Hacia un sistema de salud universal

Hay tres objetivos para un sistema de salud: mantener a las personas saludables, tratar a las personas enfermas y proteger a las familias de la ruina financiera debido a los cargos excesivos por las facturas de salud.

Nuestro actual sistema de salud tiene una estructura mixta de financiamiento y distribución que incorpora aseguradoras públicas y privadas, las cuales son criticadas por su papel en la promoción de la igualdad y equidad en el acceso a los sistemas de salud.

“La evidencia sugiere que, en general, los sistemas de cobertura universal tienden a ser más baratos y sencillos de administrar, que cuando hay compañías de seguros generando ganancias”.

La propuesta generada en el campo de la salud por la Convención Constitucional apunta a promover una mayor equidad en el sistema, al proponer el “derecho a la salud y al bienestar integral, incluyendo su dimensión física y mental”, garantizando un “Sistema Nacional de Salud de carácter universal, pública e integrada”.

Si bien la discusión en torno a un sistema de salud universal no es nueva, la modificación tiene que ver con que el principal rol de financiamiento provendrá del Estado y la prestación de los servicios podrá ser realizada por prestadores públicos o privados. Esto significa que las Isapres no recibirán los aportes obligatorios de salud, ya que una ley determinará el organismo público que administrará los fondos.

La evidencia sugiere que, en general, los sistemas de cobertura universal tienden a ser más baratos y sencillos de administrar que cuando hay compañías de seguros que generan ganancias. En este caso, las isapres tendrán que adaptarse. Como en otros países, pueden integrarse a la seguridad social financiada y administrada por el Estado, o brindar un seguro complementario. Todo ello, entendiendo que el Estado tendrá un mayor control de los precios que se pagarán a los prestadores de salud.

Esta nueva propuesta también plantea la aplicación de pilares fundamentales, que buscan establecer como base un buen sistema de atención primaria enfocado en la prevención de enfermedades, la salud mental, y con especial enfoque en el enfoque comunitario. Esto contribuye a generar mayores niveles de justicia social, participación comunitaria y mejor calidad de vida para las personas.

Sin embargo, pasar a un sistema de salud universal no significa empezar de cero. Es posible aprender de los países que han hecho el tránsito. Taiwán lo hizo en 1995. Para ello, realizó un intenso trabajo, en el que comparó las mejores prácticas de países con sistemas universales de salud, como Canadá.

Debemos ser cautelosos y vigilar que los problemas que existen hoy en los sistemas universales de salud, como la calidad de la atención, las largas filas de espera, el aumento de las presiones financieras en el sistema, entre otros, no se repliquen en Chile.

Hoy, la opción de escribir en una hoja en blanco te permite desarrollar muchas ideas. Lo relevante es ver cómo se financian y se ejecutan. Tenemos la oportunidad de avanzar hacia un sistema de salud universal. Es hora de resaltar la necesidad de invertir en los servicios de salud para fortalecerlos y hacerlos aptos para los desafíos futuros.