Incertidumbre: Constitución, dólar e impuestos

Ya nada parece sorprendente. En una misma semana confluyen al menos tres tensiones que alteran la confianza y generan incertidumbre. La Convención entrega su propuesta de texto, el Gobierno introduce una reforma tributaria que aumenta la carga tributaria y el dólar juega con la barrera de los $1.000.

Vamos de semana en semana en un clima de incertidumbre e inestabilidad. Una semana es la delincuencia y el crimen organizado, otra la constante suba de precios, la siguiente las tensiones por el debate constitucional y, recientemente, la suba del dólar y la presentación del aumento de impuestos propuesto por el Gobierno.

“Considerando la fragilidad que genera la incertidumbre constitucional, las decisiones económicas de la autoridad deben ser mucho más cuidadosas”.

Todas estas tensiones tienen algo en común: la incertidumbre y el deterioro de las condiciones básicas para generar inversión y progreso.

Este escenario complejo plantea la pregunta de qué se puede hacer para reducir la incertidumbre y generar confianza. En materia constitucional -principal fuente de incertidumbre-, el plebiscito del 4 de septiembre es muy importante. De ganar la Aprobación, el escenario de incertidumbre se transformará en un acelerado deterioro de las condiciones de la cooperación política, considerando la radicalidad de los cambios propuestos; mientras que si gana el Rechazo, se abrirá un camino de esperanza para buscar nuevos acuerdos y dar sentido a los cambios. En todo caso, la inestabilidad constitucional estará lejos de terminar el 4 de septiembre, y es razonable pensar que estamos apenas en la primera mitad de una década de crisis política.

Considerando la fragilidad que genera la incertidumbre constitucional, las decisiones económicas de la autoridad deben ser mucho más cuidadosas. A las tensiones internas se suma un escenario de desaceleración económica global y posible recesión, con un conflicto militar y geopolítico en Europa. Los precios suben en el mundo y en el caso de Chile, lo hacen aún más por factores internos -como reconoció el presidente Gabriel Boric al referirse al precio del dólar-.

La embestida del precio del dólar es quizás el síntoma más claro de todo este escenario de deterioro. Incertidumbre interna, declive económico nacional, amenaza de recesión mundial, subida de precios, en definitiva, sensación de pérdida de control. Hacienda intenta sin éxito mitigar la suba del dólar, y el ministro llega al límite del respeto a la autonomía del Banco Central, afirmando que “sería oportuno que el Banco Central compartiera su diagnóstico de lo que está pasando”.

En este complejo escenario, es difícil entender por qué el Gobierno elige este momento para introducir su aumento de impuestos para los chilenos. Añade un factor más -y muy relevante- al entorno de incertidumbre y desconfianza, afectando las decisiones de inversión de las empresas y haciendo de nuestro país un lugar menos competitivo para atraer proyectos. Además, una suba de impuestos y un aumento del tamaño del Estado parecen ir en sentido contrario a lo que el país necesita para retomar un impulso de progreso sostenido en el tiempo. Se requiere más espacio para la iniciativa individual y el espíritu empresarial.

Las circunstancias invitan a la autoridad económica a revisar su estrategia y repensar su iniciativa tributaria.