El presidente Boric ha comenzado a usar la misma distinción que su predecesor en el cargo, Sebastián Piñera, para referirse a los actores callejeros del brote social: algunos habrían sido delincuentes y violentistas, mientras que la gran mayoría sería pacífica y buena gente, llena de sueños y esperanzas. De esta manera, toda la violencia del evento sería culpa de un puñado de inadaptados que no vale la pena recordar, según este discurso, y deberíamos quedarnos, en cambio, con otros, buenos ciudadanos y sus causas.
El uso de piñera de esta distinción es explicable por su necesidad de tratar de congenizar las masas al mismo tiempo del colapso, especialmente después del desastre generado por sus declaraciones con respecto al país “en la guerra”. Sin embargo, ese bórico hace lo mismo ahora, más de cinco años después y considerando la ruta que lo llevó al poder, es deshonesto en varios niveles. El primero de ellos es que la violencia de octubre tenía un amplio apoyo popular en ese momento. Muchas de las personas que no quemaron cosas apoyaron incendios y excesos, generalmente bajo la idea de que si no, “no pasa nada”. Esto se registró en las encuestas de la época, y también en el comportamiento de los manifestantes “pacíficos”: glorificó la primera línea, el “Matapacos” se definió e insistió una y otra vez para continuar generando aglomeraciones públicas de los recursos públicos de otras tareas y permitieron que se utilizarían como un manto de la impunidad por la impunidad y los recursos de la policía distraídos de otras tareas y permitieron el progreso territorial de los crimen organizado.
Esta ambigüedad y tolerancia con respecto a la violencia resonaron en muchos políticos oportunistas que bajo la bandera de “no criminalizar la protesta social” terminaron promoviendo o facilitando la acción de los delincuentes. Entre ellos está el Partido Comunista, que quería sacar a Piñera de la calle. Pero también casi todo el frente amplio, Gabriel Boric incluyó, y su oposición a la mayoría de las medidas destinadas a recuperar el orden público. Estos mismos políticos, durante los peores días de octubre, nos dijeron que los destruidos eran “simples cosas”, y que lo importante era proteger la vida humana, como si esa vida no dependiera de los bienes materiales. Todo secundado por un catado de personajes de televisión y entretenimiento dedicados todo el día para llamar “empatizar” con daño.
En resumen: muchas personas trabajaron mal durante el brote que respaldaba la violencia con argumentos cínicos hasta que el fuego comenzó a quemarse cerca de él ya dañando a sus seres queridos. Pero hay algo peor: los políticos, los comunicadores de Granujas, los plateros y los demagogos que se beneficiaron de la violencia, ganando dinero, ganando y conquistando posiciones de poder, y ahora se lavaron las manos con distancia y asco frente a los frutos de sus acciones. Lo peor del octubrismo nunca fueron los encapuchados, los anarquistas trastornados, los jóvenes nihilistas, ni los lumpen pitometes que intentaron convertir a Santiago en una bola de fuego. Fueron los personajes que promovieron el centro de la ciudad a quemar de los vecindarios donde nunca sucedió, y que obtuvieron dulces frutas de su “hecho”, mientras que el resto fue tragado por el tráfico de drogas y el crimen.
Tal vez Bórico no se da cuenta. Sin lugar a dudas, el invierno o lo entiende. Pero lo que hicieron y hoy intentan esconderse, actuando como si los demás fueran tontos, él regresará por ellos. Como dice el personaje memorable del científico honesto de la serie Chernobyl, que Dorothy Pérez soviética, “Cada mentira que decimos nos deuda con la verdad, y algún día esa deuda resulta”.
El próximo año, el fabuloso álbum debut de homónimo de “Los Tres” celebra 35 Springs. Entre sus muchos éxitos se destaca “La primera vez”, una de las canciones más políticas de la banda. Él dice: “En las calles que te dieron/ el poder que ahora me pudro/ pedí mil favoros y dije algo más/ la cabeza entre las piernas/ ya estabas tratando de complacerlos/ Estabas preparado, no pidiste perdón”. La canción, por cierto, fue dirigida a Pinochet. Pero llega, hoy, muchos más.
