Los resultados de la undécima versión del termómetro de salud mental en Chile, preparado por los ACHS y la Universidad Católica, nos ofrecen una señal alentadora: la presencia de síntomas depresivos moderados o graves cayó al 12,7 %, siendo el registro más bajo desde que esta medida comenzó hace 5 años. Mirando las dimensiones relacionadas con una mejor o peor percepción de salud mental, claramente surge que la salud mental no es solo una experiencia individual, sino una experiencia profundamente social, comunitaria y relacional.
“La salud mental no es solo una experiencia individual, sino una experiencia profundamente social, comunitaria y relacional”.
Entre los múltiples factores que afectan nuestro pozo emocional, el empleo aparece como uno de los más relevantes. No solo por la compensación económica que genera, sino por su capacidad para estructurar el tiempo, dar significado, promover la interacción social y proporcionar una red de apoyo diario. De hecho, el termómetro muestra que la sintomatología depresiva presenta menos prevalencia entre los que han pagado trabajo, en comparación con aquellos que están desocupados o fuera de la fuerza laboral. Específicamente, el 72% de las personas empleadas no tienen síntomas de depresión, mientras que el 57.2% de los desocupados exhiben signos depresivos, leves, moderados o graves.
Este hallazgo confirma que el trabajo, en buenas condiciones y en entornos de buen tratamiento, puede ser un factor protector del bien de las personas. Cuando hay una rutina respetuosa, estabilidad y relaciones laborales, la capacidad de enfrentar el estrés y la adversidad mejora sustancialmente.
De nuestro papel como mutualidad, no solo asistimos a accidentes y enfermedades ocupacionales una vez que ocurren. También trabajamos activamente en la prevención de la salud mental, promoviendo espacios de trabajo que protegen la salud mental de las personas. Lo hacemos a través de estrategias de prevención, apoyo psicosocial, atención psicológica temprana y estudios como el termómetro, que nos permiten hacer visibles los desafíos del país en esta área.
Si ya sabemos que el trabajo contribuye positivamente a la salud mental, ¿qué podemos hacer para mejorar sus efectos positivos? La respuesta es garantizar trabajos de calidad, accesibles y compatibles con una vida equilibrada. Además, es esencial promover programas de bienestar en el lugar de trabajo y político que reconocen la importancia de la estabilidad emocional en el desarrollo profesional. El empleo, seguro y libre de acoso y violencia puede ser mucho más que una fuente de ingresos. Puede convertirse en un espacio para el crecimiento, la protección y el bien integral para todas las personas.
Por Paulina Calfucoy, Gerente de Asuntos Corporativos y ACHS de sostenibilidad