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Presidente Gabriel Boric: “Actuar con respeto a la dignidad del cargo exige mucho más de nosotros”
Le falta poco para completar dos meses como el principal inquilino de La Moneda y aún no personaliza su oficina. Sólo unos cuadros -regalos de la campaña y una foto de Magallanes- dan un toque más íntimo al despacho. Una guitarra, un libro y una taza de café sobre el escritorio -muy ordenado si se compara con el de su antecesor- hacen el resto.
Dio por terminado el proceso de instalación. ¿Qué significa en concreto?
Significa que no hay excusa y que los ministros tienen que tener un sentido de urgencia respecto a las tareas que les hemos encomendado. Es importante que la ciudadanía perciba también ese sentido de urgencia. Hay muchas cosas que tienen raíces profundas y que no se solucionan de un día para otro, pero no hay excusa ya en la formación de equipos o en el conocer el espacio para no abordarlas y hacerse cargo. Es nuestra responsabilidad.
¿Está conforme con la marcha de su administración?
Es muy pronto para establecer un juicio definitivo. Tengo la convicción de que tenemos un muy buen equipo, un muy buen gabinete. Ha habido dificultades y ha habido errores. En esto no se le puede echar la culpa al empedrado y es importante asumir las responsabilidades propias. Pero sigo creyendo que este gabinete tiene todo el potencial para desplegar un excelente gobierno.
¿Esos “autogoles” los atribuye a la inexperiencia de gobernar o a otra cosa? Hasta ahora han jugado con una oposición que, prácticamente, no existe.
El principal desafío de hoy día es la fractura que tenemos en Chile y eso no se define por si eres de derecha o de izquierda, sino más bien por la falta de legitimidad, de mediación, de los poderes institucionales tradicionales. Y un desafío de nuestro gobierno es recomponer, manteniendo y cambiando -tiene que tener algo de ambos lados-, las relaciones entre los chilenos y sus instituciones. No acusaría que hay una oposición inexistente.
Pero no han tenido una oposición que sea dura, que plantea interpelaciones, acusaciones constitucionales. Una oposición más parecida a la que fueron ustedes.
Todo tendrá su tiempo. Insisto, no creo que sea inexistente, están todos adecuándose a los nuevos roles. Cambiar de rol no es algo fácil y lo que he conversado con los parlamentarios de la oposición es que haya una relación institucional y un ánimo de colaboración. Déjenme ponerles un ejemplo concreto: la reforma de las pensiones. Hay un consenso generalizado de que en este gobierno tenemos que lograr sacar adelante la reforma de pensiones, lo que no se logró ni en Bachelet II ni en Piñera II, no porque nosotros seamos mejores, sino porque la sociedad chilena lo necesita. Hay ciertos acuerdos país, como la reforma tributaria también, que van a poder tener el concurso -y es nuestra voluntad que así sea- de todos. No es sólo nuestra voluntad, además, es nuestra necesidad porque no tenemos mayoría en ninguna de las cámaras.
Hablaba de una fractura, ¿cuánta responsabilidad tuvieron en eso? Por ejemplo, en el tema del debilitamiento de instituciones…
Yo por lo menos siempre me la he jugado por las instituciones y creo que eso fue patente en el acuerdo del 15 noviembre. Pero, además, desde un comienzo, cuando nosotros, a diferencia de otras voces que decían que no había que disputar la institucionalidad, sino generar organización por fuera, decidimos disputar institucionalmente un cupo en la Cámara por fuera de los partidos políticos. Después, constituir una coalición como fue el Frente Amplio y dar la disputa al interior del Estado -además de las movilizaciones- por fortalecer las instituciones que desde nuestra perspectiva tienen que cambiar. Pero jamás fue el ánimo destruir las instituciones o debilitarlas.
Pero su coalición propició el parlamentarismo de facto e impulsó una crítica férrea contra la Presidencia de la República…
¿La crítica férrea es debilitar las instituciones?
Se habló de una oposición obstruccionista que impulsó acusaciones constitucionales, interpelaciones…
Es totalmente legítimo cuestionar la premisa de la pregunta. Dice que fuimos una oposición obstruccionista.
El Presidente Piñera lo dijo.
El Presidente Piñera reconoce, por ejemplo, que en conjunto -no solamente yo, sino que con un grupo parlamentarios- fuimos los primeros en sentarnos en el Acuerdo Nacional por la Infancia, cuando él convocó aquello. Entonces, no se puede ver solamente una parte. También tuvimos una crítica muy dura, en particular, después del estallido social.
A esa reflexión lo queremos llevar…
Pero es que estas reflexiones tienen que ser ponderadas. En materias en las cuales creíamos que era necesario colaborar, participamos. Después en el estallido social teníamos visiones totalmente diferentes. El gobierno en ese entonces estaba en la tesis de “no lo vimos venir”. Nosotros, sin haber sido quienes organizamos el estallido social -porque atribuirse eso sería de una patudez impresionante- teníamos un diagnóstico parecido, de que acá había desigualdades estructurales que venían de antes del gobierno del Presidente Piñera, que no eran necesariamente responsabilidad de él, pero que había que afrontar con mucho más énfasis. Y en el momento más crítico, algunos -yo incluido- nos sentamos a la mesa a conversar para sacar adelante un acuerdo que fue el del 15 de noviembre. Entonces, decir que fuimos solo obstruccionistas o que nosotros debilitamos a las instituciones me parece que no se ajusta a la realidad.
¿A usted le gustaría que la oposición actual se comportara como ustedes se comportaron?
Es que no se puede equiparar el comportamiento ante hechos diferentes. Si es que la oposición actual estima que nosotros hemos vulnerado los derechos humanos de la ciudadanía, por supuesto que tienen todo el derecho de acusarnos constitucionalmente. Si es que la actual oposición tiene una crítica respecto al desempeño de uno u otro ministro, tiene el derecho a utilizar las herramientas que le otorga la Constitución para ya sea interpelarlo o tomar otro tipo de medidas. Espero que logremos entre todos generar un clima de colaboración en aspectos que, más allá de las disputas clásicas entre gobierno y oposición, le interesan a la mayoría de los chilenos y chilenas. Estoy pensando en reforma de salud, reforma tributaria, reforma educacional y en recomponer el animus societatis de la sociedad chilena.
¿Toma en cuenta las encuestas? En las últimas semanas el gobierno y usted mismo han tenido un proceso de desgaste…
Cuando lanzamos la candidatura presidencial yo era el político peor evaluado en las encuestas. Me ha tocado estar arriba y estar abajo en las encuestas. Y cuando uno mira la serie de últimas encuestas, efectivamente, hay un descenso en el apoyo al gobierno y un más amplio aumento en la desaprobación. Que tiene que ver también, creo, con la necesidad de consolidar lo que logramos en segunda vuelta, que fue una mayoría más amplia que la que logramos en primera. Y eso es un desafío permanente que tengo todos los días presente y, por lo tanto, no las ignoro. Tampoco me provocan ansiedad porque me ha tocado, como decía, estar en ambos lados de las encuestas. Pero sí, por supuesto que las observo y esperamos poder revertir esa tendencia.
¿Tiene una explicación para la baja?
Hay varias explicaciones posibles, esto es multicausal, pero una es que existía al principio, y yo diría que sigue existiendo, un alto nivel de expectativas de cosas que no se pueden resolver de la noche a la mañana. Y al ver que, por ejemplo, la crisis en La Araucanía no ha tenido cambios sustantivos en estos 40 y tantos días de mandato, o que la inflación y el costo de la vida siguen aumentando para las personas, genera una desafección respecto a las expectativas que se podían haber tenido originalmente. Y eso lo tomo con calma y con el sentido de urgencia de lo que tenemos que hacer.
Ha apoyado a su ministra del Interior, pese a que probablemente es de las secretarias de Estado que ha cometido más errores en este proceso de instalación. ¿Usted al menos concede que ella puso en jaque su liderazgo como jefa del gabinete?
Hubo en el despliegue del Ministerio del Interior y, en particular de la ministra, ciertas cosas que se podrían haber hecho de mejor manera, pensando en particular en el viaje a Temucuicui.
Y un habitar en el cargo y la institucionalidad que tiene que tener un estándar más alto, como fue el caso del avión de la Comisión de Seguridad de la Cámara. Eso la ministra lo tiene absolutamente claro. Y después de un par de semanas de reordenamiento, no solo creo, he visto que ha salido con más energía a retomar ese liderazgo que le corresponde como ministra del Interior. Y yo, consciente de esos errores, porque no tiene ningún sentido esconderlos, le he ratificado mi plena confianza como jefa de gabinete. La doctora Izkia Siches tiene todas las competencias para ser una excelente ministra del Interior, y, por lo tanto, quiero ser muy claro en esto y que no quepa dudas: cuenta con toda mi confianza.
¿Y no hay algo de voluntarismo en aquello? Teniendo en cuenta que se debilitó su credibilidad frente a quienes tiene que liderar y convocar?
Eso es indudable y ella tiene el deber de recuperarlo. Es parte de las tareas que le he encomendado y creo que lo va a lograr. Ahora, eso no es mero voluntarismo, yo conozco las capacidades de la doctora Siches. Converso diariamente con ella. Sé todo lo que está trabajando para poder sacar estos desafíos adelante. Además, en el Ministerio del Interior se radican parte de los problemas más acuciantes de Chile; la crisis migratoria, el conflicto en La Araucanía, en Arauco, Los Lagos, Los Ríos. El conflicto entre el Estado chileno y el pueblo nación mapuche. También la seguridad pública. Entonces es un ministerio muy difícil, se comenzó con traspiés, pero yo creo que la ministra ha tomado el timón de lo que le corresponde y lo va a sacar adelante.
Pero no es la misma de antes ¿no? Ella ha resignado parte de este estilo que le causó el problema en la Cámara de Diputados.
Eso es algo que también me ha pasado a mí. La idea de habitar una institución, habitar un cargo que es más grande que uno mismo, implica que hay cosas del cargo que se pueden adaptar a uno, pero hay muchas cosas de uno que se tienen que adaptar al cargo también. Y eso implica que en todo momento estamos siendo evaluados, en todo momento estamos siendo representantes del gobierno y, por lo tanto, hay que actuar con una concentración y un respeto a la dignidad del cargo que exige mucho más de nosotros.
¿Había poca conciencia?
Yo creo que generacionalmente. Esto no se lo atribuyo en particular a la ministra Siches, parto por mí. Había poca conciencia de aquello e insisto el habitar la República, la historia, es una tarea compleja que no se adquiere de la noche a la mañana, pero yo siento que estamos bien encaminados.
Usted ya no fue inmune al parlamentarismo de facto, a propósito de la presentación de un quinto retiro. ¿Le preocupa que esto termine siendo una práctica recurrente?
Hay que verlo desde, por lo menos, dos dimensiones. Una es el agotamiento del sistema político que ha tenido Chile en los últimos años. Hay un agotamiento que el proceso constituyente busca encauzar y ahí yo hago un llamado a que no pasemos del “no lo vieron venir” al “aquí no ha pasado nada”. Sigue existiendo un problema ahí en las instituciones chilenas del cual tenemos que hacernos cargo de resolver. Y también tiene que ver con la comprensión del sentido de la representación en términos políticos. En los últimos años lo que hemos visto es un debilitamiento de los partidos políticos como espacios mediadores de las demandas sociales muy importantes, lo que ha permitido el surgimiento de lo que se llama el discolaje.
En eso todos tenemos que reflexionar y trabajar, porque no hay gobierno que se pueda sostener, o un proceso de transformaciones que se puede hacer, si es que no tenemos una conciencia colectiva, lo que implica también niveles de compromiso con ese proyecto y, por lo tanto, renuncia a la autonomía personal.
¿Y hay manera de parar los retiros?
La primera manera de parar los retiros es haciéndonos cargo como gobierno de las urgencias que tiene la ciudadanía. Ahora, es imposible competir con los retiros en términos de lo que significa en percepción subjetiva. Pero la responsabilidad hoy día nos llama a poner el foco en lo importante, que es la reforma tributaria. Además del paquete de medidas que estamos planteando en el programa “Chile Apoya”, como también en el acuerdo con la CUT del sueldo mínimo, e incluyo el acuerdo con las pymes. Siempre puede ser tentador para algunos el impulsar iniciativas de estas características, pero hoy día, en un contexto de recuperación del empleo, de alta inflación, espero que prime la responsabilidad. Necesitamos fortalecer el ahorro para poder tener un sistema de seguridad social.
En la tramitación del quinto retiro se vio protagonismo del Partido Comunista. ¿Qué peso tiene esa colectividad en el devenir de su gobierno?
No hubo una preminencia del PC ni de otras fuerzas, era un acuerdo bastante transversal.
Pero recibió al PC en su casa, que fue un gesto que no tuvo con otros partidos. ¿O nos perdimos de algo?
Pero a Gonzalo Winter, jefe de bancada del Frente Amplio, también.
Pero es su amigo…
Me reuní y converso permanentemente con Guillermo Teillier. Tengo una relación muy fluida con la diputada Karol Cariola, que además es la presidenta de la Comisión de Constitución. Me he reunido con la gran mayoría de las directivas de los partidos y, en ese contexto, había un consenso entre los parlamentarios, los que estaban expuestos a la presión que a mí me tocó vivirla en su momento, de que el gobierno no podía sencillamente decir “no” sin presentar alternativa.
¿Habría preferido que se aprobara este retiro alternativo acotado? ¿O para el gobierno fue un triunfo el resultado?
Cuando el gobierno presenta un proyecto, la expectativa y el trabajo van en función de que se apruebe ese proyecto. Ahora, el resultado final, que no era el esperado, abre efectivamente la oportunidad de que discutamos los temas de fondo, sin la presión de los retiros, que es la reforma previsional. Y, a su vez, como gobierno, en conjunto con los parlamentarios, que nos hagamos cargo de las urgencias. Por ejemplo: servicios básicos, transporte, alza del costo de la vida.
¿Cómo administra la contradicción de haber sido impulsor de los retiros y ahora tener que contenerlos?
En el primer retiro yo participé en la tramitación y estuve involucrado en el debate -ustedes pueden revisar las actas de la discusión- muy intensamente. Las situaciones del segundo y tercer retiro no son las mismas que las de hoy día. De hecho, sin ser la solución deseable, creo que permitió un despliegue del gobierno mucho mayor. Pero, efectivamente, ahí Mario Marcel, que era presidente del Banco Central, ha mantenido una postura unívoca en torno a eso. Yo creo que muchos nos demoramos en llegar a la convicción profunda que tenemos hoy, de que esto, de continuar, le haría un profundo daño a la economía, y finalmente, a la mayoría de los chilenos y chilenas.
¿Usted cambió de opinión en eso?
Yo, evidentemente, cambié de opinión. Y creo que en política es sano cambiar de opinión a la luz de los antecedentes.
¿Considera un error no haber ingresado las reformas estructurales desde un inicio?
Me lo decía alguien que trabaja en relación con el Congreso, que vamos a pasar de lo que algunos llaman sequía al diluvio. Una de las cosas que hemos conversado tanto con la oposición como con organizaciones sociales es que las reformas que queremos impulsar requieren un diálogo previo a que ingresen al Parlamento. Cuando ingresan al Parlamento ya tienen un marco, y después todo se ve y hay mucha presión pública respecto de lo que uno cede. Entonces, llegar con el más amplio acuerdo posible, y en donde después el diálogo parlamentario también surta efecto, me parece que es deseable. Por eso hemos iniciado dos diálogos esta semana: el diálogo por la reforma tributaria y el diálogo por la reforma de pensiones. No creo que uno tenga que partir como con un ánimo de aplanadora solamente por mostrar y hacer check. A mí me interesa que las cosas se hagan bien. Creo que en esto tenemos un deber de resultados, no solamente de procedimiento.
Se viene un escenario económico difícil. ¿Cuánto pesa eso en el horizonte de las reformas?
La economía y la preocupación por la responsabilidad fiscal no es una cosa de conservadores o de derechas, es algo que desde la izquierda tenemos que asumir. Me gusta mucho una frase que dijo nuestro ministro Marcel. Cuando le preguntaban, ¿usted es el que va a contener?: “No, el mandato que el ministro de Hacienda tiene es lograr que las cosas sucedan y se hagan bien”. Entonces, el escenario económico es un hecho de la causa. Y yo mantengo mi compromiso de que nosotros vamos a actuar con responsabilidad fiscal. Vamos a respetar el presupuesto que se aprobó en el gobierno pasado. Eso implica que, en particular este año, en donde hay muchas tentaciones de gasto… no se trata de aplicar políticas de austeridad, de recortar derechos sociales, sino de mantener el timón firme en términos de responsabilidad fiscal para que las reformas que hagamos puedan ser duraderas y sostenibles en el tiempo. Estaba leyendo el otro día un libro que me hizo llegar, porque no lo he visto personalmente, Joaquín Lavín: Las diez tendencias que transformarán Chile. Dice algunas cosas que son muy ciertas: que en el escenario acelerado de cambio de modelo productivo hacia una energía verde en el mundo producto de la guerra en Ucrania, Chile es fundamental. Es fundamental por el cobre y la electromovilidad, por el litio y el hidrógeno verde, por la energía eólica y por la energía solar. Y además por nuestra costa pacífica, porque el centro del mundo está en el Pacífico hoy día. Y este es el gobierno en donde tenemos que hacernos cargo de ese potencial de Chile.
Presidente, estará consciente de que las reformas, tal y como las comprometió, no tienen mayorías en el Congreso.
No, por supuesto. Nos comprometimos con un programa con el pueblo de Chile y ese programa va a sufrir las modificaciones necesarias para lograr los acuerdos que necesitamos para poder pasarlos en el trámite legislativo. Acá no podemos vivir en un acto de voluntarismo.
¿La reforma previsional considera un rol para las AFP y la mantención de aporte a las cotizaciones individuales?
Las AFP, tal como las hemos conocido hasta el día de hoy, no. Nuestra convicción es que… no son la causa del problema, pero son parte del problema. Mi convicción es que las AFP tienen que terminar, y las AFP como tal no debieran tener un rol en un nuevo sistema. Si es que vamos a tener un sistema único, o un sistema mixto con otras instituciones, es algo que va a ser parte de la discusión en el Parlamento.
En el sur se han intensificado los hechos de violencia. Su gobierno tomó una decisión, que es no mantener el estado de excepción en La Araucanía. ¿Fracasó el plan que tenía para la zona? Si no van a perseverar en el estado de excepción, ¿qué se viene?
La idea del estado de excepción es una respuesta reactiva ya intentada a una crisis que es mucho más profunda. Hoy día centrar la discusión en si estado de excepción sí o estado de excepción no, lo que hemos visto respecto del anterior gobierno y los anteriores gobiernos, es que eso no te soluciona el problema. El estado de excepción lo tuvimos en el último período desde diciembre hasta enero. ¿Y qué es lo que pasó? Hubo una percepción subjetiva de seguridad que es importante, de la cual nosotros tenemos que hacernos cargo, pero el conflicto se extendió a otras zonas, Los Lagos, Los Ríos. ¿Qué es lo que nosotros vamos a hacer? Primero, se requiere cambiar la política de tierras. Entregar tierras con capacidad productiva, con agua, con vivienda, con caminos para poder ir reconstituyendo justamente el territorio y la economía. Tenemos que ir conversando con las autoridades mapuche cómo les otorgamos derechos en función también de los tratados internacionales. Sigamos el ejemplo de Canadá, de Nueva Zelanda. Y en la seguridad espero que en la medida en que mostremos que este gobierno va a en serio a abordar el problema de la tierra… tenemos el deber también de hacer todo nuestro esfuerzo para asegurar la seguridad en la ruta. Y ahí estamos trabajando con los parlamentarios alternativas, porque no puede ser que medidas de ultima ratio, como es el estado de excepción, sean la primera alternativa. Tenemos que tener momentos intermedios.
¿Usted el diagnóstico que hace es que todos los hechos de violencia en esas zonas responden al conflicto mapuche?, porque también hemos visto otro tipo de actos…
Nosotros hablamos del conflicto entre el Estado chileno y el pueblo nación mapuche. No es que los mapuches tengan un problema, tenemos un problema que es compartido y evidentemente al alero o producto de la no resolución de ese conflicto, ha habido otros conflictos, otros conflictos adyacentes que han ido creciendo, de que grupos de crimen organizado que están amparándose en el paraguas del conflicto general para realizar otro tipo de actividades delictuales.
Presidente, la emboscada que sufrió la ministra Siches demuestra que quienes propician el conflicto ven a este gobierno como cualquier gobierno. No le conceden un estatus especial.
Nosotros vamos a dialogar y trabajar con todos quienes estén dispuestos a hacerlo y con quienes no estén dispuestos a hacerlo y con quienes crean que la única vía es la violencia nosotros no podemos obligar a nadie a sentarse a la mesa.
Dada las características políticas de este gobierno, ¿usted esperaba que hubiera una reacción distinta?
Yo entiendo que esto es un problema del Estado y de que acá hay un pueblo que lleva muchos años escuchando promesas y que tienen un escepticismo aprendido y que ese escepticismo es el punto de base con el que partimos. No me corresponde valorarlo.
El gobierno presentó nueve querellas a los camioneros que cortaron la ruta aplicando la Ley de Seguridad del Estado. Recurrieron a un instrumento que integrantes de este gobierno cuando eran parlamentarios querían derogar. ¿Cómo lo explica?
Son las herramientas que tenemos hoy día y mientras estén, tenemos el deber de utilizarlas en los casos que consideramos necesarios. Cuando se cortan rutas importantes de circulación del país, se pone en riesgo en el mediano plazo el abastecimiento de las ciudades, el paso de enfermos, carros de emergencia o el libre desplazamiento entre rutas que son vitales para la ciudadanía. El gobierno tiene que tener una respuesta clara, además, porque nosotros como gobierno, antes de que esto sucediera, estábamos en un proceso de conversación y de llegar a soluciones con los principales gremios de los camioneros, en donde tenemos un acuerdo prácticamente en torno al 70% de su petitorio. Hay cuestiones que son tremendamente razonables y que queremos solucionar. No estamos reaccionando, sino ocupados en anticiparnos.
¿Por qué contra los camioneros y no contra, por ejemplo, quienes alteraron el orden público al atacar el Metro? Hay una contradicción.
Retiramos las querellas por Ley de Seguridad Interior del Estado en el contexto del estallido social con el objetivo de enfrentar un problema que es jurídico y también es político. Las querellas que retiramos no tenían relación con daños a personas y el proceso judicial tuvo problemas evidentes como personas que llevaban meses incluso más, en prisión preventiva. En el caso de los camioneros, siempre hemos dicho que comprendemos y empatizamos con sus demandas, pero no podemos permitir cortes de rutas. Esa es una medida que interfiere con la libertad de todo un país, el libre tránsito de las personas es una necesidad básica y es un derecho. No podemos ver situaciones como una ambulancia sin poder pasar con una persona que necesitaba atención médica. Eso es inaceptable, más aún cuando la voluntad de diálogo y buscar soluciones en conjunto siempre ha estado.
¿Cuál es el criterio entonces, Presidente?
El criterio es el mismo, trabajamos juntos, pero no bajo una presión como esa, que significa un daño enorme para la gente. Tenemos que recomponer la paz social. Eso es complicado, delicado y requiere de un trabajo minucioso, a veces silencioso y que evidentemente genera ansiedad. Es indispensable que actúe la justicia y ahí no hay dos criterios: nuestro gobierno respeta profundamente la independencia de los poderes del Estado. La Ley de Seguridad del Estado es una herramienta que el ordenamiento jurídico entrega al gobierno. Nosotros la utilizaremos cada vez que su aplicación contribuya a resolver un problema y a alcanzar la paz social. En caso contrario, utilizaremos las otras herramientas legales disponibles.
Ustedes ya se abrazaron al desenlace de la Convención. ¿No teme que el plebiscito del 4 de septiembre se transforme en uno a su propio gobierno?
El 5 de septiembre nosotros vamos a seguir gobernando pase lo que pase. Tenemos ese deber. Cualquiera sea el escenario tenemos que seguir gobernando y seguir tratando de llevar adelante este programa de gobierno.
Su opción es el Apruebo, ¿no?
Es muy pronto para pronunciarse respecto a un texto definitivo que todavía no está.
Pero usted dijo que cualquier cosa que saliera de la Convención era mejor que aquella que llevaba la firma de los cuatro generales. Y enojó a Lagos. No es difícil enojar a Lagos, digámoslo. Pero lo enojó y él le retrucó, ¿ se arrepiente de esa frase?
Yo he hablado con el Presidente Lagos y tenemos una muy buena relación al costo del aprendizaje recíproco y generacional.
Pero vaya al tema de fondo.
Quizás para bien vale la pena precisar ese debate. Cualquier resultado, no me cabe ninguna duda, que es más legítimo que una Constitución escrita por cuatro generales.
Insiste con los generales.
Es que la Constitución del 80 es la Constitución de los cuatro generales. Que tuvo muchas modificaciones, por cierto, y que el 2005 se le cambió la firma. Pero el proceso de origen de la Constitución que nos rige actualmente hoy día, es un plebiscito fraudulento. Este proceso es valioso para Chile. Además, cuando uno ve lo que ha sido aprobado del texto, lo que está en el borrador, mi perspectiva por lo menos es de que es algo completamente razonable. Uno tiene que ser más ponderado. Yo quiero esperar el texto final para poder hacer una evaluación completa. Pero yo por supuesto que sigo siendo partidario de una nueva Constitución.
Ante el aumento en el apoyo al Rechazo, hay quienes han planteado la posibilidad de una tercera vía o de un plan B. ¿Es una alternativa?
Me alegro de que haya un consenso en que la Constitución del 80 ha sido superada social y políticamente. Y cuando escucho a Javier Macaya (UDI), por ejemplo, decir esa afirmación me alegro. Hemos dado lo mejor de nosotros para que el plebiscito del 4 de septiembre tenga todo el debate que sea necesario. Pero que ojalá sea un lugar de encuentro y que el resultado que salga de allí no es algo que se pueda desconocer. ¿Cuál es el mecanismo? Yo espero que sea el plebiscito del 4 de septiembre.
¿Ve viable reeditar un proceso constituyente sin que ganara el Rechazo?
Definiciones de esas características creo que es bueno no anunciarlas por la prensa y conversarlas lo más ampliamente posible. Yo me la voy a jugar porque el 4 de septiembre, insisto, sea el momento de encuentro y de superación de la Constitución del 80, respetando las alternativas que están.
¿Era necesario eliminar el Senado?
Esto lo dije públicamente antes. A mí me gusta la idea de un bicameralismo asimétrico, en donde ambas cámaras tengan facultades definidas y en serio. Y las últimas modificaciones que se han hecho al acuerdo de la Comisión de Sistema Político van en esa dirección, y entiendo que es algo transversalmente reconocido. Además hay otro consenso, me parece importante, que es que el período de transición tiene que durar a lo menos cuatro años. Eso me parece tremendamente positivo porque otorga también un grado de certidumbre respecto de lo que viene.D
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