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Gabriela Clivio y la forma en que estamos gastando la plata de la recaudación en Chile.
Hace un mes se anunciaron en Suecia los ganadores del Premio Nobel de Economía: Daron Acemoglu (MIT), James Robinson (Chicago) y Simon Johnson (MIT). Los dos primeros son coautores del libro P.por qué las naciones fracasan. En este libro, estos economistas brindan una explicación del papel que juegan las instituciones en el fracaso o el éxito de una nación a lo largo del tiempo y recorren un viaje que comienza antes que los aztecas.
Acemoglu y Robinson explican que los países de América del Norte son más ricos que los de América del Sur como consecuencia de las diferentes formas de colonización que vivieron. En el norte, sin muchos minerales, los colonizadores europeos entendieron que tenían que crear instituciones más inclusivas. Estos, a su vez, protegieron la libertad individual y los derechos de propiedad, hicieron cumplir el estado de derecho, educaron a las poblaciones y alentaron la innovación y el espíritu empresarial. En América del Sur, más rica en minerales, se establecieron instituciones extractivas, que no tenían como objetivo proteger las libertades individuales ni fomentar la innovación. Acemoglu y Robinson también incluyen en su libro la descripción de lo que sucedió económicamente con la ex Unión Soviética y su colapso, y explican que el crecimiento durante la posguerra, que se produjo en un contexto de instituciones extractivas, fue posible dada la reasignación forzosa de personas. y recursos a sectores identificados como de mayor potencial. Al no ser consecuencia de innovación tecnológica o destrucción creativa, no fue sostenible en el tiempo, y se detuvo abruptamente, conduciendo al colapso de la URSS. Son las instituciones inclusivas las que fomentan el crecimiento económico y permiten la destrucción creativa (este es un término del economista austriaco Joseph Schumpeter). La destrucción creativa se refiere al proceso mediante el cual nuevas tecnologías y modelos de negocio reemplazan a los anteriores y conducen a una mayor productividad y desarrollo económico.
Todo esto me llevó a pensar cuánto se invierte en Chile del tesoro público como porcentaje del PBI y cómo estamos en esta materia al compararnos con la OCDE, ese grupo de países con los que tanto nos gusta compararnos, aunque A veces no tenemos en cuenta que hay que hacer ciertos ajustes antes de hacer comparaciones, porque sino estamos midiendo peras versus manzanas.
En Chile, en 2022, el gasto público en investigación y desarrollo (I+D) sobre el PIB fue de 0,39%. Ese mismo año, en los países de América Latina y el Caribe este porcentaje fue del 0,61% y alcanzó el 3% en los países de la OCDE. En tanto, en 2021 el gasto en educación como porcentaje del gasto público total alcanzó el 19% en Chile, siendo el 13,5% en los países latinoamericanos y el 11% en los países de la OCDE. Parece que las cosas no van así -como decía mi viejo-, como estamos gastando el dinero de la colecta en “Chilito”, gastamos mucho y no bien porque en educación cada día estamos peor y la Lo mismo en términos de crecimiento.
Por Gabriela Clivioeconomista y académico