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Mi mascota y yo: vivir con nueve animales diferentes

Martina E. Galindez

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“Siempre me gustaron los animales, pero antes no tenía tanta conciencia animal. Lo primero que tuve fue una tortuga, que en realidad es de mi hijo. Llegó cuando él era un niño”, dice Claudia López.

El primer perro que llegó a su hogar fue Carlitos, hoy el mayor de la casa con 17 años.. “Él es el único que compré. Fuimos a buscarlo a algún lado y, cuando lo vi en mal estado, quise llevármelos todos. Ahí comencé a generar esa conciencia, a darme cuenta de que la gente lucra con los animales y no se interesa por su bienestar. Nunca volví a comprar”, afirma.

Poco después llegó Pepa, la primera gata de la familia. “La encontramos abandonada junto con otros dos gatitos. La amiga con la que fui a buscarla se quedó con las otras dos y yo me quedé con ella”, recuerda.

Hasta entonces, nunca imaginó que la familia crecería tanto, porque el resto de los animales comenzaron a llegar de manera orgánica, como ella describe: se los regalaban, los rescataba o simplemente los encontraba.

Hoy, en su casa vive una tortuga, dos cacatúas, tres gatos, tres perros y, muchas veces, algún animal que rescata temporalmente y luego da en adopción o libera, como una cría de tórtola que se cayó de una palmera en su condominio y que Claudia alimenta con una jeringa. “Es la primera vez que tengo uno tan pequeño. Lo que más espero es que ella se salve de ello para poder liberarlo nuevamente”, dice.

Con esta historia, prácticamente se ha transformado en una ONG animalista. De hecho, ha sido el encargado de esterilizar a varios gatos que deambulan por su condominio. “De vez en cuando, la gente me llama cuando encuentran un animal abandonado y no saben qué hacer con él”, dice. Esto es lo que pasó con su perro Ramón. “Me llamaron porque la PDI había entrado a una casa con una denuncia y encontró 240 perros en pésimas condiciones”.incluyendo 150 chihuahuas. Traje a Ramón porque pensaban que tenía sarna y nadie lo quería. Las primeras veces que le di de comer se tiró como una hiena, desesperado, y además tiene problemas en las piernas y solo tres dientes. Ya lleva dos años conmigo y es un perro diferente. Aunque me ha costado dejar el miedo atrás, poco a poco se ha vuelto más amable”, afirma.

Claudia reconoce que no todos entienden su estilo de vida. “Algunas personas no entienden que vivo con tantos animales. He tenido parejas que aunque les gustan, al cabo de un tiempo les empieza a molestar. Pero para mí siempre son lo primero”, afirma. Sus amigos la conocen bien y, por eso, la invitan a ella y a sus perros a todas partes. Cuando no puede llevarlos, tiene a mano un “cuidador de animales” para cuidarlos.

Mi mascota y yo - Paula

Además de su labor principal, Claudia realiza en su departamento terapias alternativas: Péndulo Hebreo, Reiki, Flores de Bach, entre otras. Aunque no utiliza a sus animales como parte formal de las sesiones, ellos participan de forma natural. “Entran y salen de todos los espacios de mi departamento libremente, y, por ejemplo, tengo dos niños con autismo que vienen a terapia que al principio tenían miedo a los pájaros, y ahora hasta los besan. Ha sido muy bonito porque ese contacto les ha ayudado a perder los miedos y ganar seguridad”, explica.

Cuando se le pregunta si alguna vez imaginó que viviría con nueve animales en su casa, dice que quizás hace años le hubiera parecido una locura. “A veces me preguntan por qué lo hago, pero no sé cómo responder. Me pasa que los animales vienen a mí, se me acercan, tal vez tengo una misión en la vida acercar a los animales a las personas, no lo sé”, dice. De lo que está segura es que, si volviera, haría todo lo mismo para volver a tenerlos porque cree que todas las personas necesitamos el cariño de un animalito. “Cuando me dicen ‘eres bueno para adoptarlos’, siempre respondo que no soy bueno. Para mí debería ser natural. No se puede dejar un pájaro tirado en la calle para que lo pisen o lo maten. “No entiendo cómo la gente no siente lo mismo por estos seres puros”.

Mi mascota y yo - Paula
Mi mascota y yo - Paula