Claudio Orrego, actual gobernador de la Región Metropolitana, es tataranieto de Benjamín Vicuña Mackenna (1831-1886), dualidad con la que pondera la obra de su tatarabuelo y ex regente de la región. El dijo que fue el primero en pensar la ciudad de Santiago como un todo, como una metrópolis moderna. “Si bien fue alcalde en 1872 cuando Santiago era muy joven, tuvo la visión, no solo del encauzamiento del río Mapocho, la construcción del Camino La Cintura, hoy Avenida Vicuña Mackenna, el cerro Santa Lucía como gran paseo de la ciudad, pero también temas de salud y escolares”, dice Orrego.
Precisamente, este año se cumplen 150 años desde que Vicuña Mackenna llegó a la Intendencia Metropolitana, desde donde, dicen muchos, transformó a la capital de provincia en metrópolis. El registro reporta la construcción de escuelas, plazas y mercados, la plantación de más de 2.000 árboles y la intervención del río Mapocho. Entre sus logros también hay un camino que une
Pero su trabajo de transformación no fue fácil. Bajo el mandato del presidente Federico Errázuriz Zañartu, su plan revolucionario fue muy cuestionado por algunos sectores, ya que debía llevar a cabo colecciones públicas además de grandes y excesivos gastos para el embellecimiento de la ciudad, tratando de imitar las tendencias europeas (especialmente Francia). Su obra magna, el Paseo del Cerro Santa Lucía Se conserva tal cual, salvo alguna pequeña remodelación técnica.
Orrego recuerda un viaje emblemático a la Laguna Negra, que hoy tiene gran importancia para la ciudad. “Significaba asegurar el suministro de agua, que solo ahora vemos que podría estar en peligro”, dice. “Era una persona que no solo era capaz de pensar en la ciudad, sino también con una actividad vertiginosa, que le hizo hipotecar parte de su fortuna personal, logró traducirlo en obras concretas”, Agregar.
Francisco Vergara, arquitecto y director del Centro de Producción Espacial de la Universidad de las Américas, considera que el principal aporte de Benjamín Vicuña Mackenna es impulsar la utopía urbana de su tiempo. “Él supo usar su posición social para colocar la planificación urbana como una de las prioridades para el siglo XX, aspectos que se verían reflejados en una transformación de Santiago siguiendo en gran medida la imagen urbana que el propio Vicuña Mackenna trató de plasmar como alcalde, pero también en su importante aporte de literatura específica”.
Vergara, convocada en 2021 por el Ministerio de Vivienda y Urbanismo a petición “Diálogo Nacional por la Vivienda y la Ciudad”, agrega que para una nación pequeña como Chile, “la ambición de Vicuña Mackenna era importante para alimentar un orgullo nacional, en una parte importante de la élite, y con ella generar nuevos objetivos que iba más allá de lo que se consideraba posible hasta esos años. Embellecer Santiago y hacer que algunas obras públicas parezcan espacios europeos podría considerarse algo revolucionario para la época”.
Su trabajo, gestión y legado es inmensamente valorado. Una importante avenida lleva su nombre, la Avenida Vicuña Mackenna, así como el Museo Nacional Benjamín Vicuña Mackenna, ubicado en lo que fue su propiedad, en la avenida que lleva su nombre (º94).
Este sitio, que estará abierto este sábado y domingo de 10:00 a 16:00 horas en el marco del Día del Patrimonio, alberga y exhibe sus vestigios materiales y preserva su memoria. Con motivo del 150 aniversario del inicio de su gestión como alcalde (cargo en el que estuvo durante tres años), el museo presenta actualmente una exposición denominada “La transformación de Santiago, 150 años del plan Vicuña Mackenna”, la que recuerda y rememora su obra modernizadora en Santiago. Está en exhibición hasta finales de julio.
Ricardo Brodsky, director del Museo Nacional Benjamín Vicuña Mackenna, señala que el exalcalde planeó y llevó a cabo grandes y ambiciosos proyectos urbanos que definen en gran medida a la ciudad de Santiago hasta el día de hoy. “Podríamos decir que hay un Santiago colonial y un Santiago republicano gracias a su ingenio y creatividad y a la de sus colaboradores, entre los que se destacó el ingeniero Ernesto Ansart”.
“Ser pasto o ser ciudad”. En esos términos planteó Vicuña Mackenna el dilema de Santiago a mediados del siglo XIX. “Inspirándose en las ciudades europeas, especialmente París, que atravesaba profundas transformaciones urbanísticas, Vicuña Mackenna asumió la Intendencia en 1872 impulsando el programa modernizador que denominó “La Transformación de Santiago”, argumenta Brodsky.
Orrego revela una anécdota, como tataranieto, condición que reconoce con orgullo, “siguiendo sus pasos, en este amor por Santiago, de querer transformarlo en un lugar más justo, más hermoso, más moderno. Precisamente este año, hace un par de semanas, se acaba de publicar un libro del historiador inglés David Woods, quien escribe sobre una de las facetas de Vicuña Mackenna, cuando partió como agente secreto de Chile a conseguir armas para la guerra chileno-española en 1866, y que terminó con su arresto en Nueva York por querer comprar un barco llamado Meteor”.
Lo que llama la atención, más allá de la anécdota, es que Vicuña Mackenna, una chilena del siglo XIX, que fue escritora, botánica, secretaria general de la Sociedad de Instrucción Primaria, de la Sociedad Nacional de Agricultura, Bombero en Santiago, y que escribió de las cosas más increíbles, “También fue capaz de trascender la historia. Que un historiador inglés, tantos años después de su muerte, escriba un libro sobre un chileno en particular, habla de que Vicuña Mackenna es verdaderamente uno de esos santiagueros y chilenos de siempre, que la historia no olvida a raíz de su tremenda aporte a la ciudad y también a nuestro país”, agrega el actual gobernador de la Región Metropolitana de Santiago.

Uno de los objetivos específicos de la obra del alcalde, proyecto que presentó a través de 20 medidas apenas dos días después de asumir el cargo, fue la Exposición Internacional Quinta Normal, a desarrollarse en 1875.
La transformación de Santiago incluyó esta serie de iniciativas, algunas de las cuales logró materializar en sus tres años como Alcalde y otras quedaron para ser realizadas posteriormente. “Entre estos proyectos hay que destacar el encauzamiento del río Mapocho, una obra destinada a incorporar el río a la ciudad y que se completó pocos años después de su administración”, considera el director del museo.
Una prioridad para Vicuña Mackenna fue la creación de espacios públicos urbanos y avenidas, “para lo cual diseñó e inauguró varias plazas y dio vida al proyecto Paseo de la Alameda, para el cual mandó sembrar 2.000 árboles. Pero fue sobre todo el proyecto de transformación de Cerro Huelén o Santa Lucía, obra a la que dedicó sus mejores esfuerzos y hasta la economía familiar”, añade Brodsky.
Su aporte no fue solo eso. También influyó en la política, la literatura y la cultura. Sugirió la reforma total de la policía chilena, a través del modelo policial francés; cuyos frutos se vieron reflejados cuando el Comandante de la Policía, Manuel Chacón Garay, reformó efectivamente la policía, civilizando la Policía Secreta o Sección de Investigaciones, génesis de la actual Policía de Investigaciones chilena.
Escribió una serie de libros de historia y literatura, además de tener una participación directa en el rescate de los manuscritos y posterior publicación de los Historia General del Reino de Chilevaliosa obra del jesuita español Diego Rosales.
El Camino de Cintura es otro proyecto que se vio parcialmente y que buscaba conectar los barrios del sur de la ciudad y marcar los límites deseables para su crecimiento. “No se puede dejar de mencionar su dedicación al tema del agua potable, cuyo acceso era entonces un privilegio de las clases adineradas. Adquirió la empresa de agua potable para la ciudad, entonces en manos privadas, y distribuyó piletas y fuentes de agua en beneficio de todos los santiagueros”, dice el director del museo.

Brodsky rescata un fragmento de la obra de Eugenio Orrego, llamado Iconografía de Vicuña Mackenna, Tomo I, página 177. “Al atardecer del 4 de julio, dos elegantes damas, armadas con la debida autorización, ingresaron al calabozo de Vicuña y Carrera. Media hora después, y al caer la noche, salieron dos señoras, cubiertas con sus capas para protegerse del frío reinante. Un landó los esperaba en la puerta y, apenas subieron, partió a galope rápido por la calle casi desierta de la Heladería. Cuando el oficial de turno hizo su ronda nocturna, encontró a las damas visitantes en la celda… Los dos revolucionarios habían huido vestidos con los trajes que las damas les habían traído. Y esa noche, cuando se enteró, el presidente Bulnes no dejaba de sonreír”.
Tras su muerte, la Biblioteca Nacional de Chile adquirió su gabinete de estudio, biblioteca y archivo. Para 1861 ya habían ingresado al establecimiento 1.606 volúmenes de su colección de obras americanas.
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