La última Encuesta Longitudinal de Empresas (ELE5) -que data de 2019- arrojó que el 41% del total de ellas son de propiedad familiar, es decir, una familia o un grupo consanguíneo posee más de la mitad de la propiedad.
Pero para la Asociación de Empresas Familiares (AEF), entidad que desde 2008 promueve la competitividad de este tipo de empresas, dicho porcentaje está subestimado. Y están tan convencidos de ello que reunieron a cinco expertos en la materia -de cuatro universidades- para proponer al Ministerio de Economía una nueva definición de estas empresas.
“No hay país en el mundo que tenga menos del 65% de empresas familiares del total de empresas. Entonces, las estadísticas que nos da la ELE nos parecen muy incongruentes”, comenta Magdalena Díaz Le Fort, gerente general de la AEF.
Los representantes de la Asociación de Empresas Familiares y los académicos junto al Ministro de Economía, Nicolás Grau.
En la propuesta trabajaron Gonzalo Jiménez, académico de la Escuela de Ingeniería UC y presidente de Proteus Management & Governance; Jon Martínez, director del Centro de Familias Empresarias de ESE Business School; Francisca Sinn, directora del Centro de Empresas Familiares UAI y del Proyecto STEP Chile; José Rivera, académico de la Escuela de Administración UC; y Claudio Müller, académico de la Facultad de Economía de la Universidad de Chile (FEN).
La aspiración central es avanzar en una nueva definición y en base a ello modificar la encuesta, para que se le dé visibilidad y se genere información comparable a nivel internacional.
Para los académicos, una empresa familiar es aquella en la que el fundador y/o su familia poseen un porcentaje de propiedad que, solo o junto con otros socios o accionistas, les otorga el control social para dirigir efectivamente la gestión, dirigir el negocio y/o, en caso de existir un directorio, designar a la mayoría de sus miembros, con capacidad de influir significativamente en la toma de decisiones. Además, existe una aspiración a tener continuidad generacional.
Considerando lo anterior, desde su perspectiva para tener el control de la empresa no es necesario tener el 50% o más de propiedad de la misma. “Una empresa puede seguir siendo familiar con solo un 10% de propiedad si, con este control propietario, la familia puede influir de manera decisiva en los lineamientos estratégicos de la organización y, lo que es más importante, si existe una visión de sucesión en el control de la propiedad para las siguientes generaciones”, afirman.
El descenso práctico
Pero, ¿qué impacto tiene avanzar hacia una mejor medición? En palabras de Jon Martínez, ayudaría a comprender mejor el aporte de las empresas familiares en Chile.
“Son el motor de la economía en casi todos los países, son la columna vertebral, son el tejido más importante, y sin embargo los gobiernos les dan poca importancia”, dice. Pero actualmente agrega que las políticas públicas no dicen nada al respecto y “la sucesión de la empresa familiar es crítica”, cree.
Según el panel de expertos, si se dispone de datos reales, sería posible, por ejemplo, evaluar modificaciones en el impuesto de sucesiones. De esta forma, una parte de este impuesto o su totalidad, podría quedar en la empresa si se asegura la continuidad de su funcionamiento.
Esto, para los académicos, sería un incentivo para que este tipo de empresas inviertan en su desarrollo.
“Después de una correcta identificación de las empresas familiares, es imperativo abordar el desafío de contribuir desde las políticas públicas a promover el círculo virtuoso en el mundo de las empresas familiares”, enfatiza Francisca Sinn.
La AEF y los expertos llevaron su propuesta al ministro de Economía, Nicolás Grau, quien, sostienen, se mostró abierto a trabajar en este tema.
“Se acordó establecer una mesa de colaboración para apoyar las cuestiones relacionadas con la empresa familiar en la próxima ELE”, dice el gerente general de la AEF.
“El ministro Grau y su equipo nos dieron muy buena acogida, muy abiertos a entender el problema. De considerar a las empresas familiares como parte clave del tejido productivo del país, a compartir que para el efecto de las políticas públicas es importante poder identificar efectivamente a las empresas familiares chilenas”, dice Gonzalo Jiménez.
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