Fichte y proteccionismo. A los fines de las medidas arancelas de Trump | Fuente: Foto de Tom Fisk en Pexels.com
Johann Gottlieb Fichte (1762-1814) fue un influyente filósofo alemán de finales del siglo XVIII y principios del siglo XIX. Aunque su trabajo no fue tan diseminado como el de Kant o Hegel en los grandes medios filosóficos, tuvo un impacto fundamental en el pensamiento filosófico contemporáneo, siendo un precursor de tradiciones tan diversas como el hegelianismo, el materialismo histórico, el neoquantismo e incluso la influencia de Husserl. Filósofo sistemático, desarrollado en múltiples disciplinas temáticas, incluida la ontología, la epistemología, la filosofía de la religión e historia, la antropología, la ética, la filosofía social y política. Especialmente en este último campo, los discursos a la nación alemana (1807) y, sobre todo, el estado comercial cerrado (1800).
En este último libro, Fichte consideró que el mercado libre (la Sociedad Comercial) produce un trastorno constante entre las necesidades de los seres humanos y la producción, lo que conduce a la ausencia de criterios racionales y de orden. Por lo tanto, el capitalismo de Freeambista causa la anarquía económica, la misma que conduce a un sistema social de contrastes: una “fábrica para producir miseria para la mayoría de los seres humanos”. En este sistema, los individuos deben “vender” para subsistir, una situación que Fichte repudió. Esto, a su vez, produce una crisis moral y la perversión de las formas de vida comunitaria. Del mismo modo, el capitalismo libre implica una ausencia de planificación estatal que perpetúa la irracionalidad del mercado.
En ese sentido, en la propuesta de Fichte, el estado se cierra comercialmente, similar a cómo se ha cerrado en su legislación y poder judicial, para suprimir la anarquía del comercio. Este cierre comercial no significa una renuncia a la producción local, sino una “apropiación enérgica” del bien en la tierra en beneficio de la nación. Según este pensador, para lograr la autosuficiencia económica, el estado debe garantizar la fabricación nacional de todos los fabricantes necesarios para sus ciudadanos, así como la producción de todos los productos auténticos o sustitutos habituales y esenciales. El objetivo es reducir cualquier dependencia de otros estados.
La autosuficiencia productiva se presenta como una aspiración profunda en el trabajo de Fichte, pero que es muy difícil de cumplir porque es una independencia y soberanía absoluta, lo que podría ser imposible de lograr por razones naturales, como las limitaciones geográficas o climáticas de algunas naciones. Sin embargo, para este filósofo, la protección del mercado interno se completa, y dado que no hay relaciones comerciales con el extranjero, se elimina cualquier marrón de debilidad para el gobierno.
En la lógica política de este trabajo, dependiendo de las importaciones en lugar de la producción local coloca al estado nacional en una falta absoluta de tonterías, a merced de los intereses internacionales. Esta agencia expone al estado a una serie de amenazas permanentes que lo ponen en riesgo en su duración en mucho tiempo.
Pensador nacionalista, realista en la política y el defensor del propósito moral de la propiedad, Fichte concibió las relaciones comerciales internacionales como una forma de “presa” donde cada estado intenta superar a los demás. Esta competencia para el mercado internacional es vista como una de las causas inevitables de la guerra entre las naciones. Por lo tanto, la desconfianza de la producción extranjera también está relacionada con la idea de que los productores extranjeros no están sujetos a las mismas regulaciones y leyes del estado nacional, lo que podría generar desequilibrios y competencia desleal dentro del mercado interno. Por lo tanto, es esencial defender el mercado interno, para garantizar el trabajo de los nacionales.
En este momento, en el que estamos revisando muchas de las certezas que se establecieron hace medio siglo, es interesante leer el estado comercial cerrado, contextualizando las reflexiones de su autor, quien escribió este libro con críticas a la riqueza de las naciones de Adam Smith. Como en todo lo humano, nunca hay una última palabra.
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