Una saga de sismos en la Región Metropolitana mantuvo en alerta a sismólogos, geólogos y comunidad, pues varios de ellos se generaron en la temida falla de San Ramón.
Con una extensión de 50 km de norte a sur, Esta falla se ubica entre los ríos Mapocho y Maipo, cruzando las comunas de Vitacura, Las Condes, La Reina, Peñalolén, La Florida y Puente Alto. Incluso nuevos cálculos afirman que se extiende hasta Lo Barnechea y Pirque.
La falla geológica, inversa y activa, se encuentra en la Sierra de Ramón, a 10-12 kilómetros bajo la superficie terrestre. Se estima que más de tres millones de personas se verían afectadas ante un posible evento telúrico, siendo Puente Alto la comuna que más daños sufriría. El 61,8% de su población vive en él o cerca de él. Le seguirían Las Condes con el 55,4% de la población cercana a la falla, Peñalolén (39,6%) y La Florida (34,6%).
Esta posible amenaza sísmica traería consigo una serie de consecuencias e implicaciones, tanto para la sociedad como para las infraestructuras. ¿Cómo impactaría un terremoto en la falla de San Ramón?
Rodrigo Astroza, académico de la Facultad de Ingeniería y Ciencias Aplicadas de la Universidad de los Andes, señala que un sismo de tal magnitud en la falla afectaría viviendas y edificios, “aunque es importante aclarar que el San Ramón Falla (FSR) nunca tendremos terremotos de esas grandes magnitudes a las que estamos acostumbrados en Chile, como la magnitud 8,8 del terremoto de 27F ocurrido en 2010, la magnitud 9,5 del terremoto de 1960 en Valdivia o la magnitud 8,0 del Terremoto de 1939 en Chillán. Esto se debe a que en Chile existen diferentes mecanismos sismogénicos que producen sismos”.
El caso de 2010 y 1960 corresponden a sismos que se generan en la zona de contacto entre las placas de Nazca y Sudamericana (llamados sismos interplacas) y eventos como el de 1939 ocurren en la placa de Nazca debajo del continente (llamados terremotos intraplaca). “Los eventos que se puedan generar en la FSR tendrán magnitudes menores. La investigación ha demostrado que la falla sí está activa y que sería capaz de generar eventos sísmicos de magnitudes máximas de 6,6 a 7,5 Mw. El gran problema de este tipo de terremotos es que se producen a muy poca profundidad, es decir, muy cerca de la superficie y en algunos casos llegan incluso a la superficie.”, establece Astroza.
Por ello, añade, “la energía sísmica que se genera en la falla llega a las estructuras que se encuentran próximas a la zona por la que pasa, prácticamente sin atenuación de las ondas sísmicas. Por ello, si se genera un sismo de magnitud significativa (probablemente mayor a Mw 6.2-6.5), las comunas que rodean la traza de la falla podrían sufrir daños significativosprincipalmente las zonas ubicadas sobre el escarpe de la falla (hacia el este de la FSR que tiene una dirección predominantemente norte-sur)”.
Casos conocidos de este tipo de falla cortical y superficial son el terremoto ocurrido en el área de Northridge (California, Estados Unidos) en 1994, que alcanzó una magnitud de 6,7 Mw y generó pérdidas económicas de más de 50.000 millones de dólares y más de 70 muertos, y el terremoto de Kobe (Japón) en 1995, de magnitud 6,9 Mw, cuyas pérdidas económicas se estiman en unos 200 billon de dolares.
La infraestructura existente en nuestro país ha sido diseñada bajo normas de diseño sísmico de buen nivel, las cuales se han basado en las experiencias previas que hemos vivido en terremotos anteriores y también en los conocimientos existentes en nuestra ingeniería sísmica y estructural. “Sin embargo, los estándares actuales de diseño sísmico para estructuras no consideran la presencia de fallas superficiales al definir la demanda sísmica que utilizamos para el diseño”, explica Astroza, Doctor en Ingeniería Estructural de la Universidad de California y Magíster en Ingeniería Sísmica.
En el caso de proyectos de gran envergadura, como minería o celulosa, la mayoría de las veces se encargan estudios de peligrosidad sísmica, donde los expertos proponen las demandas sísmicas con las que se deben diseñar las estructuras, y en dichos estudios es importante incluir los diferentes tipos de fuentes sismogénicas, incluidas las corticales o superficiales, como es el caso de la FSR. “Por eso diría que prácticamente todas las estructuras construidas en los alrededores de la falla no han considerado este tipo de evento en su diseño, ya que se han basado en las normas de diseño sísmico existentes, que definen su amenaza. considerando principalmente sismos de tipo interplaca. Es muy importante que las actualizaciones de nuestra normativa incorporen los demás mecanismos que generan los sismos, particularmente los intraplaca, ya que ocurren con mucha frecuencia y tenemos suficiente información para incorporarlos a las exigencias de diseño”, argumenta el académico.
Astroza considera que es importante resaltar que la decisión de incorporar fallas superficiales como la FSR en las normas de diseño sísmico no es baladí, ya que se trata de eventos que tienen periodos de retorno muy altos (es decir, ocurren con muy poca frecuencia en el clima) . “Por lo tanto, aumentar el costo de la construcción ante la eventualidad de que pueda haber un sismo con una probabilidad muy baja no es una decisión directa, ya que muchas veces la infraestructura que desarrollamos está diseñada para una vida útil no mayor a 50 años”, agrega.

Si ocurre un sismo de magnitud significativa (M>6.2-6.5) probablemente veríamos daños significativos en las áreas que rodean la ruptura de la falla, con mayor daño concentrado hacia el este de la falla (parte superior del escarpe). “Este daño debería desvanecerse rápidamente con la distancia, por lo que no se deben esperar daños significativos en comunidades alejadas de la zona de rastreo de la falla. Hemos estudiado esta característica de atenuación rápida de este tipo de sismo para eventos ocurridos hace varios años, como el sismo de magnitud 6.9 ocurrido en 1958 en la zona de Las Melosas del Cajón del Maipo o los sismos ocurridos en Chusmiza ( Desierto de Atacama) en 2001 (M 6,3) y Curicó en 2004 (M 6,4)”, estima el Doctor en Ingeniería Estructural.
Este último señala que las viviendas de autoconstrucción y/o ampliaciones que no han sido desarrolladas con ingeniería son siempre las más expuestas. “Por otro lado, las estructuras más antiguas que fueron diseñadas con regulaciones sísmicas más antiguas también podrían verse más afectadas, ya que en algunos casos estas estructuras no tienen un detalle sísmico completamente adecuado. Un caso bastante claro son los edificios con muros, cuya falla en las zonas extremas de los muros, principalmente en los primeros niveles de los edificios, fue bastante recurrente durante el sismo del 27F 2010″.
Agrega que luego de dicho terremoto, se modificó el código de diseño sísmico de edificaciones precisamente para brindar mayor seguridad a estos elementos y generar detalles que aseguren un mejor comportamiento de este tipo de estructuras durante sismos. “Sin embargo, si ocurre un sismo de magnitud importante en la FSR, será una gran prueba para todas las estructuras, ya que, como mencioné antes, nuestra normativa no considera este tipo de sismo al momento de definir la demanda sísmica de diseño”, explica. . Astroza.
Astroza cree que el trabajo de investigación que se ha realizado sobre el evento geológico ha servido para tener un antecedente más preciso de lo que significa esta falla y el riesgo que representa. “Sin embargo, los altos períodos de retorno que posee hacen que la toma de decisiones no sea directa y probablemente sea necesaria más evidencia empírica y experiencial para que esta amenaza sea considerada de manera concreta y amplia en los estudios. proyectos de infraestructura que se pueden desarrollar a su alrededor”.
En California, Estados Unidos, se da el caso de una falla superficial emblemática, la falla de Hayward (un ramal de la famosa falla de San Andrés) que pasa por el campus de la Universidad de California en Berkeley (concretamente atraviesa el estadio de fútbol de dicha universidad ), “y que según estudios sería capaz de generar sismos de hasta magnitud 7.5. En este caso particular, se han reforzado algunas estructuras existentes precisamente para mitigar el posible impacto de un evento sísmico importante en la falla”, explica el académico de la Uandes.
Un reciente estudio titulado “La falla de San Ramón y la sustentabilidad del piedemonte santiaguero: recomendaciones para la política pública”, establece que la fractura geológica es capaz de acumular tensión tectónica y deslizar un bloque de la corteza con respecto a otro, generando terremotos superficiales.
El análisis estuvo a cargo de Gabriel Easton, geólogo y académico de la Universidad de Chile, y advierte que la falla es capaz de generar terremotos de gran magnitud con ruptura superficial. Su potencial activación constituye una amenaza para la ciudad de Santiago y para toda la Región Metropolitana.
La Falla de San Ramón es una falla activa, es decir, “constituye una fractura o área de debilidad en la corteza terrestre, capaz de acumular esfuerzos tectónicos y deslizar un bloque cortical respecto a otro, generando sismos superficiales. Según antecedentes científicos, esta falla es capaz de generar terremotos de gran magnitud con ruptura superficial”, explica Easton.
Los últimos grandes terremotos con ruptura superficial de esta falla, señala, fueron Hace 17.000 y 8.000 años.
“Esta falla representa una amenaza para la Región Metropolitana”, advierte Easton. Un sismo generaría grandes movimientos de suelo en sus inmediaciones, “lo que excedería lo estipulado por el Reglamento Sísmico de Santiago, y la posible ocurrencia de remociones masivamente en el frente andino y cerros de la región”, agrega el académico de la Universidad de Chile.
Su estudio advierte de un riesgo no incluido en las políticas públicas, cuya consideración es fundamental para la sostenibilidad de la ciudad, ya que cada vez más personas viven directamente en su trazado, o ubicación superficial, así como en su entorno.
No es su única investigación. Otro de sus estudios analizó el impacto que tendría un evento telúrico sobre la falla. La investigación se llevó a cabo en la comuna de Peñalolén, donde se construye un condominio sobre la traza (ubicación) de la falla, situación que ha alertado a los vecinos.
Los estudios -geológicos, sismológicos y geofísicos- de las últimas dos décadas han demostrado que esta falla es capaz de generar terremotos de gran magnitud 7.2-7.5, con ruptura superficial a lo largo de las decenas de kilómetros donde se ubica en las estribaciones del frente andino.
Desde 1979 a la fecha, el sector donde se ubica la falla la urbanización ha aumentado considerablemente observándose también en ella infraestructura “crítica” como la presencia de hospitales. “El 55% de la falla está urbanizada, por lo que es muy necesario evitar que el 45% restante se siga construyendo y densificando, y eso hay que hacerlo desde el punto de vista normativo”, advierte Pablo Salucci, geógrafo de la Universidad Católica. y académico de la U. San Sebastián.
Easton, integrante del Programa de Reducción de Riesgos y Desastres (Citrid) dice que su mayor amenaza es la posibilidad de ruptura o dislocación del suelo, además de movimientos (aceleraciones) localmente mucho mayores que los que, por ejemplo, produjo el terremoto de 2010 en Santiago.

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