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La caída Oscar Pistorius a 11 años de asesinar a su pareja

Martina E. Galindez

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Oscar Pistorius abandona la cárcel. Recibió la libertad condicional y este 5 de enero saldrá luego de años tras las rejas y a 3977 días de un homicidio que remeció al planeta. “Se aplicarán las condiciones generales. Por ejemplo, se espera que esté en casa a determinadas horas del día”, señaló el Departamento de Servicios Penitenciarios de Sudáfrica en un comunicado que difundido por la prensa de ese país.

Las restricciones se extenderán hasta 2029, fecha en que finaliza la sentencia. Pistorius logró el trato el pasado 14 de noviembre, en una polémica audiencia en Pretoria, donde la familia de la víctima no estaba de acuerdo con el veredicto.

Más de una década ha pasado desde el asesinato de Reeva Steenkamp, quien recibió cuatro disparos, entre las 3:12 y las 3:14 de la madrugada del 14 de febrero de 2013. Un crimen que dio vuelta la imagen de un individuo que hasta ese momento se había ganado la admiración de los seguidores del atletismo.

Aquella noche, minutos después de los balazos, llegó un vecino del deportista y la modelo, quien encontró al victimario empapado de sangre y con su pareja entre sus brazos. El hombre que arribó al lugar era Johan Stander, amigo del paratleta. Las informaciones de la época indican que Pistorius, en ese instante, intentaba que Steenkamp no perdiera la respiración y le tapaba las heridas. Al rato llegó un médico y ahí el corredor dio el primer testimonio tras el deceso de su novia. “Pensé que era un ladrón y le disparé”, dijo. Acto seguido, el doctor Johan Stipp le tomó el pulso y entregó la sentencia: “Está muerta”.

Hasta el 13 de febrero de 2013, el sudafricano era un héroe mundial. Un ejemplo intachable de paralimpismo. Había logrado la medalla de oro en Atenas 2004 y en Pekin 2008. De su vida personal poco se sabía. Nada tapaba una carrera en las pistas que parecía posicionarlo como una de las mayores leyendas de su disciplina. Todo cambió tras una investigación que duró años.

La noticia se difundió por el mundo y reinaba la incredulidad. Pero cuando inició la investigación comenzaron a sospechar del testimonio de Pistorius. Algo no cuadraba. Tras la llegada de la policía a la escena del crimen, se determinó que la muerte de Reeva Steenkamp fue en el dormitorio de ambos. Según el atleta, se durmieron a las 22 horas y él despertó en la mitad de la noche al escuchar ruidos extraños. De inmediato tomó la pistola y, sin dudarlo, apretó el gatillo en cuatro ocasiones.

Oscar Pistorius, en una competencia de atletismo.

El primero en cuestionar de la versión del atleta fue el detective Hilton Botha. Habían muchas incongruencias en el relato. Por ejemplo, el hecho de que la modelo llevara consigo su celular al ser abatida. También descubrieron que horas antes había estado encerrada en el baño y que eso fue después del momento en que según el competidor se habían ido a dormir. El agente creyó desde el primer minuto que se trató de un asesinato premeditado.

Con el tiempo y las diligencias se descubrieron conductas que fueron delatando a Pistorius. Por ejemplo, tenía una llamativa afición por las armas de fuego y jugaba con ellas en su casa. En esa línea, se fueron develando actitudes violentas y obsesivas del atleta que hasta ese entonces eran desconocidas, como que acostumbraba acosar a sus exparejas y a sus nuevos novios.

Las indagatorias lanzaron por la borda su testimonio inicial. Primero se supo que la relación entre ambos era una lucha tormentosa para ella. “Yo soy la chica que está enamorada de ti, pero también a la que dejas de lado cuando no estás de humor, a la que criticas su acento y su tono de voz. A veces me asustas por como me contestas y la manera en que me tratas”, decía uno de los mensajes enviados al atleta y que salieron a la luz en los peritajes al teléfono, exhibiendo que el vínculo entre ambos no pasaba por un buen momento y, sobre todo, dando cuenta de una actitud manipuladora por parte de Pistorius.

Además de los disparos, se descubrieron golpes de bate en el cuerpo de Steenkamp. En el objeto había rastros de sangre y piel. Prueba a prueba, se fue desarmando la versión del atleta. Primero fue condenado por homicidio culposo y condenado a cinco años. Luego se le otorgó la libertad condicional. Sin embargo, dos meses después, volvió a abrirse el caso.

Tras la revisión del Tribunal Superior de Apelaciones, Oscar Pistorius volvió a la cárcel. Ahora con una condena mayor: 15 años de presidio, al haber estado ya dos, se reducían a 13 a contar de ahí. Esta condena fue dictada en noviembre de 2017. La fiscalía calificó los cinco años iniciales como una medida “escandalosamente inapropiada”. Algo que llamaba la atención de los jueces era el poco arrepentimiento que mostraba el nacido en Sandton.

Reeva Steenkamp y Oscar Pistorius.

“Uno de los elementos esenciales de una sentencia equilibrada es que debe reflejar la gravedad del crimen”, dijo a la corte la fiscal Andrea Johnson en aquel momento. Ahora, Pistorius volverá a las calles. Lo logra un año después de haber solicitado lo mismo, pero ahí le fue negado.

Desde el día del crimen hasta el instante de su salida de la cárcel han transcurrido 3977 días. Casi 4 mil jornadas en las que la figura de Pistorius no ha hecho más que caer ante la opinión pública. La familia de Reeva Steenkamp no está conforme con decisión de que el exdeportista salga de las rejas.

En Sudáfrica nadie ha estado indiferente al caso del otrora competidor paralímpico. Pasó de ser un ídolo nacional a transformarse en blanco de mafias que buscan “venganza” por su crimen. La policía de esa nación está atenta. “Hemos recibido información de que hay personas que dicen que merecía pagar por matar a una joven. Sudáfrica no puede darse el lujo de tener más violencia relacionada con Pistorius y la policía trabajará muy duro para garantizar su seguridad”, aseguran quienes recibieron las denuncias.

Cuando en que se supo de la libertad condicional otorgada a Pistorius, se sospechó de dos criminales que irían en su búsqueda: Marc Batchelor y Mikey Schultz; el primero es un conocido gánster, mientras que el segundo es un asesino pagado. Ambos han presenciado parte de los juicios.

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