En un país donde el humor televisivo se ha reducido a programas nostálgicos de los canales de cable, Belén Mora puede sentirse una privilegiada. Durante años hizo humor (con trazo grueso) en Morandé con Compañía y tuvo la oportunidad de tener su propio espacio, Políticamente incorrectoen esa emisora fantasma llamada La Red. Prometió que su programa seguiría adelante, sin miedo y que se reiría de todo. Salvo un sketch en el que ridiculizaban a los militares, pasó desapercibido.
El grave problema de la también llamada Beleneza es que está convencida de que es más divertida de lo que realmente es. Empezó con una broma corta, pero al grano: dijo que confundió el vestuario de Los Jaivas con los hijos de la conductora María Luisa Godoy -tiene cinco-. Comparada con su show de hace cuatro años en Olmué, parecía electrificada. Esa tensión, al principio, le hizo bien, aunque recicló un par de chistes de ese día: habló, por ejemplo, de arrancarse un pelo de la cara que era tan grande que le salía sangre.
Su espectáculo era un carrusel constante. Ella nunca podría tomar el control de la noche. Cuando parecía que iba rumbo a la gloria, cayó en baches que distrajeron al público y lo aburrieron rápidamente. Como los comediantes anteriores habían interactuado exitosamente con personajes populares como Gonzalo Valenzuela y Juanita Parra, el comediante hizo lo mismo con Carmen Gloria Arroyo. Hasta ahí iba bien. Pero volvió a bajar el rating con relatos agotadores, con poca chispa y menos ocurrencia.
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Dedicó más de quince minutos a la pandemia. Un recurso que, a estas alturas, está completamente agotado. Su historia sobre el parto tuvo un eco positivo. Hizo un relato coherente y con humor genuino sobre el nacimiento de un hijo, sus primeros años y su transición a la adolescencia. Y él otra vez se desmoronó. Hizo una broma sobre la masturbación masculina, pasada de moda y de los 90, como si fuera un bucle de sus años en Morandé con Compañía. El público empezó a aburrirse ya oler la sangre. Los últimos diez minutos fueron un colapso absoluto. Relató una situación sobre un viaje a la selva que fue eterno, marginal y extremadamente aburrido, y que definitivamente cabreó al Monstruo. Su despedida fue desafortunada, indecisa, con un remate insólito y dando otro guiño a Morandé con Compañía: quitando a la madre porque sí. Como si un garabato lanzado con furia fuera necesariamente cómico.
Los animadores le arrojaron un salvavidas y salieron a protegerla. Le regalaron una Gaviota y Belén, impetuosa y creyendo que volvía a ser más divertida de lo que es, dijo que tenía repertorio para recibir un segundo premio. Apenas fueron tres minutos y se cerró de golpe en medio de un sonoro disparate. El Monstruo se comió a su primera víctima.
#Show #Belenaza #Viña
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