Jorge Selaive Economista Jefe Scotiabank Chile y Académico FEN U. de Chile
Jorge Selaive
La inflación ha sido el gran dolor de cabeza en Chile y el mundo. Se han planteado varias hipótesis sobre la escalada de precios a nivel global. Entre ellos, la estabilidad de precios observada desde fines de la década de 1990, acentuada luego de la Gran Recesión, que pudo haber llevado a cierta complacencia en el anclaje de las expectativas inflacionarias de varios bancos centrales; los altos grados de incertidumbre también podrían condicionar reacciones excesivas de las políticas macroeconómicas.
El mundo ha enfrentado shocks históricamente inflacionarios (una pandemia y una guerra), pero, como nunca antes, ahora ocurrieron casi simultáneamente. Por un lado, la pandemia afectó el suministro de bienes en un mundo altamente globalizado y, por otro, el conflicto ruso-ucraniano incrementó los precios considerados clave a nivel productor. Íbamos a tener inflación sí o sí, pero la persistencia ha sido algo superior y, pese a conseguir la victoria en alguna batalla, no se ha ganado la guerra.
“Algunos de los desanclajes no son ‘made in Chile’ y, en consecuencia, no debemos ceder a las políticas locales (fiscales y monetarias) el rol de anclar completamente nuestras expectativas inflacionarias, ya que el costo sería sustancial para la actividad”.
En Chile, el IPC de octubre ha mostrado signos de ruptura inflacionaria. Para algunos, las rebajas de precios a principios de ese mes en el marco del CyberDay explicarían la sorpresa, sin embargo, al mirar la canasta, el impacto que se le puede atribuir a este evento es limitado, mientras que se prevé un quiebre importante en varios servicios. visualizado. . El efecto de la política monetaria se vería a través de todos sus canales virtuosos de transmisión.
La política fiscal también ha contribuido, mostrando signos de consolidación que deben reconocerse como parte del proceso de convergencia hacia los equilibrios macroeconómicos deseables. Asimismo, no cabe duda que el resultado del plebiscito constitucional ha contribuido a disminuir significativamente la probabilidad de escenarios altamente disruptivos para el normal funcionamiento de la economía.
¿Qué esperar en el futuro? El mercado financiero ha internalizado adecuadamente la sorpresa inflacionaria y vemos un camino gradual hacia el anclaje. Uno se pregunta si lograremos un anclaje total medido por las expectativas de inflación de la encuesta y los precios de los activos, mientras que al mismo tiempo el mundo desarrollado todavía tiene que hacer ese trabajo.
Parte del desanclaje no es “made in Chile” y, en consecuencia, no deberíamos dejar en manos de las políticas locales (fiscal y monetaria) el rol de anclar totalmente nuestras expectativas inflacionarias, ya que el costo sería sustancial para la actividad. Estos meses restantes de 2022 serán importantes para ver si se confirma el quiebre inflacionario y para verificar si todavía tenemos que lidiar con la inercia inflacionaria que genera la alta indexación.
Si tenemos la suerte de ver una desaceleración inflacionaria en el mundo, donde ya se están observando algunos síntomas, también podríamos encontrar otro impulso externo hacia la convergencia inflacionaria. Entonces, allí tendremos un papel que desempeñar para dar el golpe de gracia a la inflación.
Las voces de nuevos estímulos a la demanda interna (ayudas universales y/o retiros de fondos de pensiones) no se harán esperar cuando la economía se consolide al resto en la escalada de precios en medio de una menor creación de empleo y crecimiento. Lo peor serán estos meses de verano y otoño que se acercan. Mucho volverá a estar en manos del Congreso y las convicciones del buen hacedor de políticas serán puestas a prueba.
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