Por su parte, los asesores recurrentes afirmaron estar devengados en el límite anterior del 2%, hasta el 30 de mayo de 2022según lo establece el Decreto N° 26 de 2020, del Ministerio del Trabajo y Previsión Social.
Luego de revisar los antecedentes y argumentos presentados por ambas partes, la referida Cámara de Apelaciones rechazó los recursos de amparo y concluyó que no existe ilegalidad ni arbitrariedad en la determinación de esta Superintendencia.
Fundamentó su decisión, coincidiendo con esta Superintendencia, en el sentido de que la discusión sobre la vigencia del 2% para la intermediación de rentas vitalicias se resuelve mediante la consideración de la regla de jerarquía, según la cual un patrón de rango superior, emanado de quien ostenta la potestad legislativa, se impone respecto de aquella de carácter reglamentario en que los recurrentes cifran sus pretensiones, por lo que es necesario concluir que la Ley 21.314 ha dejado sin efecto, en la forma y oportunidad que establece sus normas permanentes y transitorias , al Decreto N° 26 de 2020, del Ministerio del Trabajo y Previsión Social, dictado en virtud de la potestad reglamentaria.
Las últimas tres décadas han sido ajetreadas: reducciones de jornada laboral; reformas tributarias, la implementación de una licencia de postnatal, un estallido social e incluso una pandemia. Situaciones a las que las empresas han debido hacer frente, adaptándose a los cambios y a los escenarios adversos.
¿Cuán profundos han sido los cambios dentro de las organizaciones en estas últimas tres décadas?
Esta fue una interrogante que se realizó la consultora Spencer Stuart Chile. En el marco de su 30º aniversario, la entidad conversó con 50 líderes, gerente generales actuales y anteriores de las compañías más grandes del país, para hacer un diagnóstico de cómo han cambiado los líderes en los últimos 30 años.
De acuerdo a las conversaciones en las que participaron ejecutivos de empresas como Sonda, Google, Antofagasta Minerals, Anglo American, Agrosuper, Collahuasi, Colbún, Accenture, Derco, entre otras, el cambio ha sido significativo.
Según plasmó la consultora en un documento, elaborado en base a las conversaciones, en los 90 la fuerza laboral se estaba profesionalizando y la economía se encontraba “muy cargada a los recursos naturales, especialmente la minería” y dicho periodo fue, además, la época de la llegada masiva de empresas multinacionales y de inversión extranjera.
“Chile se estaba abriendo al mundo. En esa época, los líderes que conducían las empresas se centraban en demostrar resultados, en aprovechar el momento de crecimiento. Eran líderes que debían validarse en mundos absolutamente homogéneos, donde la coherencia entre lo que se planificaba y lo que se entregaba era un must (un deber)”, rescata el texto.
Sin embargo, el crecimiento y desarrollo de compañías como Latam, Falabella, Antofagasta Minerals y Cencosud llevó a que las firmas comenzaran a traer ejecutivos de afuera, y los liderazgos fueron evolucionando.
En palabras de Juan Pablo Solar, socio de Spencer Stuart, esto significa que el cómo hacer empresa comenzó a tomar más valor en las organizaciones. “El cómo pasa a ser algo muy relevante de los resultados. El cómo se generan esos resultados finalmente tiene que ver con una mirada de largo plazo y de preocuparse de que el negocio siga siendo exitoso en el futuro. Y en este sentido, el desarrollo de capacidades en los equipos, el ser capaces de atraer y retener al talento adecuado, es un tema fundamental a la hora de enfrentar ese desafío”.
El cambio en lo relevante
De esta forma, si en los 90 los líderes destacaban por contar con atributos como ser visionarios, tener capacidad de abstracción, experiencia, disciplina, entre otros; hoy lo que se busca es que cuenten con otras características, como por ejemplo que sean: vinculadores, formativos, comprometidos, colaborativos, humildes, transparentes, honestos, entre otras.
“Los entrevistados dieron cuenta de lo difícil que es cumplir con todos estos atributos, porque en la vida real los líderes enfrentan contingencias inesperadas”, rescata el informe, agregando que solo en los últimos años hemos tenido un estallido social, una pandemia, y una inflación “que ha impactado en los costos y en los gastos, golpeando el corazón financiero de las compañías, y todo esto en medio de dos procesos constituyentes que han generado incertidumbre”.
Los nombres que inspiran y los consejos
Cuando se les pidió describir qué es un líder, lo que más repitieron los entrevistados fue que es alguien que inspira al resto. Y, en esa línea, tanto los actuales y anteriores CEOs manifestaron que el liderazgo se desarrolla en un espacio de “maestro-aprendiz”.
Al consultarles por nombres que ven como referentes, la mayoría mencionó a un actual o exjefe, entre los que destacó: Horst Paulmann, Elon Musk, Bill Gates, Juan Sutil, Guillermo Luksic, Jorge Carey, Gonzalo Bofill, Alfonso Swett, y Satya Nadella, entre otros.
“El liderazgo ha sido históricamente más masculino, el de las mujeres se está volviendo recién más visible. Debemos preguntarnos: ¿cómo impacta esto en la capacidad de los líderes de hacerse cargo de equipos diversos, de atraer talento femenino y de desarrollar mujeres para llegar a CEO y boards (directorios)?”, destaca el informe.
Spencer Stuart también le consultó a los encuestados por consejos que le entregarían a los nuevos líderes en formación, reflexiones que evidenciaron la mayor preocupación por el concepto de equipo y liderazgos que logren inspirar y transmitir confianza.
Así, se planteó que, por ejemplo, antes de aspirar para resultados sobresalientes, es fundamental contar con un equipo sólido y cohesionado. “Rodearse de personas competentes y confiables es esencial para cualquier líder”, plantearon.
También se recalcó que los liderazgos deben ser ejemplares. “Los líderes deben ser un referente para su equipo. Liderar con el ejemplo establece el estándar y las expectativas de lo que se busca en la organización”.
Los ejecutivos consultados también plantearon la importancia de una efectiva conciliación entre la vida laboral y personal. Sobre esto, el informe rescató que si bien los resultados son importantes, desde la perspectiva de los consultados “la vida personal no debe ser sacrificada en su búsqueda. Es esencial mantener un equilibrio, cuidando las relaciones con familiares y seres queridos, y evitando dañar a otros o a uno mismo por el trabajo”.
“La tasa de desempleo sigue en un nivel más alto del que nos gustaría”. Así partió el análisis que hizo el ministro de Economía, Nicolás Grau, sobre el nivel de desocupación de 8,9% observado en el trimestre móvil agosto-octubre que informó previamente el Instituto Nacional de Estadísticas (INE), lo que representa un alza de 0,9 punto porcentual frente a igual lapso de 2022.
De todas formas, dijo que se trata de una cifra que se ha mantenido en el tiempo aun cuando la economía está en una situación de cierto estancamiento.
Ante esto, sí resaltó dos aspectos: que se crearon 29.500 empleos en el trimestre, “lo que -sostuvo- es muy positivo, porque significa que nuestra economía está siendo capaz de crear empleo”; y, lo segundo, es que hubo un aumento de 4,6% de la cantidad de mujeres ocupadas respecto a la misma época del año anterior.
De todas formas, dijo que saben que el “mercado laboral todavía requiere más fuerza, requiere mayor creación de empleo”. Así, pese a que se ha creado empleo el último año, no han sido suficientes para poder responder a todo el aumento en la fuerza laboral.
“Y esa es nuestra principal tarea, aumentar sobre todo los empleos formales y, por eso, creemos que es tan importante la aprobación que tuvimos ayer del Presupuesto de la Nación que, entre otras cosas, va a permitir hacer un esfuerzo muy importante en términos de inversión, de inversión pública”, destacó.
Ese impulso, estimó, va a poder crear al menos 100 mil ocupaciones el próximo año.
“Así que estamos yendo en la dirección correcta en términos de ir fortaleciendo nuestra economía para que recupere aún con más fuerza la capacidad de generar empleo”, señaló el ministro Grau.
Dos nuevas empresas se sumaron a la larga lista de compañías del rubro de la construcción que han solicitado su liquidación voluntaria. Se trata de la sociedad Construcción y Montajes Industriales e Inmobiliaria Lo Cañas, las que -al igual que la mayoría de las sociedades que recurrieron a la justicia para pedir su quiebra- apuntaron a los efectos de la crisis social y el alza de costos.
La firma Construcción y Montajes Industriales (ex ENV Obras Civiles y Montajes, representada por Felipe León) comenzó a operar en el año 2011, y tuvo como clientes a SQM, Copec y Colbún. La empresa sostuvo: “En el año 2019 se produjo el estallido social, cerrando toda posibilidad de lograr obtener los fondos, por lo que en la actualidad la empresa no cuenta con empleados y pocos activos, ya que todas las herramientas y equipos eran arrendados a terceros”.
En su presentación a la justicia, la compañía explicó que su trabajo estuvo enfocado principalmente a empresas del área de la industria del petróleo y minería no metálica.
Detalló que, entre los años 2011 y 2014, su principal cliente fue SQM Salar, en donde ejecutó varios contratos en el área del montaje industrial. A fines de 2015, se adjudicó un contrato con la empresa Inmobiliaria Las terrazas de Peñaflor, consistente en la construcción de 64 casas con una venta de $ 3.500 millones. “La poca experiencia en este tipo de contratos se tradujo en un atraso importante en la construcción, generando pérdidas importantes por mala gestión, lo que trajo como consecuencia atrasos en los pagos a proveedores, leyes sociales, finiquitos, cayendo en cesación de pagos y en Dicom”, dijo la sociedad, la cual explicó que hizo abandono del proyecto en febrero de 2017 por falta de caja y malos resultados.
En el mismo 2015, la firma dijo que se adjudicó un contrato con la empresa Copec para la construcción de una estación de servicio en Pozo Almonte, Región de Iquique, contrato a suma alzada por $ 2.500 millones. “La poca experiencia en este tipo de contratos se tradujo en una mala administración, bajo control de los recursos, atraso en la entrega del proyecto, generando gastos adicionales; en definitiva, una mala gestión provocando pérdidas importantes; este contrato fue afectado por los problemas del anterior, cayendo también en cesación de pagos y Dicom”, sostuvo la empresa.
Un año después, se adjudicó un contrato con Colbún, consistente en la remodelación, mejoras, pavimentación interior y accesos a las Centrales de Paso de Los Andes, incluyendo obras civiles, estructuras metálicas, arquitectura, instalaciones en general, obras de paisajismo y vías de acceso, contrato a suma alzada por $ 1.500 millones.
“Si bien este contrato se estaba ejecutando sin problemas, fue afectado por la gestión de los dos contratos anteriores, comenzando a tener atrasos en los pagos a proveedores, leyes sociales, y siendo afectado por los informes de Dicom”, dijo la empresa, la cual añadió que, a pesar de estar en una posición de no poder operar desde el año 2017, intentó -sin éxito- obtener fondos externos para poder regularizar la situación de la empresa.
Precios al alza
En el caso de Inmobiliaria Lo Cañas, representada por Mauricio Núñez, decidió iniciar su proceso de liquidación voluntaria tras ocho años desde su formación.
“Los hechos ocurridos a propósito del estallido social afectaron la cadena de abastecimiento de materiales y prestación de servicios alterando los precios al alza, lo que generó un progresivo estado de insolvencia al incrementarse los gastos de construcción”, dijo en su presentación a la justicia.
Junto al aumento de sobrecostos, la compañía también apuntó a la escasez de materiales y de mano de obra y a la restricción de financiamiento.
“Se generaron sobrecostos desmesurados en materiales; la escasez de estos y la escasez de mano de obra dieron un golpe económico durísimo, generando altos costos para poder mantener las obras andando y afectando los plazos de construcción excesivamente, en especial los plazos estipulados en las promesas de compraventa por los proyectos en ejecución”, dijo la empresa.
Y añadió: “Sumado a lo anterior y al aumentar el riesgo en el mercado de la construcción, los bancos, las compañías de seguros y los proveedores restringen líneas de financiamiento a la compañía”.
En los últimos dos años, más de 500 empresas ligadas al rubro de la construcción han quebrado o han solicitado su reorganización judicial, en un escenario que se califica como la peor crisis de la industria en cuatro décadas.