Camisetas estilo fútbol, cánticos de estadio y gorras con forma de tablero abundaban entre quienes se acercaban al Estadio Nacional. la conexión de Oasis con el fútbol no es sólo por el conocido interés de los Gallagher por el Manchester City, sino también por apelar, con mirada comercial, a la fibra popular y al sentimiento de pertenencia.
El resto lo hace la bien aceitada industria de la nostalgia. El reencuentro de la banda Gallagher fue uno de los hitos imperdibles de la temporada de conciertos y a juzgar por la mayoría del público menor de 30 y menor de 20, atrajo a muchos que no lograron verlos en su primera generación.
La afición de Oasis, extensa y diversa, llenó el Nacional desde temprano. Las camisetas celestes llamaron la atención, mientras que la música empaquetada celebraba, al igual que la música del grupo, la gran tradición británica. Poco después de las 21:00 horas apareció un mensaje “Esto no es un simulacro”, decía la leyenda que apareció en pantalla. Para empezar, el espectáculo revela el interés de los Gallagher por dejar claro el apogeo de su leyenda.
Después del tamborileo que se abre Follando en los arbustosTras el habitual y vertiginoso telón de Oasis, la pantalla muestra, también al ritmo de la era de las redes sociales, una especie de historia de regreso. Desde las especulaciones en los medios, los tuits de Liam, hasta la confirmación definitiva del encuentro. Los titulares y portadas de revistas pasan de largo informando el hito, como si demostraran que los Gallagher siguen siendo una fuerza con peso en los medios. Como si nunca hubieran dejado de serlo. Liam y Noel Gallagher entran juntos, se toman de la mano y saludan al público. “Oasis vuelve a jugar aquí”, soltó el primero. El público, convertido en afición, les vitoreó como si hubieran marcado un gol.
En su cuarta presentación en ChileOasis recibido con Hola al inicio. Una declaración de que el grupo evita sutilezas. Inmediatamente siguieron con Ceder y gloria de la mañana. Su rock guitarrero saturado suena fuerte y resalta sus virtudes; intensos como The Clash, arrogantes como The Stone Roses, ambiciosos y pop como The Beatles.
A diferencia de sus días activos, en esta gira de reunión, Oasis lo lleva al máximo su habitual sonido crudo de pared de guitarra. Además de Noel, cuenta con el apoyo del histórico Paul “Bonehead” Arthurs, uno de los fundadores del grupo que se reincorporó a la gira tras perderse las etapas asiática y australiana. También Gem Archer, el guitarrista que precisamente ocupó el lugar de Arthurs tras su retirada en 1999. Así que el grupo suena realmente arrollador. Nota especial para el sólido baterista Joey Waronker, el único sin historia previa con la banda. “Rock and roll”, dice Liam en un momento.
El escenario, el mismo de su gira internacional a diferencia del montado en Argentina, se extiende con pantallas a los lados y la del fondo. Por momentos parece un todo. Los músicos son el centro, incluso cuando sus imágenes a veces se fusionan con las atractivas imágenes de estilo rock de estadio.
Con Oasis no hay sorpresasel grupo recrea sus canciones incluso con los mismos arreglos en vivo que utilizaron en el pasado. No apelan a grandes novedades, sólo a su potente repertorio concentrado en sus tres álbumes noventeros. Pasan los optimistas Algunos podrían decir (Se muestra a Liam y Noel cantando mucho sus partes), la chica del garaje Bájalo, Supersónico y antes Cigarrillos y alcoholLiam le pide al público que realice el prozam, la celebración en la que todos se toman de los hombros y miran hacia la cancha. El respetable le sigue como si estuviera en el campo del Manchester City. “Es jodidamente bíblico”, dijo Liam. La imagen de Pep Guardiola (con bufanda del City) montada en el escenario los observaba en silencio.
Se sabe que el setlist de la gira incluye al menos 5 de las caras B clásicas de Oasis. Algunas de esas canciones como Desvanecerse, a medio mundo de distancia cualquiera hablar esta noche (con un arreglo de banda completa, que permite brillar a Waronker), fueron celebrados por fanáticos acérrimos, como si recordaran ese período en el que Noel alcanzó un gran nivel. La gente le agradece cantando “olé, olé, olé Noeeel”.
ellos pasan ¿Sabes a qué me refiero? y Quédate a mi lado (uno de los más coreados de la noche), Estar aquí ahora (1997), bastante apegados a sus versiones en vivo de los años 90. Las pantallas continuaron poniendo a Noel y Liam cada uno en una pantalla. Como destacando que son la fuerza que mueve al grupo. Liam respondió a lo dicho en las críticas internacionales y está cantando en plena forma. Noel, por su parte, con la precisión de los años.
La recta final acabó con Deslízate, lo que sea (con el clásico guiño a El jardín del pulpo de Los Beatles), además de vivir para siempre (sin dedicación) y Estrella del rock’n’roll. Regresaron para un bis de éxitos, que incluyó El plan maestro (la cara B más grande de todos los tiempos), además No mires atrás con ira, muro maravilloso y Supernova de champán.
Oasis, sin esforzarse en parecer nuevos, le dio al público lo que quería, una noche de nostalgia con un repertorio sin concesiones y un rock sin concesiones. Por factura y estructura de personas, literalmente “en camisa”, Podría ser uno de sus mejores espectáculos en el país. y estará en la discusión entre los mejores del año. “Nos veremos de nuevo”, prometió Liam. Los fuegos artificiales coronaron una noche bíblica.
Ashcroft activó la vista previa
El día ya había añadido bastante emoción desde el espectáculo inaugural. los ingleses Richard Ashcroftun amigo cercano de Noel Gallagher, abrió la presentación, tal como lo hizo en la sección de Reino Unido e Irlanda. con la cortina Trae a Lucie (gente freda)Original de John Lennon, el ex The Verve fue recibido con una ovación, que sonó como la de un campeón regresando a la cancha. Para entonces, un cuarto de hora antes de las 20, el público ya llenaba el Nacional.
Consciente de lo popular que es en Sudamérica, Ashcroft no escatimó en utilizar el material más conocido de su banda madre, El brío. El comienzo con sauce llorón, uno de los recortes menos obvios de lo esencial Himnos urbanossonaba atronador, conservando las guitarras de inspiración psicodélica de la grabación original.
Con una chaqueta brillante, continuó con Espacio y tiempootra de las canciones escondidas de aquel disco clave de los 90. Una sorpresa total que el respetable agradeció. Continuó con un par de cortes de su trabajo solista, como el bueno Rompe la noche con color.
En el escenario, Ashcroft es pura actitud. Aunque su voz sufre el desgaste de los años, mantiene su actitud callejera y su énfasis en la interpretación. El respetable agradeció su regreso al país después de 9 años, con una canción del Estadio. “Oleeee olé olé olé, Richard, Richard”. Continuó con Las drogas no funcionan (con ligera variación en la disposición), hombre afortunadola canción que ha marcado como su favorita (y fue la que mejor sonó, muy cercana a la versión del álbum), la bella Sonetoy el cierre con ese himno noventero que es Sinfonía agridulce, que sonaba tan psicodélico como siempre, con la adición de algunas guitarras funky. “Espero hacer mi propio show” se despidió del público que se regocijó con el recuerdo de una época.
