Quiero vivir en el país descrito por el presidente Bórico. Un país donde se construyen cientos de miles de hogares, la educación pública se consolida, la informalidad cae a los niveles históricos y la inmigración irregular se reduce a la mitad. Desafortunadamente, ese país no existe. El que existe es uno en el que más del 70% de los ciudadanos desaprueban su gobierno, donde miles de niños no tienen clases durante semanas y no aprenden a leer o escribir, y donde cientos de familias aún no tienen hogar después de los incendios.
El tono de la última cuenta pública del presidente fue la expresión máxima de una desconexión inquietante. Aunque comenzó asegurándose de evitar la auto -compañía, durante más de dos horas no hubo una sola mención sustantiva de los errores que han marcado su mandato: acuerdos de casos, indultos, escándalos diplomáticos, errores de salud, negligencia de la diprenura, el caso de Monsalve, la casa de Allende y una larga historia fue una cadena de higueras estratégicas y figuras de la ficción.
La política de vivienda es quizás el caso más paradigmático. En la campaña prometió 260 mil hogares y después de ver que el objetivo era inalcanzable, aclaró las categorías de “en construcción” y “dirigida”. El domingo, dijo que entregó más de 200 mil, una cifra que incluye obras iniciadas en el gobierno anterior. Y frente a la tragedia de Viña del Mar, se limitó a denunciar “limitaciones estructurales” por violar sus promesas.
Lo mismo sucedió en la educación, que dedicó solo siete minutos. Celebró el Simce Rise en el 4to Básico, pero omitió la caída en el medio 6 y II. Dijo que priorizó la educación parvular, pero su gran anuncio era una ley que posponía los estándares de calidad en diez años. Mientras tanto, la inscripción en caídas previas a Básica, y los recursos continúan concentrándose en la educación superior. Como si eso no fuera suficiente, dijo que “consolidó” el gato, a pesar de los ataques de 80 días en Atacama y demoras en un mes en Magallanes.
En el empleo, dijo que la informalidad se redujo a “tasas históricas”, cuando los datos están lejos de ser mínimos. Dijo que creó 600 mil empleos formales, cuando las cifras oficiales muestran una pérdida neta de 55 mil desde marzo de 2022. En la migración, dijo que la migración irregular cayó un 48%, omitiendo que su administración permitió un ingreso irregular mayor que el de todo el gobierno anterior. Y en asuntos fiscales, habló de prudencia sin cuidar el déficit o las proyecciones fallidas de su administración.
La cuenta pública, en lugar de una responsabilidad, fue un acto de autoelección. Bórico, a quien le gusta citar a Nicanor Parra, parecía encarnar al protagonista de uno de sus poemas más famosos: “El hombre imaginario / vive en una mansión imaginaria / rodeado de árboles imaginarios / al borde de un río imaginario”. Y mientras el presidente vive ese país ficticio, su gente, en el país real, todavía está esperando.
Por Emilia GarcíaDirector de Estudios de Ideopa