo problema: cuándo gravar las ganancias y cuánto acreditar.
Si el próximo ciclo deja espacio para un giro procrecimiento, la discusión útil no es si FUT regresa, pero ¿bajo qué reglas se permite diferir el impuesto personal condicionado a una reinversión comprobable?con horizontes limitados y tasa de salida conocida. Acompañado de políticas de compensación específicas o transferencias para mitigar la regresividad del IVA (preferible a multiplicar las tasas), Chile puede equilibrar la inversión y el capital sin repetir los vicios del pasado. La pregunta no es si FUT regresa, sino con qué reglas y por cuánto tiempo.
*El autor de la columna es decano de la Facultad de Administración y Economía de la Universidad Diego Portales.







