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La historia real de Roland Doe y la película El exorcista

Martina E. Galindez

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Es una de las obras más emblemáticas del género de terror. Sin embargo, la historia de quien la inspiró no es tan conocida como el libro o la película.

Cuando el fallecido escritor y guionista de cine William Peter Blatty estudiaba en la Universidad de Georgetown en 1949, escuchó sobre un caso de “exorcismo” que se dio en Mount Rainier, una localidad ubicada a unos 15 kilómetros de Washington DC.

Se decía que un joven de 14 años había sido poseído por el diablo y que fue liberado del demonio gracias a la ayuda de un sacerdote católico.

En su edición del 20 de agosto de dicho año, el Washington Post citó a fuentes que aseguraban que fue sometido a “entre 20 y 30 exorcismos”, mientras vociferaba “groserías y frases en latín, un idioma que nunca había estudiado”.

Años más tarde, ese se convirtió en el argumento de la novela El exorcista (1971) del mencionado autor, quien dos años después escribió el guión para el filme homónimo que dirigió William Friedkin.

Si bien, ambas entregas siguen siendo ampliamente recordadas hasta la actualidad, la historia del joven “exorcizado” en la vida real tiene un trasfondo mucho más estremecedor.

La historia de Roland Doe, el joven que creían poseído por el diablo y que inspiró al desarrollo de El exorcista. Foto: referencial / El exorcista (película).

El menor fue identificado como Roland Doe. No obstante, cabe precisar que ese apellido es utilizado en Estados Unidos de forma genérica, con el objetivo de proteger el anonimato y la seguridad de ciertas personas.

Asimismo, se usa para hacer referencia a identidades que son derechamente desconocidas.

Según informaciones rescatadas por la BBC, los periódicos de la zona en 1949 relataban que después de la muerte de una familiar, Roland comenzó a escuchar sonidos inhabituales en las paredes de su pieza.

En unos archivos de la Universidad de St. Louis, Misuri, se lee que “la tía Tillie era particularmente cercana al muchacho”.

“Algunos reportes aseguran que fue ella quien lo introdujo al tablero de Ouija, un juego concebido en el siglo XIX, cuando el espiritualismo se convirtió en un fenómeno religioso”.

Los sacerdotes de dicha institución académica fueron precisamente quienes hicieron los “exorcismos” al menor de 14 años.

La familia de Roland Doe tenía la teoría de que el joven usó la tabla de Ouija para contactar a su tía, lo que habría ocasionado una serie de episodios paranormales en su hogar.

Entre esos hechos dijeron que hubo sillas que se movían solas, que su cama se sacudía y que los pisos tenían marcas similares a las de cuando se arrastran muebles.

A raíz de aquello, consultaron a una serie de especialistas de la medicina y la psicología, pero ninguno supo explicar tales sucesos.

Fue ahí cuando decidieron preguntarle a un pastor luterano llamado Luther Miles Schulze, quien les sugirió que acudieran a una comunidad católica de Washington, debido a experiencia en situaciones similares.

Schulze afirmó en una carta que envió al Departamento de Parapsicología de la Universidad de Duke que él mismo fue testigo de estos supuestos acontecimientos.

La historia de Roland Doe, el joven que creían poseído por el diablo y que inspiró al desarrollo de El exorcista. Foto: referencial.

Después de recibir el consejo del pastor, la familia fue a la Universidad de St. Louis para contar su relato a la comunidad jesuita del establecimiento. Ahí, un sacerdote llamado Waymond Bishop consiguió una autorización para visitar el hogar.

El religioso escribió cómo fue el proceso en un diario, que después fue guardado por la casa de estudios.

La primera vez que vio a Roland Doe, según redactó, su cama se sacudía sola, pero dejó de hacerlo cuando hizo la señal de una cruz con agua bendita.

Convencido de que efectivamente era un caso de posesión demoníaca, solicitó la ayuda de William H. Bowdern, otro sacerdote que contaba con mayores conocimientos sobre este tema.

De esta manera, pidió el permiso al arzobispado local para realizar un exorcismo al joven.

Su solicitud fue aprobada y los rituales se efectuaron entre marzo y abril de 1949, de manera constante y en distintos lugares.

Dentro de los escritos de Bishop se cuenta: “Continuaron las oraciones del exorcismo y R (Roland) convulsionó violentamente, luchando con su almohada y sus ropas de cama. Sus brazos, piernas y cabeza tuvieron que ser controlados por tres hombres. Las contorsiones revelaban fuerza física más allá del poder natural”.

Junto con ello, dijo que escupió en sus caras, manos y en retratos de carácter religioso.

“Se estremecía cuando lo rociaban con agua bendita. Luchó y gritó en una voz diabólica y aguda”.

Uno de los eventos más peculiares que narra, es cuando supuestamente Bowdern le exigió al demonio que abandonara el cuerpo de Roland, orden a la que respondió:

“Él solo tiene que decir una palabra más, una pequeña palabra, quiero decir: ¡una gran palabra! Nunca la dirá. Siempre estoy en él. Puedo no tener siempre mucho poder, pero siempre estoy en él. Nunca dirá esa palabra”.

Después de ese diálogo, cuando las manecillas del reloj casi marcaban las 00:00, la voz adquirió otro sonido antes de expresar: “¡Satán! ¡Satán! Soy San Miguel y te ordeno Satán, y a los otros espíritus malignos, que abandonen el cuerpo en el nombre de Dominus, inmediatamente. ¡Ya! ¡Ya! ¡Ya!”.

Tras recitar aquello, Roland supuestamente volvió a su estado normal y dijo que había sido salvado por el mencionado arcángel.

Ni Bishop ni Bowdern hicieron declaraciones públicas sobre el tema en aquella época.

La historia de Roland Doe, el joven que creían poseído por el diablo y que inspiró al desarrollo de El exorcista. Fotos: Raymond Bishop / William Bowdern / Universidad de St. Louis

Como es de esperar, los mitos en torno a esta historia y la identidad real de Roland Doe son numerosos.

Investigaciones revisadas por el citado medio sugieren que se trató de un hombre que nació en 1935 en el estado de Maryland, quien posteriormente trabajó como ingeniero para la NASA.

Se presume que falleció en 2020 a sus 85 años.

Una de las personas que se dedicó a estudiar este caso es el historiador Henry A. Kelly, quien escribió un libro titulado The Devil, Demonology and Witchcraft, en el que pudo conversar con Bowdern.

Según escribió el autor, el sacerdote le dijo que él lideró el proceso porque fue una orden que le hicieron sus superiores.

“Pero, ¿cuáles eran esas señales de posesión que llevaron a las autoridades eclesiásticas de St. Louis a acudir a un exorcismo? La respuesta del padre Bowdern fue simple y directa: no había señales de posesión diabólica reportadas u observadas, antes de que comenzaran los exorcismos”.

Aquello, junto a la falta de investigaciones previas y la ausencia de una bitácora médica, lo llevaron a sostener que el procedimiento de los religiosos no fue el adecuado y a dudar de la veracidad de los escritos de Bishop.

De la misma manera, los aparentes movimientos inexplicables podrían haberse ocasionado por múltiples otros motivos, no necesariamente vinculados con un fenómeno paranormal.

La historia de Roland Doe, el joven que creían poseído por el diablo y que inspiró al desarrollo de El exorcista. Foto: referencial / El exorcista (película).

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