Aterrizó el jueves de esta semana después de casi un mes fuera de Chile. Luego de visitar Japón y España en busca de nuevas oportunidades de comercio e inversión, con una nutrida delegación empresarial, Susana Jiménez desmenuza las señales económicas y políticas derivadas de la intensa campaña de los candidatos a la presidencia.
La presidenta de la Confederación de la Producción y del Comercio (CPC) también hace una evaluación del gobierno de Gabriel Boric, y destaca la necesidad de dar un salto en el crecimiento, más allá de las “palabras” lanzadas por las distintas candidaturas.
Estamos a nueve meses del fin de esta legislatura. ¿Qué evaluación política y económica hace del gobierno de Gabriel Boric?
-Los resultados, al menos desde el punto de vista económico, han sido insuficientes. Probablemente van a ser cuatro años en que vamos a estar creciendo en torno al 2%, con una debilidad importante en materia de inversiones y también, como consecuencia de eso, con un mercado laboral bien debilitado. Estamos con tasas de desempleo que han estado sobre el 8% ya por dos años y medio; el último dato de abril es preocupante: un 8,8%… está pasando la cuenta de una economía menos dinamizada, de costos laborales más altos, y eso es preocupante.
En materia fiscal también hay preocupaciones legítimas, en cuanto a la falta de holguras que están quedando hacia adelante. Estos déficits consecutivos, este aumento de la deuda pública, son circunstancias que no son tan favorables. Diría que los dos grandes dolores que tiene la sociedad hoy son el tema económico, que se traduce en falta de empleo, falta de oportunidades. Por otro lado, en materia de seguridad tampoco hemos visto que se mejore; por el contrario, en estos años todo lo que son delitos de alta connotación, más violentos y percepción de temor, ha empeorado.
Es decir, las deudas que está dejando este gobierno están en lo económico y en seguridad…
-Claro. Las dos cosas que más preocupan a la sociedad hoy, que son el tema económico y la seguridad, son temas que están lejos de estar resueltos y que más bien han mostrado resultados bastante pobres.
¿Visualiza algún logro de este gobierno?
-Hay ciertos logros. Uno es haber logrado un acuerdo en materia de pensiones, aceptando un consenso, un acuerdo, el que dista bastante de la idea original que tenía el gobierno, porque finalmente se consolida el sistema de capitalización individual y eso es muy importante para las pensiones, para el mercado de capitales y para el desarrollo del país. El haber alcanzado ese acuerdo, que era muy distinto a lo que se planteó originalmente, es un logro. También reconocer que han ido flexibilizando posturas originales, particularmente en materia de crecimiento económico, el que no era un tema… Es bueno que hoy esté en el discurso de la autoridad. Pero falta que se materialice en los hechos, porque tenemos muchas circunstancias que son contradictorias con ese discurso.
SUSANA JIMÉNEZ, PRESIDENTA DE LA CONFEDERACIÓN DE LA PRODUCCIÓN Y DEL COMERCIO
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PABLO VASQUEZ RAdemás del “subirse al carro” del crecimiento, el gobierno terminó valorando los acuerdos políticos, al estilo de lo que se hizo en los últimos 30 años. ¿Cree que el Presidente terminó por convencerse de esto o solo es un relato más táctico y obligado por las circunstancias?
-Es una realidad que gobernar requiere llegar a acuerdos. También es una realidad que las personas responden a incentivos y cuando uno quiere que el país ande bien, que haya más inversión, que haya oportunidades, que haya negocios, que a las pymes les vaya bien, tiene que generar un clima de negocio favorable. Cuando eso no está, la respuesta es bastante rápida. El haber tenido dos años consecutivos con inversión cayendo, una tasa de desempleo alta, con informalidad que no cede, el que no haya acceso a financiamiento… Finalmente, la experiencia de gobernar te va visibilizando lo que es la realidad… que el país no quiere refundaciones, quiere mejoría y que para que haya mejoría hay que generar climas de negocio, hay que atraer capitales. La realidad se fue imponiendo. Un gobierno que partió, por ejemplo, con propuestas de elevar impuestos y que haya explicitado que el país necesita bajar impuestos corporativos para incentivar el crecimiento económico habla por sí solo… Hubo una conciencia de que había que hacer las cosas de otra manera.
El próximo domingo se realizan las primarias oficialistas. ¿Qué le ha parecido el tono de las campañas y las ofertas de los candidatos de centroizquierda?
-Vengo llegando y no he tenido oportunidad de ver los debates. Pero me llamó la atención que se les pidió a los candidatos calificar al gobierno y, habiendo dos exministras de este gobierno dentro de las cartas presidenciales, la evaluación que hicieron fue relativamente baja.
Inesperadamente, además, todos esos candidatos hablan de la importancia del crecimiento, incluyendo la candidata del PC. ¿Cree que hay una visión más promercado en este proceso, a diferencia de la campaña anterior?
-Es posible que sí. Dicho eso, el crecimiento es más que una palabra y es más que un número. Son medidas concretas, son una visión favorable al quehacer del sector privado. Las condiciones que se generan y cómo eso se plasma en estabilidad de las reglas del juego, en certeza jurídica, en aprobación de proyectos en base a criterios objetivos y desideologizados, tienen que ser consistentes con eso. El crecimiento es más que solo mencionarlo, hay que tener programas que den cuenta de la voluntad de echar a andar y de mover la aguja de una economía que está bastante estancada. Se requieren medidas más audaces y lo que uno tiende a ver muchas veces es que no está tan claro que las medidas o las propuestas apunten en esa dirección.
La verdadera campaña comienza tras estas primarias. ¿Qué se juega el país en la elección presidencial de fin de año?
-Se juega la calidad de vida de las personas. Lo que hay detrás de buenas políticas públicas es el bienestar para las personas. En base a un cálculo simple, si creciéramos al 4%, lo que no es una locura, en solo 10 años seríamos Portugal y en 15 años seríamos España. Cuando ves la calidad de vida de esos países, las oportunidades, el acceso… se juega harto… prometerle a un país que las futuras generaciones van a vivir en un país mejor, algo a lo que estuvimos acostumbrados durante décadas, donde los hijos tenían una expectativa de superar el estándar de vida de sus padres. Desde hace un rato ya no es así porque estamos en un país estancado.
¿Qué rol les cabe a los empresarios en este proceso? ¿Es legítimo que los empresarios o los gremios transparenten sus opciones políticas en esta coyuntura eleccionaria?
-Si opinión política se refiere a preferencias de candidaturas o de partidos… cada uno es libre de expresar lo que quiera. Desde el punto de vista de la presidencia de un gremio no me puedo tomar la titularidad o preferencia política de las personas a las que represento, pero es importante -y en eso estamos trabajando- participar en el debate de política pública. Soy una convencida de que el sector privado es el motor de desarrollo de los países y, por lo tanto, poder poner a disposición de los distintos candidatos presidenciales propuestas que creemos que mueven la aguja, que cambian las perspectivas del país, es algo positivo y una obligación.
SUSANA JIMÉNEZ, PRESIDENTA DE LA CONFEDERACIÓN DE LA PRODUCCIÓN Y DEL COMERCIO
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PABLO VASQUEZ R¿Los empresarios deben ser una suerte de agnósticos en materia de preferencia política?
-A título personal, cada uno tiene sus preferencias. Pero el mundo empresarial busca oportunidades para desarrollar negocios, empresas, crear valor, crear empleo… y eso trasciende los años de un gobierno. Lo que uno intenta hacer, y sobre todo desde la actividad gremial, es tener ese diálogo que permita visibilizar la percepción y la realidad que vive el mundo empresarial, desde el más pequeño hasta el más grande.
¿Le gustó el trato que le dio el gobierno a los empresarios en estos casi cuatro años?
-Hemos tenido un diálogo continuo con los ministros, sobre todo con los que tenemos más relación, como Hacienda, Economía, Trabajo, Medio Ambiente, Seguridad. Siempre ha sido un trato respetuoso, profesional. Por supuesto, eso no quiere decir que se acojan todas las posturas que uno tiene, pero al menos es bueno tener el espacio de manifestarlas. Eso no tiene color político, hay que mantener siempre esas puertas abiertas.
Al principio había más distancia, más desconocimiento, y a lo largo del tiempo nos hemos ido conociendo, hemos ido pudiendo mostrar que nuestra disposición es a colaborar en esa construcción de política pública, y levantar la voz cuando creemos que el camino va en la dirección equivocada, aun cuando sea impopular, pero tenemos que hacer eso porque es nuestra obligación ética, hacer que este país le vaya bien y progrese.
En todos los programas de gobierno del oficialismo y oposición hay propuestas tributarias y la mayoría apunta a una baja del impuesto a las empresas. ¿Cómo interpreta estas señales? ¿Le preocupa algo de esta discusión tributaria?
-Celebro que haya esa visión compartida por un sector importante de los candidatos. Hicimos esa propuesta hace ya un año y medio, cuando todavía se estaba hablando de subir impuestos, en base a la evidencia de mostrar cómo esto afecta las decisiones de inversión, cómo nos hace menos competitivos tributariamente frente a otros destinos de los recursos. Eso ha terminado por convencer que tenemos que revertir una seguidilla de alzas en los últimos 20 años.
¿Qué me preocupa? Que dada la estrechez fiscal que se vislumbra hacia adelante, por compromisos de gastos, por cálculos incorrectos de ingresos, algunos quieran compensar eso con formas distintas que ahorro en el gasto, que es lo que uno esperaría. Evidentemente, la solución de más largo plazo es reducir gastos o racionalizar gastos del Estado, sobre todo cuando uno se entera de que hay tantos malos usos y desvíos de fondos públicos.
Me preocupa cuando surgen ideas como subir impuestos a las personas o la discusión de buscar recaudación a través de mecanismos como las contribuciones, porque creo que hoy la carga tributaria es alta… para muchos, las condiciones económicas se han complejizado.
¿Qué tanto le preocupa el déficit fiscal crónico de alrededor del 2% del PIB? La deuda también ha estado creciendo…
-Es cierto que en los últimos 17 años hemos visto 15 años con déficit fiscal y eso no puede mantenerse en el tiempo. Mientras más déficit tenemos, cada año va acumulando más endeudamiento y eso tiene incidencia en nuestro acceso al crédito, en la visibilidad que podamos tener en cuanto a la estabilidad macroeconómica y las calificaciones que nos hagan externamente. Es algo de lo que hay que hacerse cargo. La única forma de hacerse cargo es mejorar los modelos de proyección y eficientar el gasto. También, cómo mejoramos el uso de esos recursos públicos y también reducimos gastos que puedan ser innecesarios, duplicados o ineficientes… y programas mal evaluados. Hay que ver cómo ordenamos el tema de los recursos públicos que se gastan en personal y en funcionarios, que hoy está por sobre los umbrales de la OCDE.
Además de eficiencia, ¿hay que reducir el tamaño del Estado?
-El tamaño del Estado no es lo importante (lo importante), es si es un Estado eficiente o no. Si es un tamaño de Estado más grande, pero que presta muy buenos servicios, que da garantías de seguridad, que es un buen fiscalizador, que no derrocha dinero o malgasta, donde no hay corrupción… es perfectamente compatible con un país que se desarrolle y progresa basado en el sector privado dinámico. Por lo tanto, lo que importa acá es la palabra eficiencia, más que de tamaño en sí.
¿Es necesario reformar el estatuto administrativo que rige el empleo público?
-Sí, hay que abordar el tema del estatuto administrativo. Hay que moverse hacia un sistema que funcione más como cualquier trabajo, donde tú tienes evaluación de desempeño, donde si tu desempeño no es positivo tiene que ser posible desvincularte, pero también donde se tenga posibilidad de hacer una carrera funcionaria atractiva. La realidad hoy muestra que el sueldo promedio del sector público es más alto que el privado, por lo tanto, no se justifican tratos diferenciados y donde, además, se producen situaciones que son muy cuestionables como un altísimo ausentismo laboral. Es un tema que más temprano que tarde hay que abordar y que ojalá hubiese un acuerdo transversal políticamente para hacerlo.
SUSANA JIMÉNEZ, PRESIDENTA DE LA CONFEDERACIÓN DE LA PRODUCCIÓN Y DEL COMERCIO
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PABLO VASQUEZ REl director del SII se retractó esta semana de sus declaraciones que apuntaban que el 20% más rico de este país era el que pagaba las contribuciones. ¿Qué le parece esa discusión?
-El tema de las contribuciones ha sido muy mediático producto de afirmaciones que no fueron afortunadas. Por eso es valorable que se haya retractado el director del SII. Ese 20% no representa un sector rico; es un sector que eventualmente ahorró durante su vida laboral para tener, por ejemplo, un inmueble y que no tiene ninguna predictibilidad respecto a lo que eso le va a costar después producto de una definición de contribuciones, que es bastante poco transparente. Pero aun cuando fuera así, no corresponde que, por ser parte de un sector de la sociedad, se impongan decisiones arbitrarias. Todos merecen un trato no discriminatorio. Esto permitió también visibilizar aún más el tema que es cómo se determinan las contribuciones hoy en Chile. Tiene que haber un mecanismo que sea objetivo y predecible.
¿Cómo evalúa el primer año de Javier Etcheberry en el SII?
-No me gusta personalizar las evaluaciones… tengo una buena opinión del director. Pero el servicio ha sido fuertemente cuestionado en el último tiempo producto de decisiones en que ha faltado mayor transparencia. La Operación Renta de este año trajo varias críticas muy atendibles, donde se requiere mayor transparencia y mayor posibilidad del contribuyente de defender sus derechos.
¿Cuál es el tema que más le preocupa del Chile de los próximos diez años? Temas políticos, de corrupción, de falta de acuerdos, de seguridad…
-Todos los anteriores, pero por sobre todas estas preocupaciones diría que el gran tema para Chile es la educación. A propósito de la gira a Japón, ese país ha logrado grandes avances y, probablemente, va a seguir a la punta del desarrollo, sobre todo en todo lo que es tecnología. Pero hay algo que marca profundamente la diferencia… son atributos que son propios del respeto, de la disciplina, de la educación, quizá valores… son habilidades blandas que se han inculcado en la sociedad: la limpieza, el trabajo, el respeto.
En Chile tenemos desafíos importantes. Tenemos un analfabetismo funcional del orden del 70% de nuestros adultos… tenemos debilidades de formación, de base, de competencia. Pero, además, hay que trabajar estas otras características que son las que hacen que esas sociedades avancen, valoren el trabajo bien hecho, la calidad de lo que uno ofrece, el respeto por el otro. Soy una convencida de que eso es un factor indispensable. Hoy los cambios tecnológicos; la inteligencia artificial nos está desafiando a todos, está exigiendo nuevas competencias y habilidades.