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Rusia insiste en culpar a Ucrania de ataque en Moscú, pese a creciente evidencia de autoría del Estado Islámico

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Rusia llevó a cabo este domingo un día de luto nacional por las víctimas del ataque terrorista que tuvo lugar el viernes en una sala de conciertos en los suburbios de Moscú que mató a más de 130 personas, mientras continuaba la búsqueda de cuerpos en las instalaciones carbonizadas y persistían preguntas sobre las identidades y motivaciones de los perpetradores. Si bien una rama del Estado Islámico se adjudicó el atentado, mostrando incluso evidencia, desde el Kremlin se insistió en apuntar hacia Ucrania.

Las autoridades rusas dijeron que habían detenido a 11 personas en relación al atentado, mientras el Comité de Investigación de Rusia, un importante organismo encargado del cumplimiento de la ley, indicó que se habían recuperado 137 cadáveres en el lugar, incluidos los de tres niños. Detalló que hasta el momento se habían identificado 62 víctimas y que se estaban realizando pruebas genéticas para identificar al resto.

El Presidente ruso, Vladimir Putin, prometió el sábado castigar a los responsables de lo que llamó “un asesinato en masa premeditado de personas desarmadas”. Entre los detenidos se encontraban cuatro personas que, según los fiscales, desempeñaron un papel directo en el ataque, en el que hombres armados dispararon a quemarropa a miembros de la audiencia y lanzaron bombas de humo.

El grupo extremista islamista Estado Islámico-Provincia de Khorasan, o ISIS-K, se atribuyó la responsabilidad del ataque y sostuvo que había asestado “un fuerte golpe” en su campaña contra los “países que luchan contra el Islam”. De hecho, el domingo divulgaron las imágenes grabadas con cámaras corporales de los atacantes y que incluyen gritos de “Dios es el más grande”, como prueba del atentado.

En la misma línea, el sitio The Insider analizó videos publicados por la agencia de noticias Amaq, afiliada al Estado Islámico, y concluyó que las vestimentas eran las mismas usadas por los sospechosos que fueron detenidos.

Los funcionarios estadounidenses aseguraron que advirtieron a Rusia el 7 de marzo sobre que ISIS-K realizaría un ataque “en las próximas 48 horas”. Incluso el domingo, surgieron reportes de que uno de los atacantes estaba en el Crocus Hall el mismo día que Estados Unidos hizo la advertencia. Sin embargo, Moscú desestimó públicamente las preocupaciones de Washington.

La agencia estatal de noticias rusa TASS señaló que la advertencia de la inteligencia estadounidense había sido transmitida a los servicios de seguridad rusos antes del ataque al Ayuntamiento de Crocus, pero era “general y no contenía ningún detalle”.

Pese a la evidencia y alerta, el sábado Putin intentó conectar a los autores del ataque con Kiev y dijo que algunos de los perpetradores habían sido detenidos mientras intentaban escapar a Ucrania. No ofreció ninguna prueba que respaldara sus afirmaciones. “Según información preliminar, desde el lado ucraniano se les había preparado una apertura”, afirmó.

Por su parte, sabiendo que sería culpada del ataque, Ucrania desde el comienzo negó cualquier implicancia en él. Un asesor del Presidente ucraniano, Volodymyr Zelensky, advirtió que Moscú podría utilizar el ataque como pretexto para llevar adelante su campaña de movilización de más tropas y ampliar el esfuerzo bélico de Rusia.

Mientras que una declaración en video de Zelensky, divulgada el sábado, en la que estaba visiblemente enojado porque se culpaba a su país, describió a Putin y a otros en Moscú como “escoria” por vincular el ataque allí con Kiev.

Sugirió que un líder ruso “miserable” estaba más preocupado por atribuir el ataque a Kiev, que por tranquilizar a sus propios ciudadanos.

Luego, Zelensky atacó a Moscú, diciendo que había enviado “cientos de miles de [sus propios] terroristas” a Ucrania desde que comenzó la invasión a gran escala en febrero de 2022.

Putin, quien fue reelegido la semana pasada para otro mandato de seis años, hizo de la seguridad interna y externa un tema de su campaña electoral y enfatizó a los rusos que él era el único líder capaz de mantener seguro al país.

El diario The New York Times indicó que la mayoría de los comentaristas y medios estatales rusos dedicaron poco tiempo al tema de que el Estado Islámico se había adjudicado el atentado y, en cambio, apuntaron con el dedo hacia otros lados. “La reacción reflejó en parte el estado de ansiedad que Rusia ha estado viviendo desde el inicio de la guerra en Ucrania, con los medios de propaganda compitiendo para promover una narrativa, una teoría de conspiración o una especulación tras otra”, escribió el periódico.

“Muchos comentaristas nacionalistas y halcones ultraconservadores continuaron el domingo impulsando la idea de que Ucrania era el culpable obvio, a pesar de una reivindicación de responsabilidad y de la creciente evidencia de que una rama del Estado Islámico era la responsable”, apuntó el diario.

El expresidente Dmitri Medvedev, quien ahora se desempeña como vicepresidente del Consejo de Seguridad de Rusia, fue uno de los primeros en vincular el ataque al “régimen de Kiev”, pidiendo la “ejecución de terroristas y represiones contra sus familias”. En lo que parecía ser una amenaza velada al liderazgo de Ucrania, concluyó que los “funcionarios del Estado que cometieron el crimen” deberían ser “encontrados y destruidos sin piedad”.

Varios políticos y propagandistas se hicieron eco de la teoría de Medvedev, y el magnate de los medios, Konstantín Maloféyev, propietario del canal de televisión ultranacionalista pro-Kremlin, Tsargrad, también se apresuró a culpar del ataque a Ucrania. “Démosle a la población pacífica de Ucrania 48 horas para abandonar sus ciudades y terminemos finalmente esta guerra con una derrota victoriosa del enemigo”, dijo Maloféyev en Telegram.

Además, Maria V. Zakharova, portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores ruso, indicó el domingo que Occidente estaba señalando a ISIS para quitarle la culpa a Ucrania.

Los funcionarios estadounidenses también han dicho que no hay indicios de que Kiev haya desempeñado algún papel.

“No hay evidencia alguna y, de hecho, lo que sabemos es que ISIS-K es en realidad responsable de lo que sucedió”, manifestó el domingo la vicepresidenta de EE.UU., Kamala Harris, cuando se le preguntó en el programa This Week, de ABC, si acaso tenían pruebas de que Ucrania estuviera relacionada con el ataque a la sala de conciertos.

El atentado del viernes por la noche trajo recuerdos del peor ataque terrorista perpetrado en Moscú, en 2002, cuando separatistas chechenos tomaron como rehenes a unos 850 espectadores y trabajadores en el Teatro Dubrovka de la ciudad. El uso de gas por parte del servicio de seguridad ruso para poner fin al asedio y posterior asalto al recinto, dejó 172 muertos.

La seguridad en toda la región de Moscú se reforzó el sábado, con controles adicionales en aeropuertos, estaciones de trenes y de metro, dijeron funcionarios. Putin afirmó que se introducirían medidas antiterroristas y antisabotaje adicionales en Moscú y la región circundante.

“Lo principal es no permitir que quienes están detrás de este baño de sangre cometan nuevos crímenes”, sostuvo.

Rusia lleva mucho tiempo en el punto de mira del Estado Islámico. El grupo, indicó The Wall Street Journal, asumió la responsabilidad del atentado de 2015 que mató a 224 personas a bordo de un avión de pasajeros ruso que salía de Egipto, y en 2022 llevó a cabo un ataque que mató a dos diplomáticos rusos y cuatro afganos en la embajada rusa en Kabul.

Los agravios islamistas contra Moscú responden a la sangrienta ocupación de Afganistán en la década de 1980 y la supresión de la autonomía de Chechenia en los primeros años del gobierno de Putin.

A lo anterior se suma el apoyo que Rusia –junto con Irán, una república islámica chiita– continúa brindando al régimen del Presidente Bashar al-Assad en Siria. El grupo paramilitar ruso Wagner, jugó un papel importante en la expulsión del Estado Islámico de la ciudad siria de Palmira, en 2017, indicó el diario.

“La razón por la que están en Rusia es por el papel ruso en Siria”, dijo a The Wall Street Journal Rasul Bakhsh Rais, profesor de ciencias políticas en la Universidad de Administración y Ciencias de Lahore en Pakistán.

Si bien el Estado Islámico no especificó cuál de sus ramas estaba detrás de la masacre del viernes en Rusia, funcionarios estadounidenses han culpado a la filial de la organización Estado Islámico-Provincia de Khorasan, o ISIS-K.

Khorasan es un antiguo término islámico para las tierras que comprenden el actual Afganistán y los países de Asia Central, que alguna vez formaron parte de la Unión Soviética.

ISIS-K llevó a cabo el ataque de 2021 al aeropuerto de Kabul que mató a 13 miembros del servicio estadounidense y al menos a 170 afganos que intentaban escapar del país.

Los funcionarios rusos señalaron que los cuatro perpetradores de la masacre del viernes en Moscú parecían ser nativos de Tayikistán, el estado más pobre de Asia Central.

Según The Wall Street Journal, varios millones de trabajadores invitados que se han trasladado a Rusia desde Asia Central, particularmente de Tayikistán, Uzbekistán y Kirguistán, han proporcionado durante mucho tiempo una reserva de reclutas para los grupos militantes islamistas. Muchos combatientes de Asia Central capturados en Siria e Irak durante el gobierno del Estado Islámico dijeron que habían estado expuestos a predicadores radicales en sitios de construcción y dormitorios de trabajadores en ciudades rusas.

El número de trabajadores de Asia Central en Rusia ha aumentado en los últimos dos años, precisó el diario, debido a la escasez de mano de obra causada por la guerra en Ucrania, donde cientos de miles de hombres rusos han muerto o han resultado heridos, y muchos más sirven como soldados, a menudo después de una movilización involuntaria.

Rusia y Ucrania han estado involucrados en una serie de ataques aéreos mortales, y los ataques del domingo también se produjeron un día después de que el ejército ruso dijera que había capturado la aldea ucraniana de Ivanivske, al oeste de Bakhmut.

El Comando Operativo de las Fuerzas Armadas de Polonia (RSZ) informó el domingo que sus fuerzas estaban en un alto estado de preparación debido a la “intensiva actividad de aviación de largo alcance de la Federación Rusa esta noche” y los ataques con misiles en Ucrania.

“Se han activado aviones polacos y aliados, lo que puede provocar un aumento de los niveles de ruido, especialmente en la parte sureste del país”, afirmó.

Más tarde dijo que Rusia había violado el espacio aéreo de Polonia con un misil de crucero que “entró en el espacio polaco cerca de la ciudad de Oserdow (voivodato de Lublin) y permaneció allí durante 39 segundos”. “Durante todo el vuelo fue observado por los sistemas de radar militares”, añadió.

El ministro de Defensa de Polonia, Władysław Kosiniak-Kamysz, indicó que Polonia había activado “todos los sistemas de defensa aérea, todos los sistemas de la fuerza aérea” y que el misil ruso habría sido derribado si hubiera habido algún indicio de que se dirigía hacia un objetivo en Polonia.

Dijo que el misil había penetrado el espacio aéreo polaco entre 1.000 y 2.000 metros.

Las autoridades polacas estaban siguiendo el ataque a Ucrania y estaban en contacto con sus homólogos ucranianos, agregó. Se habían activado F-16 polacos y de la OTAN como parte de la respuesta estratégica.

El Ministerio de Asuntos Exteriores de Polonia señaló que exigiría una explicación a Moscú sobre el misil. “Sobre todo, pedimos a la Federación Rusa que detenga los ataques aéreos terroristas contra los habitantes y el territorio de Ucrania, ponga fin a la guerra y aborde los problemas internos del país”, dijo en un comunicado.

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