En el barrio del chavo cualidades o virtudes no abundaban, empezando por su protagonistaun pobre niño abandonado, con pocas luces, aturdido y permanentemente hambriento. Su amigo y rival Quico era pretencioso y mimado mientras que La Chilindrina, mucho más lista que sus amigas, solía mentir.
Disfuncionales, los adultos encarnaban muy malos ejemplos. Viudo y desempleado, Don Ramón vivía evadiendo sus obligaciones con una deuda de 14 meses de alquiler, mientras Doña Florinda representaba el arribismo y la frustración de los desclasados, a través de la violencia física y verbal. En el barrio las golpizas, agresiones e insultos eran diarios. Así también se unieron y mostraron solidaridad cuando fue necesario.
Este núcleo orbitado por otros personajes secundarios como Doña Cleotilde, el profesor Jirafales y el señor Barriga, víctimas de bromas y constantes ataques por sus rasgos físicos, hizo reír, acompañar y deleitar a varias generaciones latinoamericanas que resultaron difíciles de identificar con los motivos y torpeza de los personajes. , pero con la dinámica y ambientación de la serie -la idiosincrasia en definitiva-, completamente reconocible para los habitantes de la América parda. El barrio reflejaba los barrios populares desde el extremo sur del continente, hasta Río Bravo en la frontera entre México y Estados Unidos.
“Nunca tuve la intención de que el público pensara que era un niño”, confesó Gómez Bolaños en la autobiografía Sin querer querer (2006). “Lo único que buscaba era que aceptara que yo era un adulto que hacía el papel de un niño”. De ahí el éxito transversal entre adultos y niños.
El estilo de comedia de Gómez Bolaños puede estar desactualizado y ser blanco de críticas en las nuevas generaciones del humor mexicano, pero el tiempo no podrá ignorar el extraordinario talento del elenco en los años de gloria de la serie, todos intérpretes inigualables con voces inconfundibles, y el extraordinario manejo del lenguaje y las situaciones en la pluma del fallecido actor y guionista.
Estrenada el 26 de febrero de 1973 como serie independiente con el episodio “El Reventón de Globos”, El Chavo tuvo una precuela cuando formó parte del programa Chespirito entre 1971 y 1972. En aquellas primeras aventuras de El Chavo del 8 la gente circulaba por el barrio, mientras Don Ramón y Chilindrina vivían en la casa que luego ocuparon Doña Florinda y Quico.
Los personajes contenían algunas diferencias entre otras vestimentas -Don Ramón vestía boina y camiseta amarilla-, maquillajes más espesos y diferentes modulaciones. Ante el “pipipipipí” el Chavo lloró con la boca abierta, y Quico habló en un tono ininteligible mucho más mimado e infantil. Entre ambos hubo una diferencia de dos años a favor del Chavo.
El telón musical introductorio es obra del dúo franco-alemán Perrey y Kingsley, pioneros de la electrónica en los años 60. Titulada “El elefante nunca olvida” está basada en “La marcha turca” compuesta por Beethoven en 1812. Utilizada sin el permiso y acreditación correspondiente, dio lugar a una demanda en 2010 contra la productora de Gómez Bolaños y Televisa, entre otras cadenas. El acuerdo fue cercano al millón de dólares.
Aunque la serie finalizó en 1992, el pico se concentra entre 1973 y 1978, con el reparto final protagonizando algunos de los mejores episodios resumidos en esta lista.
“Chavo, ¿sabes qué animal es el que golpea a sus chiquitos?”
Brutal cierre en uno de los primeros capítulos de la serie con la Chilindrina llorando desconsoladamente, tras una golpiza de un rasurado Don Ramón.
En El Peso, una Chilindrina de pelo largo y una primera versión de Quico, golpean al Chavo mediante acertijos.
“Oye Chavo”, pregunta la Chilindrina, “de casualidad, ¿no sabes el nombre de un animalito negro que camina en el suelo y tiene ocho patitas?”
No importa qué respuesta dé. El golpe le da igual.
“Vuelve el perro arrepentido
Con sus tiernas miradas
Con el hocico partido
“Con el rabo entre las piernas”.
El plan original del Chavo era repetir 20 veces en la fiesta del barrio el triste poema “El Perro Rerepentido”, probablemente el único que muchos aprendieron de niños gracias al programa.
Al ser la primera temporada, algunos personajes no están del todo perfilados o tienen otras características. Por ejemplo, doña Cleotilde tenía un perfil arribista, mientras que doña Florinda (con Florinda Meza antes de una sonada rinoplastia) era simplemente cascarrabias.
Quico también aporta un gran (in)olvidable poema: “El Sapito Glo Glo Glo”.
El episodio más psicodélico y terrorífico, clásico entre clásicos, con una trama sencilla. Don Ramón envía a la Chilindrina a dejar el diario dentro de la casa de Doña Cleotilde, la temida Bruja del 71. Lista como siempre, la Chilindrina envía a Quico, quien a su vez envía al Chavo. En uno de los diálogos, Carlos Villagrán apenas contiene la risa mientras le grita al Chavo.
Cuando los personajes entran en la casa, se sugieren imaginando un calabozo con la señora Cleotilde, una versión bruja. Los efectos de croma, incluida una escoba voladora, son adorables.
Este es uno de los numerosos capítulos con versiones posteriores, como la de 1979 cuando Quico ya no apareció. El Chavo rompe un bombillo en la entrada del barrio que Don Ramón intenta reponer sin éxito. Aparece el profesor Jirafales y se encuentra con Doña Florinda con el fondo orquestado “Opening Title”, del compositor de cine Michael Reynolds.
“Otras 15 o 16 tazas de café”, dice Quico mirando con complicidad a la cámara, “y tengo nuevo papá”.
Luego, dos secuencias memorables: Don Ramón y Quico bailan borrachos cuando se marean por una persecución entre Chavo y Chilindrina. Posteriormente, todo el barrio queda electrocutado cuando Don Ramón intenta cambiar la lámpara.
Desde hace días, aparecen varios platos vacíos en el barril del Chavo. Todos se preguntan el motivo del extraño suceso, hasta que la señora Cleotilde encuentra la respuesta. La solterona eternamente enamorada de Don Ramón no tiene la menor duda de que se trata de “espíritus coristas” –“almas traviesas”, si se quiere– empeñados en gastarle malas pasadas.
Anteriormente, La Bruja del 71 consideró otras posibilidades para resolver el misterio.
“Por casualidad, ¿no eres sonámbulo?” le pregunta a don Ramón.
“¿Qué tiene que ver la religión con esto?” Responde Monchito.
Dividida en cuatro episodios, esta trama revela los estragos que las nuevas inquilinas Gloria y su sobrina Paty causan entre los hombres del barrio. Inicialmente, Don Ramón trama un ingenioso plan para cortejar a la vecina de su casa y, al mismo tiempo, evitar las insinuaciones de Doña Cleotilde y los golpes de Doña Florinda. La estrategia queda en manos del Chavo y la Chilindrina. Como resultado, todo lo que podría salir mal resulta peor.
Entre las curiosidades, se menciona repetidamente que 1975 es el Año Internacional de la Mujer, y Chavo está a punto de revelar su nombre tras ser consultado por Paty, hasta que Quico lo interrumpe.
Este episodio traumatizó y dejó a miles llorando, además de acuñar la peor expresión de toda la serie contra el Chavo: ¡ladrón! -, acusado de una serie de robos en el barrio. Su salida con el patio a oscuras mientras recoge sus pocas pertenencias en un paño, utilizando una honda y un emboque hecho con una tinaja, encarna la secuencia más triste de toda la saga.
El responsable es el señor Hurtado, un vecino que anuncia orgulloso su salida del barrio. En la versión de 1974 (hay otra de 1976), el señor Hurtado parecía un miembro de AC/DC.
No se pueden perder las secuencias de Don Ramón y el Profesor Jirafales intentando enseñarle guitarra al Chavo y Quico respectivamente. Por otro lado, la señora Florinda y el profesor están a escasos centímetros de besarse, ante lo cual “maestro Longaniza”, como lo apodan los niños, mira a cámara y pronuncia la inmortal frase “la traigo muerta”.
Don Ramón sale a buscar trabajo y, para su mala suerte, lo encuentra después de 20 años. Convertido en chatarrero, es víctima de los golpes de Quico y Chavo, asustado por la leyenda del viejo del saco que roba niños, inculcada por Doña Florinda. La historia da lugar a tres episodios.
Huyendo de Doña Florinda, Don Ramón se refugia en la escuela 8 Benito Juárez e ingresa a la clase de niños. El profesor Jirafales elogia la decisión de Don Ramón de educarse por sí mismo, pidiéndole incluso que se haga cargo de la clase mientras él está ausente. Don Ramón interroga a Popis y Ñoño sin éxito. Luego se detiene en Godínez.
“¿Qué vale más entre una corrida de toros y una corrida de toros?” pregunta.
“¿Abierto o cerrado?”, la contrapregunta antes mencionada, demostrando un manejo como el de un campeón de póquer.
Luego, muy histriónico y divertido, en una de las mejores secuencias de Ramón Valdés en toda la serie, Don Ramón instruye a la clase sobre los venenos. Posteriormente enseña fracciones utilizando la figura de Quico despedazado por un tren.
Superado por el mal progreso de la clase, Don Ramón siente pena por el profesor Jirafales y le pregunta por qué continúa en pedagogía.
“Porque a pesar de todo, don Ramón”, responde, “yo tengo fe en los niños”.
Este episodio es una especie de malentendido. Doña Florinda y Doña Clotilde planean por separado agasajar con pasteles al profesor Jirafales y a don Ramón, respectivamente. Surge una clásica confusión que convence a don Ramón de que doña Florinda lo ama en secreto. Cuando el profesor y doña Florinda se van del barrio, don Ramón -cigarrillo en mano- capta la atención de la pareja apoyado en el dintel. Para horror del profesor, coquetea descaradamente con el desconcertado vecino. Angustiada, Doña Florinda acusa a Don Ramón de estar borracho.
“Sí”, asiente, “pero ebrio de amor”.
Finalmente, Doña Florinda reacciona y abofetea a Don Ramón como de costumbre, para que corra tras el profesor Jirafales.
Don Ramón mira a cámara y proclama:
“No hay duda, así son todos. Primero amor, amor, amor y luego Zacazonapan”.
Aunque el guion no es especialmente contundente, resumido en la idea de llevar a los personajes al famoso balneario mexicano, dando rienda suelta a la comedia física, el solo hecho de ver a La Vecindad del Chavo en locaciones fue increíble. Se cree erróneamente que es el último episodio en el que participa Carlos Villagrán como Quico. En rigor, el último capítulo con su presencia Aún no es hora de clases, emitido el 11 de diciembre de 1978, es también el único donde aparecen todos los personajes infantiles del Chavo.
