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La fragilidad energética de la UE que desnudó el sabotaje a los gasoductos rusos

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Todo empezó con dos explosiones en las profundidades del mar Báltico, detectadas este lunes por la guardia costera sueca: se habían producido fugas en los gasoductos Nord Stream 1 y 2, que transportan gas de Rusia a Alemania, generando burbujas de varios metros de largo. en la superficie del mar. “Hay dos fugas en el lado sueco y dos fugas en el lado danés”, declaró un oficial de guardia, alertando a toda Europa.

La primera fuga se produjo a unos 20 kilómetros de la isla de Bornholm, en aguas internacionales, pero en la zona económica exclusiva danesa. A partir de ahí, más al norte, dos fugas a la altura de Simrishamn, Suecia. Ya el martes se había establecido un área de seguridad que prohibía la navegación y el sobrevuelo en la zona, mientras comenzaban a surgir burbujas de gas que ponían en riesgo la flotabilidad de los barcos cercanos.

Todo ello no impidió que al día siguiente se detectara una cuarta fuga, sin poder encontrar un culpable. Desde Ucrania no dudaron en acusar a Rusia, mientras que Moscú insinuaba la responsabilidad de Estados Unidos. En Bruselas no señalaron a los responsables, pero amenazaron con una respuesta “enérgica y unida”.

Los dos gasoductos Nord Stream, que llevan gas de Rusia a Alemania a través del Mar Báltico, estaban actualmente cerrados: el presidente Vladimir Putin había reducido y finalmente cortado esa llave en respuesta a las sanciones aplicadas por la Unión Europea por la guerra en Ucrania .

Ahora, tras estas filtraciones, se especula que aunque Rusia quisiera reanudar el suministro, estos oleoductos no podrían volver a utilizarse este invierno. Según informa el diario alemán Der Tagesspiegel, si no se reparan rápidamente, los tubos pueden quedar completamente inutilizables, ya que la entrada de agua de mar los corroe.

La teoría del sabotaje intencionado es la más obvia: las agencias energéticas danesas y la Nord Stream AG han declarado que roturas como las de esta semana ocurren “raramente”, y que las fugas consecutivas, con los daños sufridos, son algo que no tener precedentes. La otra pista a favor de un posible ataque al suministro energético viene de los institutos de sismografía de Dinamarca y Suecia: antes de las filtraciones, habrían detectado explosiones en el fondo marino.

Uno de los primeros países en posicionarse fue Rusia, que mostró su preocupación y pidió una investigación al respecto. El portavoz del Kremlin, Dmitri Peskov, descartó que su país tuviera interés en sabotear esas líneas: “Las fugas son problemáticas para nosotros, porque los dos tubos están llenos de gas listo para ser bombeado, y ese gas es muy caro. Ahora este gas se escapa”.

Más arriesgado, desde Kyiv apuntaron directamente a Moscú. “La fuga de gas del NS-1 no es más que un ataque terrorista planeado por Rusia y un acto de agresión hacia la UE. Rusia quiere desestabilizar la situación económica en Europa y provocar el pánico antes del invierno. La mejor inversión en respuesta y seguridad son los tanques para Ucrania. Especialmente los alemanes”, tuiteó Mykhaylo Podolyak, asesor presidencial ucraniano.

Fuentes de seguridad alemanas recogidas por la prensa local aseguraron que se trató de algo intencionado: “Nuestra imaginación ya no puede concebir un escenario que no sea un ataque dirigido”.

En esa dirección, el alto representante de la Unión para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad, Josep Borrell, ha declarado: “Toda la información disponible indica que estas filtraciones son el resultado de un acto deliberado”, y ha añadido que apoyará “cualquier investigación que tenga como un objetivo para esclarecer completamente lo que sucedió y su motivación”.

El vecino de Rusia, Finlandia, ordenó el jueves reforzar la seguridad cerca de sus infraestructuras estratégicas, al igual que las centrales nucleares suecas. Alemania, por su parte, anunció el refuerzo de la protección de la infraestructura energética. “Tenemos que prepararnos para escenarios que eran inconcebibles hace poco tiempo”, dijo Nancy Faeser, ministra del Interior alemana, y agregó que el sabotaje del Mar Báltico muestra “con urgencia hasta qué punto nuestras infraestructuras críticas son vulnerables y deben ser protegidas, especialmente todas aquellas que están bajo el agua”.

Una de las consecuencias más inmediatas de estos sabotajes fue la subida del precio de referencia del gas, el TTF (Title Transfer Facility) holandés, que subió un 7% el martes y un 6,3% el miércoles.

Mientras tanto, el Comando de Defensa danés publicó imágenes de un remolino de gas burbujeante, de casi medio kilómetro, en la superficie del mar Báltico. Por ello, se estableció la zona de exclusión del transporte marítimo, además de la prohibición de vuelos por debajo de los mil metros por la zona.

Ahora que el otoño ha entrado en Europa, los mandatarios de cada país miran con preocupación la posibilidad de que a otras líneas de suministro les ocurra lo mismo que al Nord Stream, sobre todo en plena crisis energética que ya les viene trayendo problemas. . El ministro de Economía alemán, Robert Habeck, apuesta por un invierno menos frío que el anterior: “Si todo va bien y si tenemos un poco de suerte con la climatología, tenemos la posibilidad de pasar el invierno cómodamente”.

Las opciones pasan, por un lado, por acumular reservas de gas, y por otro, reducir el consumo. Krishna Sapkota, de la firma de análisis de datos Enverus Intelligence, dijo a Deutsche Welle: “Nuestros escenarios muestran que si no se raciona suficiente suministro de gas este invierno, los países europeos se quedarán sin reservas en febrero de 2023 si las temperaturas invernales son más bajas de lo habitual”.

Ya en marzo, cuando comenzó la invasión rusa de Ucrania, el gobierno alemán había solicitado tener sus reservas de gas al 75% para el 1 de septiembre. Esos objetivos se elevaron al 85% y 95% para octubre y noviembre, respectivamente. Con este mismo propósito, luego de una visita a los países del Golfo Pérsico y Arabia Saudita, el canciller Olaf Scholz animó a la empresa alemana RWE a firmar un acuerdo con la Abu Dhabi National Oil Company, para poder suministrar gas natural licuado en la finales de diciembre. .

En cualquier caso, solo 10 de los 27 estados de la Unión Europea cuentan con almacenamiento subterráneo: Alemania, Bélgica, Dinamarca, España, Francia, Italia, Polonia, Portugal, República Checa y Suecia.

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