Así lo reveló un nuevo estudio del Servicio Nacional de Geología y Minería (Sernageomin) donde se estableció un ranking de Riesgo Específico de Volcanes Activos en Chile 2023. El documento, que fue elaborado durante tres años por profesionales de la Red Nacional de Vigilancia Volcánica (RNVV), entregó un listado de 14 macizos.
Al Villarrica le siguen, el Calbuco, Llaima, Puyehue – cordón Caulle, Grupo Descabezados, Carrán – Los Venados, Chaitén, Osorno, Mocho – Choshuenco, Nevados de Chillán, Lonquimay, Hudson, Antuco y Láscar.
En la actividad de lanzamiento participó el director nacional de Sernageomin, Patricio Aguilera; la subdirectora nacional de Geología, Alejandra Ávila; el jefe de la Red Nacional de Vigilancia Volcánica (RNVV), Álvaro Amigo, además de autoridades regionales y funcionarios del Observatorio Volcanológico los Andes del Sur (OVDAS).
El director nacional de Sernageomin señaló que “el nuevo ranking es una herramienta objetiva que ponemos a disposición de las autoridades y de la comunidad. Herramienta que nos permite priorizar nuestros esfuerzos y recursos en un país con tanta variedad y recurrencia volcánica como el nuestro”.
“Este informe permite dimensionar y analizar el contexto volcánico y las implicancias actuales en todo el territorio nacional de los volcanes activos de Chile, informe en que se integran todas las variables posibles de evaluar en la actualidad en torno a un sistema volcánico y su territorio”, agregó.
La ministra de Minería, Aurora Williams, señaló que “Chile ha sido un precursor en la región en materia de poder evaluar y dar seguimiento al comportamiento de los volcanes activos”.
Asimismo, explicó que la nueva versión del ranking contribuye a “aumentar el conocimiento de este tema tan relevante para el país ya que refuerza la labor preventiva ante situaciones de emergencias. Además, hoy se han incorporado volcanes en peligro latente, lo que naturalmente, permitirá dimensionar y analizar el contexto volcánico y sus implicancias en todo el territorio nacional y entregar mayor seguridad a la ciudadanía”.
La subdirectora nacional de Geología manifestó que “la vigilancia y evaluación de peligros volcánicos es una de las líneas de desarrollo de la Institución, que destaca por la investigación interdisciplinaria y su alto grado de respuesta al Sinapred (Sistema Nacional para la Prevención Mitigación y Atención a Desastre).
“Nuestros profesionales interactúan y colaboran con centros volcanológicos a nivel internacional con una importante transferencia de conocimiento y buenas prácticas en lo que se refiere al monitoreo, en suma, en materia volcanológica somos actores relevantes en la región y en el mundo”, complementó.
El equipo de trabajo de Sernageomin que estuvo a cargo de la elaboración del nuevo ranking estuvo conformado por la geógrafa Maira Figueroa, y por las geólogas Gabriela Pedreros y María Angélica Contreras.
En tanto, el Jefe de la Red Nacional de Vigilancia Volcánica de la RNVV aseguró que los principales cambios en relación al último informe realizado en 2020 son que el actual ranking incorpora cuatro volcanes: campo volcánico Llizán (Región de Los Ríos), Isla Pingüino, Isla Paulet y Caldera submarina Orca (Región de Magallanes y Antártica Chilena). Asimismo, se eliminan siete macizos por considerarse inactivos o incerteza de actividad.
Además, dijo, “se agruparon cuatro sistemas volcánicos (Descabezado Grande y Chico, Cerro Azul-Quizapu y Cerro del Medio) en el grupo Descabezado en Región del Maule. Con todo, el nuevo ranking contempla un listado de volcanes “potencialmente activos”. Esto es sistemas volcánicos no incluidos, pero que eventualmente podrían incorporarse según nuevos estudios y/o antecedentes”, enfatizó Amigo.
María Angélica Contreras, una de las gestoras del informe destacó que “este ranking se construye evaluando fundamentalmente dos aspectos. El primero tiene que ver con toda la actividad volcánica, propiamente tal. Es decir, el tipo de erupciones que hace el volcán, la magnitud del tamaño de ésta y la recurrencia. Es distinto un volcán que se mantiene activo cada pocos años, pocas décadas, que algunos volcanes que se encuentran dormidos hacen miles de años. También, el tipo de proceso que se espera, es decir, si tiene nieve o hielo, los que pueden causar estos aluviones volcánicos o genera otro proceso como lava o grandes erupciones que pueden impactar con ceniza el entorno. Todo esto corresponde a una evaluación geológica”.
En septiembre, el volcán Villarrica encendió las alertas de las autoridades debido a una serie de temblores e incluso explosiones se registraron en su interior. En su minuto, el Sernageomin decretó alerta naranja por el riesgo alto de erupción. Junto a ello se realizaron evacuaciones y se instaló un perímetro de seguridad de 8 kilómetros.
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Respecto a la propuesta de nueva Constitución del Consejo Constitucional que será plebiscitada el 17 de diciembre, se destaca, primero, la defensa de nuestra soberanía y el fortalecimiento de la unidad nacional, al rechazar la instalación del “Estado Plurinacional” inspirado en una ideología foránea, sectaria y divisiva.
El texto en cuestión incluye, asimismo, mejoras que se hacen cargo de la grave crisis migratoria, abordando la expulsión de inmigrantes irregulares delincuentes y fortaleciendo el control fronterizo. Incorpora materias relativas al desarrollo sustentable y la defensa del Medio Ambiente, acordes con los tiempos que corren y en consonancia con las obligaciones internacionales.
Son importantes las libertades fundamentales y el consolidar las bases del modelo de desarrollo del país. La propuesta permite que, en el marco de un Estado social y democrático de derechos, la participación de la iniciativa privada y de los cuerpos intermedios continúe contribuyendo a Chile, habiéndolo llevado a la vanguardia de América Latina en crecimiento económico y superación de la pobreza. Para recuperar el prestigio internacional de Chile es mejor votar “A favor” el próximo 17 de diciembre.
Además, el texto propuesto fue elaborado en democracia, después de cuatro años y tras dos procesos de redacción, recogiendo la mayor parte de las demandas ciudadanas: a veces con poca profundidad, y otras con vacíos, como en el caso de la demanda de los diplomáticos de carrera en favor de una mayor profesionalización del Servicio Exterior chileno. Aun así, el proyecto ofrece una buena Constitución. No es refundacional y sí responde a la tradición constitucionalista del país. En fin, es mejor que la Constitución que se quiere reemplazar, porque actualiza instituciones, readecúa el sistema político e incorpora temas nuevos.
Juan Salazar Sparks
Director ejecutivo de Ceperi, y en representación de 40 embajadores (r)
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Según un estudio de Data Influye difundido esta semana, sólo un siete por ciento de sus encuestados cree que las instituciones encargadas de investigar y sancionar a los implicados en el llamado caso audios lo harán de manera eficiente y responsable. Para la inmensa mayoría, lo más probable que ocurra es que el asunto se diluya. Es decir, que de nada sirva la contundencia de una grabación en donde tres personas hablan con desparpajo de sobornar funcionarios públicos y comentan, como si se tratara de algo trivial, que el cohecho es la manera más eficiente y barata para evitar el pago de pesadas multas tributarias. De este siete por ciento se desprende que la desconfianza en las instituciones políticas y de justicia, o más bien que la idea de que si se tiene el suficiente poder lo que impera en Chile es la impunidad, ya no sólo es una sensación, sino que ha alcanzado otra consistencia: el rango de conocimiento compartido de manera casi unánime de que aquí las cosas son así. Punto.
No sé si, en términos de probidad, en algún momento nuestro país fue realmente diferente a lo que vemos en la actualidad. Tal vez el escenario era distinto, más pobre, más aislado, más pequeño en términos de población y mucho más opaco en términos de la información pública. Incluso antes de la dictadura. Hace medio siglo ni siquiera existía el oficio de un periodismo de investigación en el país y mucho antes la única forma de dejar constancia de los delitos de cuello y corbata perecía ser dejarlos registrados en clave, disfrazados de ficción y en forma de novelas. Las posibilidades de exponer y hacer circular casos de cohecho estaban limitadas por las condiciones económicas, políticas, tecnológicas o la misma realidad educacional. Creo que esas restricciones ambientales pesaron muchísimo a la hora de construir un relato de “probidad” generalizada, que tal vez era real a un nivel -como que intentar sobornar a un policía de tránsito es arriesgarse a una detención segura-, pero que en la medida en que se subía hacia esferas más encumbradas o círculos de poder en donde política y negocios se cruzaban era más difícil de sostener. Si en democracia ya era así, ni qué decir en dictadura.
Uno de los rasgos que tiene una comunidad con un poder tan concentrado -partiendo con una élite centralizada solo en una ciudad, o más bien en un par de barrios- es la posibilidad de levantar una mitología sobre sí misma que rara vez será desafiada, o dicho en otros términos, no tendrá competencia alguna que le exija mejorar su desempeño o rendir cuentas. En Chile no había corrupción, porque no se le llamaba así mientras no involucrara a personas extrañas a quienes tradicionalmente han sostenido las riendas del poder o porque los montos a defraudar eran menores a los de países vecinos más ricos. Lo que existía no era exactamente una tradición de probidad, sino era un poder sobre el uso de la palabra “corrupción”, cuyas llaves eran mantenidas bajo resguardo. Lo diminuto del ecosistema local beneficia que esto suceda: quienes lo componen, si no se conocen por trato social están a una agenda de distancia de hacerlo. La carrera del abogado Luis Hermosilla es un ejemplo de esa cercanía entre grandes fortunas y dirigencias políticas de distintas denominaciones. Ni siquiera el más rebelde de los presidentes de los últimos tiempos vio como un inconveniente que un abogado que había representado tantos intereses contrapuestos llegara a hacerse cargo de un entuerto autogestionado de Palacio como si nada. La trenza es así: tan antigua y firme que se la considera parte de la historia natural del país.
Uno de los elementos del ya legendario audio entre los abogados Luis Hermosilla y Leonarda Villalobos y el empresario Daniel Sauer es la mención reiterada de grandes sumas de dinero acompañadas de un reguero de nombres y apellidos que el trío invoca como quien recuerda a vecinos o parientes. Cada nombre es un “alguien” con mayúsculas, de quien se hacen comentarios domésticos: fulano se pone muy nervioso, zutano parece que está senil, a mengano no hay que avisarle. En la charla, 10 o 15 millones tienen el valor de una propina, lo realmente importante existe más allá del límite de los tres mil millones. Esa liviandad frente a los montos y su vinculación con personalidades públicas se repite en casos como el de las fundaciones o en las denuncias sobre los fraudes en las corporaciones municipales. Flujos enormes de dinero público con destino desconocido; denuncias de corrupción que involucran en muchos casos a ciudadanos que forman parte de ese universo que exige ser considerado como razonable y moderado. Sin embargo, esas personas, muchas veces presentadas como modelos de conducta de carácter público, hablan una lengua distinta a la de la mayoría en términos económicos y éticos: en Chile la mediana de ingreso es cercana a los 500 mil pesos, la mitad de la población vive mensualmente con esa cifra o con menos. Es decir, el punto medio está muy cerca de la línea de la pobreza y quien vive con 900 mil pesos no sólo está sobre la mediana, sino también sobre el promedio nacional. Esa es la realidad de quienes escucharon que robarle millones de dólares al Fisco sale barato y conveniente; es el día a día de hombres y mujeres que, según indican los estudios desde hace más de una década, desconfían profundamente de la labor de los partidos políticos, de las instituciones democráticas y del funcionamiento de la justicia, a niveles similares a los de países en guerra. Lo que está demostrando el enjambre de escándalos y la extensión de vinculaciones que surgen con cada investigación es que la trenza sigue firme. Lo que indican las encuestas, por el contrario, es que la democracia hace mucho que ya no lo está tanto como quisiéramos.
#Columna #Óscar #Contardo #trenza
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Se vuelve a aplicar la prohibición de difundir los resultados de encuestas electorales durante los quince días previos a una elección. Esta medida, una de las más restrictivas a nivel mundial según un reporte publicado este año por Esomar y Wapor, dos prestigiosas organizaciones internacionales enfocadas en estándares de encuestas, solo es equiparable en duración a seis de 157 países estudiados, incluyendo Burkina Faso, Montenegro y Paraguay, y es superada solamente por la extensión de la veda vigente en Madagascar, Túnez, Kirguistán y Honduras.
Se argumenta que esta restricción es benigna debido a la supuesta influencia de las encuestas en las preferencias de la ciudadanía. Sin embargo, un análisis exhaustivo de la evidencia, encargado por Esomar y Wapor, revela que el impacto real de las encuestas en la decisión de voto es, si alguno, mínimo y, en muchos casos, inexistente. Esta perspectiva ignora que la preferencia electoral se ve influenciada por una variedad de factores más allá de los resultados de las encuestas.
Más aún, durante la veda de las encuestas, pueden ocurrir cambios de preferencias electorales. Un ejemplo claro de la dinámica cambiante del electorado se observó en la primera vuelta presidencial chilena de 2021. Una encuesta presencial que realizamos en LEAS-UAI, después de esa elección, mostró que aproximadamente un tercio de los votantes tomó su decisión en las semanas previas a las elecciones, cuando operaba la veda. En efecto, tras el debate de Anatel realizado poco antes de las elecciones, las encuestas que circularon “privadamente” registraron una caída de las preferencias por Kast y un alza en el apoyo a Sichel. Si nos hubiéramos quedado con los sondeos publicados antes de la veda, el apoyo a Kast habría sido sobreestimado y las encuestas habrían sido juzgadas injustamente.
La experiencia internacional muestra que las encuestas realizadas más cerca de las elecciones son generalmente más precisas. La prohibición actual no solo impide esto, sino que también fomenta la difusión de rumores y encuestas falsas, a menudo más perjudiciales que las encuestas legítimas. Además, las élites políticas suelen tener acceso a las encuestas que circulan “privadamente”, dejando al ciudadano promedio en desventaja.
Por todo lo anterior, propongo reconsiderar la duración de esta veda. Reducirla a tres días, como es común en Europa, sería un paso más razonable y equilibrado para proteger la integridad del proceso electoral y la información disponible para los votantes.
Ricardo González
Director del Laboratorio de Encuestas y Análisis Social (LEAS)
Escuela de Comunicaciones y Periodismo UAI
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