Economia
El bajo crecimiento le pasa la cuenta a Europa
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17 hours agoon
Una sombra de pesimismo cubre a Europa. En palabras de un administrador de fondos europeo en una entrevista reciente: “En realidad, nadie espera mucho de Europa”.
La frase resume la falta de favor hacia las acciones europeas en las carteras y recomendaciones para el próximo año, citando el bajo crecimiento en comparación con Estados Unidos y problemas estructurales.
La última encuesta del Bank of America (BofA) a gestores de fondos globales reveló que las acciones europeas tienen el mayor número de recomendaciones de infraponderación desde octubre de 2022. Por el contrario, las apuestas sobre acciones estadounidenses se encuentran en niveles récord.
Otro ejemplo de la debilidad percibida en la eurozona es su moneda. El euro avanza hacia la paridad con el dólar, nivel que sólo alcanzó en 2022 como reacción al impacto económico en la región por la invasión rusa de Ucrania y la diferencia entre las subidas de tipos de la Fed y un BCE más pasivo ante la la inflación.
Para 2025, la diferencia en la política monetaria también influye a la hora de ejercer presión sobre el euro. El mercado sólo espera un recorte de tipos por parte de la Fed, para mantener el tipo de referencia en el 4,25%; mientras que se espera que el Banco Central Europeo (BCE) realice al menos cuatro recortes que lleven la tasa al 2%.
Es la necesidad de impulsar una economía estancada lo que llevaría al BCE a recortar la tasa de interés a pesar de un reciente aumento de la inflación. El FMI proyecta que Estados Unidos crecerá un 2,2% en 2025. Para la eurozona la expansión esperada es sólo un 0,5%. El BCE es más optimista y prevé un crecimiento del 1%, todavía muy por debajo del de EE.UU. y con un sesgo de riesgo al alza.
Los riesgos citados por el BCE apuntan a la amenaza de Donald Trump de aumentar los aranceles a los productos europeos y globales, lo que ralentizaría el comercio internacional. A lo que hay que sumar la reciente advertencia del presidente de la OTAN, Mark Rutte: Una guerra.
El 19 de diciembre, Rutte advirtió que los miembros del bloque (29 europeos, Estados Unidos, Canadá y Turquía) deben adoptar una “mentalidad de guerra” para enfrentar la amenaza que representan Rusia y sus planes de desestabilizar a sus vecinos.
El fin de un modelo
Económicamente, los principales países de la eurozona se ven presionados a repensar su modelo de crecimiento. Desde su creación a principios de siglo, la eurozona se benefició de la fortaleza exportadora de las empresas de la región, especialmente a China, y del bajo coste energético que ofrece el gas natural ruso.
Lo que parecían ventajas eran en realidad vulnerabilidades. La demanda de China se ha desacelerado; y desde 2022, Europa ha tenido que recurrir a otras fuentes de energía más caras por la obligación moral de reducir el consumo de combustible ruso. Además, las empresas automovilísticas y manufactureras chinas hoy compiten a la par o son más competitivas que las europeas.
En su diagnóstico de los problemas de la eurozona, el ex presidente del BCE Mario Draghi señala la creciente brecha con Estados Unidos en crecimiento, productividad e innovación. Un retraso que se traduce en malestar social. “Los hogares europeos han pagado el precio con la pérdida de su nivel de vida. En términos per cápita, la renta real disponible ha crecido casi el doble en Estados Unidos que en la Unión Europea desde 2000”, recuerda Draghi.
Aunque históricamente la eurozona ha estado a la zaga de Estados Unidos en productividad, la brecha se está ampliando. Un estudio del BCE muestra que desde el cuarto trimestre de 2019 hasta julio de 2024, la productividad por trabajador creció solo un 0,9% en la eurozona frente al 6,7% en Estados Unidos.
Los bajos niveles de inversión y las excesivas regulaciones se repiten en los diagnósticos de los analistas sobre las desventajas de la UE frente a la economía estadounidense.
“Un retorno a tasas de crecimiento potencial superiores al 1% requeriría probablemente inversiones a gran escala en los sectores de energía, transporte, digital y defensa”, señalan los analistas del Deutsche Bank en su diagnóstico para Alemania, que bien puede aplicarse al resto de países. . economías de bloque.
Tal nivel de inversión parece lejano debido a las restricciones fiscales de la mayoría de los países, como Francia e Italia, con déficits fiscales del 6% y el 4% del PIB, respectivamente, y deudas públicas que superan el tamaño del PIB.
Un plan incierto
Al ser las economías más grandes, Alemania y Francia son también las principales fuentes de financiación para la UE y la zona del euro. De ahí la incertidumbre que las crisis añaden a los gobiernos de ambos países.
En el caso de Francia, advierte Hubert de Barochez, economista senior de Capital Economics, incluso si el nuevo primer ministro François Bayrou consigue que el Parlamento apruebe el presupuesto de 2025, la posición del presidente Emmanuel Macron seguirá siendo muy débil en ausencia de una mayoría legislativa y no podremos promover mayores medidas.
Las elecciones en Alemania, adelantadas para febrero próximo, darían como resultado un gobierno de coalición más funcional liderado por los democristianos (CDU). Pero la fragmentación política, advierten en el Deutsche Bank, impediría un acuerdo sobre reformas importantes.
En el informe solicitado y recibido por la Comisión Europea, Draghi plantea la necesidad de crear un mercado regulatorio más integrado para, entre otras cosas, facilitar el movimiento de capitales entre países. También propone un aumento masivo de la inversión equivalente al 5% del PIB anual (la magnitud duplica con creces la inversión movilizada para la reconstrucción después de la Segunda Guerra Mundial) para digitalizar y descarbonizar la economía.
El mercado tiene pocas expectativas de que el plan avance, ya que las ideas de Draghi dependen de una mayor integración fiscal, política y financiera del bloque; por ejemplo, para poder emitir deuda conjunta o unificar regulaciones entre industrias.
El bajo crecimiento también está provocando el fortalecimiento de los partidos nacionalistas, de derecha e izquierda radicales, que proponen – por el contrario – reducir el ámbito de acción de la Comisión y del Parlamento Europeo. Por ejemplo, la campaña electoral alemana acaba de comenzar y Alice Weidel, líder de la derecha radical (AfD), ya propone que la UE vuelva a ser sólo un bloque comercial.
Sin incentivos políticos, los gobiernos con coaliciones frágiles o con partidos nacionalistas al mando (como en Italia) tendrán poco interés en avanzar en la integración y la reforma del bloque. Aunque -en palabras de Draghi- la UE se enfrenta a una crisis existencial.
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