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Columna de Hermann González sobre el mercado del litio

Martina E. Galindez

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El precio del litio ha bajado de manera muy significativa, pasando de más de 80.000 dólares por tonelada a finales de 2022 a 10.000 dólares por tonelada actualmente. Como es sabido, el principal uso de este material es la fabricación de baterías para dispositivos electrónicos y coches eléctricos, lo que lo convierte en un insumo imprescindible para la transición energética. Pero, ¿qué ha cambiado en este proceso que explique la fuerte caída del precio? Comprender las razones detrás de este ajuste permite saber si es posible esperar una recuperación y medir su impacto económico.

Una de las principales razones de esta caída de precios es la pérdida de dinamismo de la economía china y del mercado mundial de coches eléctricos. El otro, obviamente, es el aumento de producción que se generó con el incentivo que produjo el fuerte aumento de precio de 2022. En el caso de los coches eléctricos, factores como el alto precio, la retirada de subsidios para su adquisición en varios países , su autonomía aún reducida y su infraestructura de carga insuficiente, han frenado la expansión del mercado y provocado que las ventas sean inferiores a las esperadas.

En respuesta a la caída de precios, los productores de litio comenzaron a ralentizar su producción a finales de 2023, lo que ha impedido una nueva caída. Según S&P Global, las estrategias de las empresas de los principales países productores, Chile y Australia, pasan por la acumulación de inventarios y la suspensión temporal de operaciones. Otros han modificado los procedimientos de venta y han utilizado subastas para obtener mejores precios. Pese a estos ajustes, se estima que el mercado del litio se mantendrá excedente hasta 2027.

Más allá del fuerte ajuste de precios, los fundamentos a largo plazo del mercado del litio siguen siendo positivos. Según estimaciones de la Agencia Internacional de Energía, la demanda de litio se multiplicará por seis entre 2020 y 2030, como consecuencia de la transición energética hacia energías limpias. En este contexto, según Consensus Forecasts, el precio a largo plazo (2029-2033) se estima en alrededor de US$ 18 mil por tonelada. En el corto plazo, las expectativas positivas para este mercado se basan, por un lado, en la posibilidad de que el gobierno chino tome medidas para enfrentar el debilitamiento de la demanda interna, con el fin de cumplir con sus objetivos de crecimiento y evitar un mayor descontento social. Por otro lado, el proceso de recortes de tasas de interés que comienza este mes en EE.UU. y continuará hasta 2025 es otro factor que permitirá una recuperación de la demanda global que actualmente está reprimida por los altos costos de financiamiento. Finalmente, las elecciones en EE.UU. también serán un factor relevante para las perspectivas de este mercado. Mientras Donald Trump se ha mostrado crítico con las políticas de apoyo a la adquisición de vehículos eléctricos, Kamala Harris se ha mostrado defensora de la expansión de esta industria, como pilar de la estrategia para enfrentar el cambio climático.

La caída del precio del litio supone menores ingresos públicos y privados para nuestro país y podría desalentar la entrada de nuevos participantes, especialmente aquellos con mayores dificultades financieras o sin visión de largo plazo. Pero Chile está mejor preparado que otros competidores para enfrentar este chaparrón, tanto por la calidad de sus recursos como por el conocimiento del mercado y las tecnologías disponibles, ventajas que nos permiten ser líderes mundiales en costos. De esta manera, el llamado es a no detener el avance de la estrategia nacional del litio, continuar con el desarrollo de esta industria con una visión de largo plazo y estar bien preparados cuando el precio del litio vuelva a subir como lo espera el consenso de mercado. . .

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