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La columna de Camilo Feres: “El retorno de un viejo conocido”

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Las narrativas sobre el crecimiento fueron dominantes en los años 90. Era la época de los jaguares, del milagro regional, de los mejores estudiantes del barrio. En aquellos años inaugurar una megainversión era un motivo de orgullo y políticos de un lado y otro se disputaban la autoría y presencia en todo lo que se lanzaba como lo más grande, lo más moderno o lo más innovador, casi sin importar el sector económico. al que se refirió.

Ni siquiera Lagos, el primer presidente socialista de la era concertacionista, dejó de lado el crecimiento en su promesa electoral, aunque le puso un apellido: crecer con igualdad.

Ha pasado mucha agua bajo ese puente y en los años siguientes la presencia del crecimiento en la retórica política dio paso a otras promesas y prioridades e incluso al surgimiento de narrativas en abierta oposición al crecimiento como objetivo. Tímidamente, sin embargo, las historias sobre estrategias de desarrollo; Medidas pro crecimiento y reformas pro inversión han comenzado a emerger nuevamente en escena y el estudio de Descifra sobre percepciones económicas arroja luz sobre cómo estos objetivos son percibidos por la población.

En el estudio que hoy desplegamos en Pulso, queda claro que la calidad de vida y las condiciones materiales cotidianas siguen en el centro de las expectativas de la población. Algunos fuertemente ligados a materia laboral -en esto hay coherencia con nuestro estudio previo para el anuario 2024 de La Tercera- y otros muy conectados con el imaginario tradicional de fortaleza económica, ligado a la expectativa de expansión industrial, minera y de infraestructura en el país. .

La idea de un país que necesita crecer (porque ha dejado de hacerlo) parece bien instalada en la mente de los ciudadanos y la exigencia de que forme parte de los discursos políticos, también. También es interesante la preocupación emergente sobre el peso de la burocracia y sus efectos sobre la competitividad del país. En este sentido, el estudio da cuenta de la instalación de narrativas emergentes, como la llamada permitología, identificada bajo diferentes interrogantes como un enemigo a someter.

También merece una mención la mirada a la política y su responsabilidad en la falta de crecimiento. Por un lado, existe una percepción generalizada de que el conflicto y/o la falta de acuerdo político es una de las causas centrales del deterioro de las condiciones del país para crecer a tasas más altas. Por otro lado, los encuestados muestran poca o ninguna confianza en el compromiso de los políticos con las medidas que promueven para revertir esta condición.

Al comienzo del año electoral, es interesante empezar a tomar el pulso a las expectativas de la gente en relación con lo que los políticos deben hacer si quieren impulsar la economía, así como seguir de cerca la creciente instalación de preocupaciones sobre la burocracia o la aumento de la informalidad laboral, tema que emerge con fuerza en esta medición y que, dada la pesada agenda regulatoria en este frente y los efectos de la informalidad en temas de primera prioridad como las pensiones, sin duda seguirá marcando la agenda en los debates políticos del próximos meses.

* Director Ejecutivo de Descipra

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