En un país donde progresivamente reconocemos la complejidad del vínculo humano-animal, la reciente iniciativa legislativa aprobada por la Cámara de Diputados y que otorga un permiso de trabajo remunerado por un día a quienes pierdan una mascota registrada, popularmente llamada “Ley Duke”, reconoce que esta muerte no es un hecho menor, sino que puede desencadenar un verdadero proceso de duelo, con implicaciones emocionales, sociales y laborales.
Cuando una persona pierde a su mascota, ya sea un perro o un gato, a menudo afronta esa pérdida en silencio, sin reconocimiento formal de su impacto. El hecho de que la normativa laboral considere este escenario confirma que la sociedad y la legislación están incorporando una mirada más sensible hacia el bienestar animal y la salud emocional de sus tutores.
Por supuesto, esta iniciativa trae consigo desafíos prácticos. El texto indica que el permiso será por un día hábil, que el animal deberá estar inscrito en el Registro Nacional de Mascotas y Animales de Compañía, que se acreditará mediante documentación del fallecimiento y que el día deberá recuperarse dentro de los 90 días siguientes al uso del permiso. Estas condiciones requieren que como sociedad tengamos claridad y responsabilidad: registro formal, verificación y regulación.
El enfoque de bienestar humano y animal gana relevancia educativa. No basta con formar nuevos profesionales con conocimientos en aspectos técnicos de la salud, la reproducción, la producción o el manejo animal, también hay que incorporar la dimensión emocional del vínculo entre las personas y sus animales.
La dolorosa despedida de una mascota o de cualquier animal puede tener un impacto en el trabajador, en su desempeño y salud mental. La medida legislativa refuerza que esta pérdida ya no es sólo un hecho interno, sino una eventualidad que puede requerir contención y atención.
Por supuesto, no es un estándar perfecto ni exento de debate. Algunos sectores han señalado que el momento de su discusión puede no ser una prioridad en la agenda laboral o que su aplicación generará costos o complejidades para los empleadores. Sin embargo, El valor simbólico de reconocer el duelo de las mascotas merece ser reconocido.
* Lorena Jofré, Decana de la Facultad de Medicina Veterinaria y Agronomía, Universidad de Las Américas.







